Diego Capusotto “En Mendoza me tildaron de pornógrafo... Un sueño hecho realidad”

Como todos los años, Diego Capusotto se reunió con Los Andes, antes del estreno de la nueva temporada de su emblemático programa.

Diego Capusotto  “En Mendoza me tildaron de pornógrafo... Un sueño hecho realidad”
Diego Capusotto “En Mendoza me tildaron de pornógrafo... Un sueño hecho realidad”

Esta vez, el encuentro con Los Andes se produce en un bar situado a metros de la isla de edición donde "Peter Capusotto y sus videos" termina de tomar su forma final, tan apreciada por su público en eterno aumento.

Por la ventana, Diego Capusotto y esta cronista ven pasar a Pedro Saborido, quien también aprovecha el receso en el trabajo para salir a la calle.

Camina sin saber que es observado, con su conjunto de pantalón y campera de jean, una gorra deportiva negra, y la barba y anteojos tipo Lennon que lo acompañan desde hace varios años.

Lleva un bolso o mochila colgado de un hombro y patea un chicle, pucho o resto de basura –no se llega a ver bien- con cierta virulencia. “Cada vez está más parecido a lo que yo imagino es un agente de la DEA, un tipo que te aterroriza ni bien te pide el documento”, espeta el actor y la risa se impone en ese preciso instante, como el sello inevitable que marcará el pulso de la charla. 

-¿Me adelantás algo sobre los nuevos personajes?

-Este año adelanté menos personajes que nunca. Es decir que no adelanté ninguno. (Risas)

-Pero me dijeron que los adelantan en Facebook …

-No. De hecho el año pasado hubo grandes equívocos con eso, porque se posteaban cosas del libro y los usuarios entendían que eran adelantos de personajes de esa temporada. Salía por ejemplo “El gordo patota” que era uno de los de seguridad de los recitales de Vivencia, o algo así (Risas), y por cómo está armado este sistema de Facebook se entendía que era un personaje nuevo del programa de tele.

-Ustedes fueron de los primeros de reírse de los usos, vicios y costumbres de Facebook. Vos no sos un usuario pero conocés el sistema por la página del programa, ¿qué me podrías decir del tema?

-Y, bueno, la cuestión de Facebook, sobre todo cuando se usa sin un fin laboral muy preciso y determinado, se puede comparar con Obama. Es un presidente negro que presuntamente representa una apertura democrática, pero en realidad es un tipo inepto, no acciona, sabe que el verdadero poder lo tienen otros, que son los mismos de siempre.

Y por ahí el Facebook opera de esa manera, hay alguien que descarga a través de una teclita valores diversos, artísticos, políticos, humanos, lo que sea, pero después no pasa nunca nada demasiado concreto. Por otro lado, tampoco hay una cercanía real con el otro o los otros, en tanto cada uno está amparado en la pantalla, sin poner la cara realmente en la mayor parte de los contactos que se arman.

-Pero de personajes nuevos no vas a soltar prenda…

-Es que nos gusta mantener cierto misterio al respecto para que la gente que sigue el programa se encuentre ante uno de ellos y diga “¿y este quién es?”. También esto de no adelantar nos sirve a nosotros como para generar una sensación, algo falsa pero linda, de empezar de cero.

Hace ocho años que el programa está al aire, pero los comienzos encarados de esta forma tienen una vitalidad que refresca mucho. Es muy linda esa sensación de una fiesta en una casa a la que cada vez se va incorporando más gente. Es como que los personajes nuevos irrumpen en un espacio creado especialmente para ellos (que son mucho más interesantes que nosotros).

Lo que sí puedo asegurarte es que en la primera entrega todos los personajes van a ser nuevos, no va a haber clásicos ni repetidos de ningún tipo. Los elegimos como una especie de bienvenida para los espectadores. Después, a medida que vayan pasando los programas, van a ir apareciendo algunos viejos conocidos.

-Los personajes inéditos son siempre una norma del programa, de modo que incorporar nuevos no sería, justamente, un cambio. ¿Hay algo que sí haya cambiado este año?

-Vuelve a tener más presencia el presentador, Peter Capusotto. Para nosotros no es solamente el que va hilando, si no el que marca un poco el concepto del programa. Es como si todos los personajes salieran de la cabeza de ese tipo.

-Que es más parecido a vos que cualquiera de los otros personajes…

-Bueno, sí, qué se yo. Nos gusta que tenga cada vez más tranquilidad, como si fuese más contemplativo. Tiene una presencia menor que la de otros años, pero mayor que el del que pasó y eso lo hace más significativo. Pero eso es lo que yo veo hoy, por ahí después compruebo que es más de lo mismo. Pero la intención es que funcione como un desprendimiento de uno, sin demasiada identidad.

-Es una figura que estaba mucho más presente en las primeras temporadas, ¿hay como una vuelta a eso en algún punto?
-Puede ser. Capaz esta temporada tiene algo más dinámico, o personajes que se instalan menos, o con menos duración. Uno con el tiempo va viendo como por ahí un personaje pierde efectividad porque le hacés un agregado por una cuestión de miedo más que de decisión, miedo a que quede corto, ponele, pero en realidad, si se hace muy explicativo pierde intensidad.

-En las notas que estuviste dando te preguntaban cuál es la sensación que tenés, en lo personal, al encarar otra temporada más…

-Sí, y te voy a repetir lo que más o menos anduve diciendo: la sensación es como la de una banda que se presenta de nuevo y hace temas nuevos y algunos que les gusta tocar. Porque además la contrapartida de esta comparación es saber que hay mucha gente que está esperando un disco nuevo de la banda que le gusta.

