Diciembre se vive en Buenos Aires

Diciembre se vive en Buenos Aires
Diciembre se vive en Buenos Aires

La ciudad vibra de manera especial cuando se acerca el fin de año. El ánimo de los porteños se torna festivo quizá por la proximidad de Navidad y Año Nuevo o por la cercanía de las vacaciones.

Más allá de las especulaciones, los bares y restaurantes explotan en los barrios que, en consecuencia, lucen más vivaces. La calle Corrientes renueva cartelera y asegura que en esta urbe nadie se acuesta temprano.

LAS COMPRAS. Son un delirio para los que vivimos al pie de los Andes. Los precios, mucho más accesibles, nos deslumbran y ya sea en las zonas más económicas como la Calle Avellaneda, Córdoba o las cuadras de Once, las ferias de productos o los circuitos de diseño dejan boquiabiertos a los de acá, Palermo es un barrio que marca tendencia en este sentido.

Hogar de diseñadores independientes, de ateliers y también de las marcas más reconocidas, combina en sus calles con ferias, galerías de arte y espacios verdes. Entre tanto, restaurantes súper top, de autor y  bodegones de barrio, parrillas y bares aclamados por el público más exclusivo. Más info: www.palermoviejo.org 

CIRCUITO DE GRAFFITIS. La capital como es su sino, sigue marcando los trendy topic del país y de gran parte de América Latina; lo que suena aquí replica más allá, en una interacción riquísima en materia cultural. Las calles no son ajenas, el espacio público transmuta como su pueblo y es escaparate de los modos de pensar de sus artistas.

Paredones, puentes y paredes que otrora fueran grises, abandonadas o que arrastraban un deterioro notable se ven reapropiadas por  artistas callejeros, graffiteros, muralistas y los que retomaron el sténcil.

A simple vista se pueden observar pero lo interesante es realizar los tours, de Graffiti Mundo por ejemplo, que en poco más de dos horas dan un paneo de las corrientes mundiales, nacionales y de las expresiones netamente porteñas. Así podrá enterarse que para un visitante estadounidense una zona con graffitis es sinónimo de “liberada”, no les gusta, le temen.

En Londres en tanto, las pinturas callejeras están prohibidas, pero en muchas calles del mundo las paredes escritas toman relevancia. Fue en los 70' cuando en EEUU  en el Bronx específicamente, firmar algún muro era existir.

En nuestro país comienza con pintadas en los albores de la democracia, pero es en los `90 cuando explota, en especial cuando los habitantes viajan al exterior y se nutren de novedades.

Algo interesante que sucede en la actualidad es que los graffiteros y muralistas ya no son -en general- pertenecientes a clases bajas sino a la media, con estudios medios, con técnica, con preparación, con oficio y dinero al menos para comprarse los aerosoles, dice la guía. Además se consideran parte de un movimiento artístico sin fronteras.

En Brasil en cambio tiene que ver con marcas territoriales como fuera en los barrios bajos de Manhattan. Ana -anfitriona de Graffiti Mundo- señala que en Buenos Aires hay buena recepción que los chicos que pintan piden permiso y los vecinos les "prestan" sus paredes, incluso hay condominios que los llaman y les pagan para que embellezcan sus frentes.

El concepto de arte en la calle, de arte para todos, es el que prevalece, no ya los mensajes políticos. Sin embargo cuando comienzan a aparecer los sténciles en derredor del Mercado de Pulgas algo gastados con consignas lejanas, el tour retoma la práctica de la pintura como crítica social, y recuerda que fue Siqueiros quien lo trajo a la Argentina.

De alguna forma tal expresión se retomó con el que "se vayan todos" hacia 2001 y más tarde con el "Hello Kirchner", Pero no le contaremos más, la idea es que lo vea con sus propios ojos. Además hay galerías de arte urbano para visitar y si de aprender se trata, cursos de muralismo  con aerosol en el centro Cultural Ricardo Rojas.


Más información: info@graffitimundo.com,  http://graffitimundo.com


Algo más: Michel Basquiat fue el primer graffitero en exponer en una galería de arte, pero el gran exponente mundial en la actualidad es Banksy.

LA MEJOR COCTELERÍA EN UNA FLORERÍA. Florería Atlántica es una sitio que desde sus comienzos conquistó a los amantes de los buenos cócteles que, por cierto, viven una época de esplendor en la city.  La fama de sus creadores la ubicación en plena Recoleta en un local de flores que también cuenta con buena vinoteca y realiza envíos a domicilio, tienta.

Pero la cosa se pone buena tras abrir la puerta del estilo de las heladeras de  carnicería, para bajar al sótano. Allí una barra larguísima, una parrilla a la vista y la propuesta de excelentes pescados, mariscos y carnes nacionales maridan los tragos más halagados del espectro experto.

"Desde el Ecuador del siglo XIX hasta la segunda década del XX desembarcaron más de cuatro millones de personas de Italia, España, Francia, Rusia, Alemania, Inglaterra, Portugal o Suiza. Llegaron de países que nunca más serían como eran en esos años, de un mundo en el que existía el tiempo en las distancias.

Buenos Aires los encontró, los cruzó, los vio irse y volver, perderse y buscarse. Ellos pasaron a ser Buenos Aires y Buenos Aires nunca más dejó de ser parte de ellos. En esa ciudad frágil y voluptuosa los bares fueron puertos en el puerto, muelles donde saciar la sed, noches donde poner palabras a la historia, vasos donde mezclar las bebidas que cruzaban el Atlántico".

Ésta es la identidad que rescata el local, la que pretende retomar algo de las fondas reas de Vuelta de Rocha hasta las barrancas de Recoleta pasando por los antros marineros, de la historia que quedó grabada en las vivencias y pasó a ser parte de la idiosincrasia porteña.

"Llegaron bartenders norteamericanos y cantineros españoles, el gin amado por los ingleses y la ginebra holandesa, los amargos italianos y el Jerez andaluz, el ron de Cuba navegando por el Atlántico y el pisco peruano desde el Pacífico, los maestros cerveceros alemanes y el anís de los turcos, el hada verde y el champagne de los franceses y el vino generoso de los portugueses" describe y sirve de presentación,  Martín Auzmendi.


No queda más que entregarse al toque de los chicos - line Vargas, Renato Giovannoni y Julián Díaz- con sus relatos vívidos por aquí y más allá, pero les gusta hablar con lo que hacen. Los recomendados: 
La Rouche (Sauvignon blanc, almíbar especiado, St Germain, jugo de lima, un toque de maracuyá y una cucharadita de polen). Ginebra con Tónica, es otra propuesta y ahora, Gin Príncipe de los Apóstoles -que elaboramos en Mendoza, resalta Julián-  (lleva ralladura de frutas verdes, agua tónica Pulpo Blanco, una cereza y tres rodajas de manzana verde). El tercero: Il Carnevale (Aperol, Cinzano bianco, rodajas de pepino y se termina con Prosecco). 
Más información:  Arroyo 872.

EL TEMPLO DE LA COMIDA ORGÁNICA. El restaurante surgió como una consecuencia de mis hábitos, cuenta Claudia Carrara. Comenzó a interesarse por la comida sana, luego contagió a otros familiares, más tarde cocinaba para amigos y gente que se sumaba a la movida naturista, ésa que veía en lo orgánico un aliado, hasta que finalmente abrió Bio.

La simpática esquina de Palermo se ha constituido en un referente de la cocina que busca el equilibrio en cada plato. Utilizando exclusivamente frutas y verduras de estación orgánicas, granos y semillas, cuenta con una carta envidiable. La nutrición, la armonía en los sabores como en texturas y propiedades de los alimentos, es la clave.

Pretenden además seducir cada sentido y facilitar la digestión. Tendencias macrobióticas, ayurvédicas y ahora la movida raw, se aprecian en el menú. Como las aclaraciones pertinentes si se trata de opción vegana o apta para celíacos.

Tan cuidadosos son que desde hace un tiempo incorporaron productos que vienen de su finca en Traslasierra, con cultivos biodinámicos.

Aprovechan al máximo los recursos del terreno, dando énfasis a la fertilidad del suelo y la actividad biológica y al mismo tiempo, minimizan el uso de los recursos no renovables y no utilizan fertilizantes y plaguicidas sintéticos, para proteger el medio ambiente y la salud humana.


Más información: BIO Restaurant, Humboldt 2192 (esquina Guatemala)

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