-Para hablar de rock de forma no metafórica ¿Con qué bandas te pasa eso? Digo lo de esperar disco nuevo o tener grandes expectativas de que lo saquen…

-Con Neil Young me pasa seguro. Si me dicen que The Move o Van der Graaf  se juntan a hacer un disco nuevo, yo los voy a escuchar esperando el milagro. No los voy a escuchar a ver qué onda, si no esperando un encuentro conmovedor con el sonido, después puede ser que el disco no me guste o diga “estos pibes siguen oliendo igual”, pero mi expectativa va a ser mayúscula en cualquier caso.

-Y si buscáramos una traducción en formato banda de los que ustedes son, ¿Cuál erigirías? A mí me viene a la cabeza Focus, sobre todo cuando Thijs van Leer grita y silba

-No, Focus seguro que no. (Risas) pero me gustaría ser como el primer disco de King Crimson en términos musicales.

-Hace unos cuantos años habían tenido propuestas de canales como el 13 a las que obviamente se negaron ¿Eso nunca más sucedió?

-No, ya se sabe que nunca agarraríamos y además mucha gente tiene el tino de darse cuenta de que parte de la gracia de lo que hacemos tiene que ver justamente con no pasar a uno de esos canales líderes, como los llaman.

-¿Estás mirando tele?

-Veo fútbol, boxeo y películas. No sigo ningún programa en especial pero a veces me río con unos informes que hacen en “Bendita TV”. Me río con el uso que hacen de los archivos, yuxtaposiciones entre cosas que resultan cómicas sin necesidad de actuación, actores o personajes. Nada nuevo, ya lo sé, pero funciona y me hace reír, es un lenguaje humorístico en sí mismo el montaje con archivo.

-Con las series de afuera no solías engancharte, pero siempre hay tiempo…

-Estoy con “Braking Bad”, sí, y me parece muy buena. Aún dentro de un registro que puede ser previsible, dan giros inesperados. Tiene como una cosa más propia de los ingleses en la realización, me hace acordar a una película inglesa, “This is England”, con cierta impronta similar.

-¿Tuviste propuestas de laburo en ficciones de tele últimamente?

-Sí, tengo cada tanto tengo ofertas.

-Ofertas que rechazás sistemáticamente…

Pasa que tengo algo con el programa que no me deja espacio para involucrarme mucho en otros proyectos. Es distinto un personaje chico en una película. Pero la verdad es que tengo ganas de dedicarme al programa.

En televisión, hoy por hoy, fuera de lo que hago, es donde menos quiero actuar.  El cine o teatro te instalan en otro lugar donde podés incorporarte dentro de otro proceso, otra forma de laburo, podés verte a vos como actor de otra manera.

-¿Después de tantos años de laburar con Pedro, no son un poco como un matrimonio?

-Con Pedro podemos parecer cualquier cosa menos un matrimonio. (Risas) Podemos parecer niños muchas veces, eso sí. Sobre todo cuando se nos ocurre algo que nos hace reír casi al borde del ridículo o con una inocencia más propia de los chicos.

-En tantas notas que hicimos para Los Andes nunca hablamos de tus visitas a Mendoza…

-Me gustaría conocerla de vacaciones, porque siempre que hemos ido fue en términos muy limitados, trabajando en teatro, en el marco de giras, y la he pasado muy bien y me quedé con ganas de ir exclusivamente a pasear.

Además, después de la censura que sufrió nuestro libro en una escuela y un acusación que pululó por ahí incluyendo la palabra “pornógrafo” más ganas me dan. Y no lo digo en joda, que te tilden de pornógrafo, si tenés un poco de sentido común, es un sueño hecho realidad. (Risas)

-Y para cerrar: el derrotero del programa, haciendo hincapié en el rock, ¿cuál creés que fue, someramente?

-Empezó siendo algo vinculado estrictamente a la cultura rock y ahora eso de “Un programa de rock” es sólo un epígrafe porque trascendió por mucho aquel planteo inicial.  Creo que logramos ir creciendo de a poco.

Para volver a las analogías con bandas de rock, sería algo así como una banda que se junta a ensayar y aparece el sonido, y cuando aparece el sonido que los identifica, ya se logró algo.

A partir de ese sonido se puede innovar o buscar otros caminos. Pero de todas maneras, así como a Zappa lo escuchás y por la voz al toque sabés que es él, si a nosotros y a quienes nos ven nos pasa lo mismo (es decir que nos reconozcan y se reconozcan) se produce lo mejor porque es también un reencuentro. Después lo novedoso, qué sé yo, lo novedoso, como digo siempre, sería no morirse. (Risas)

Pasado de risas

Diego Esteban Capusotto nació en Morón, provincia de Buenos Aires, el 21 de septiembre de 1961. Es un humorista, actor, guionista y conductor argentino.

¿Sus inicios? Comenzó trabajando en una empresa mayorista de repuestos del automotor. Poco después empezó a estudiar actuación en el teatro Arlequines, a los 25 años.

Su trayectoria en televisión empezó en 1992 con “De la cabeza”, ciclo en el que trabajaba con actores y comediantes como Alfredo Casero, Favio Posca y Fabio Alberti.

Tras la finalización del programa a causa del alejamiento de Posca y otros actores, Capusotto acompañó a Casero y Alberti en “Cha Cha Cha”, que se emitió, con interrupciones, entre 1992 y 1997. Fueron los primeros pasos de carrera de risas.

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