Sobre llovido, mojado. Diciembre definitivamente merece un premio al remo: es que el mes aglomera una serie de situaciones que lo hacen por lo menos intenso.
Al cansancio de un año entero de obligaciones que cada vez se parece más a una especie de maratón, se suman otros aspectos propios de la época que se traducen en problemas psicológicos y físicos. Ansiedad, estrés y hasta depresión forman parte del cóctel con el que se suele despedir el año y que ameritan una serie de artilugios para no dejar la salud en la cruzada.
A este contexto, los últimos días del año suman eventos y reuniones y la necesidad de mayores gastos para afrontarlos, lo que produce cierto agobio.
“Estoy como loca. Si bien se suma el estrés, el cansancio de todo lo que ha pasado durante el año, da ansiedad porque termine pronto para tener un respiro”, dice Cintia (37), quien reconoce que con su esposo suelen fijarse objetivos a alcanzar en el año y que generalmente logran concretarlos los últimos días de diciembre. Por ello este mes viene cargado de un nerviosismo especial y a las Fiestas llegan generalmente extenuados.
“Siento agotamiento y alivio a la vez cuando voy cerrando cosas... como por ejemplo que mis hijos hayan terminado un nuevo año de inglés”, cuenta Mariela (42).
Este relato puede repetirse infinitas veces y es que para la psicopedagoga y psicóloga Nancy Caballero, “se junta un poco de todo: el cansancio, las presiones, un balance del año que termina y se plantean cosas para el año que viene”.
Además, “si bien los festejos son algo lindo, en vez de vivirlos bien, como son muchos se terminan sintiendo como una obligación ya que pueden juntarse varios en una semana”.
Por su parte, la psiquiatra Celia del Canto asegura que en esta época se producen más consultas porque aparecen ciertos síntomas como alteraciones en el sueño, irritabilidad, intolerancia y baja tolerancia a las frustraciones y situaciones de estrés, además de sentimientos de impotencia, desborde, alteraciones del apetito, algunos trastornos sexuales y en el ánimo, angustia y ansiedad.
Pero por otra parte, también es propio de esta etapa que muchos caigan en la automedicación para paliar el malestar, generalmente consumiendo ansiolíticos que no hacen más que enmascarar algo que en el fondo no están curando.
“A veces se intenta cumplir las metas que se propusieron a comienzo de año y en el último mes tratan de llegar al objetivo, pero se angustian y se frustran cuando ven que no van a poder lograrlo”, explica Celia del Canto.
El dinero para hacer frente a los gastos de fin de año es otro dolor de cabeza. Cintia comenta al respecto que lo pone en la balanza con lo que disfruta de las reuniones, por lo que no le importa endeudarse si es a cambio de pasarla bien.
Hay que agregar que esta es una época de reuniones familiares, las cuales muchas veces son motivo de conflicto o hacen recordar a seres queridos que ya no están, por lo que muchos suelen caer en la depresión.
Niños agotados
Para quienes tienen hijos el panorama es aún mas complicado. La necesidad de cumplir con los programas escolares exige a los chicos una respuesta que en esta época les resulta difícil dar. A eso se suman los festejos por el fin del ciclo lectivo, viajes y trabajos.
“Me gusta hacer todo lo de la escuela lo mejor que pueda y por ahí veo que si se me va un poco de las manos me pongo muy nerviosa. Y se junta que los chicos se sienten presionados. Mi hija ya no quiere sentarse a estudiar y hasta a veces se pone a llorar cuando le digo que traiga las carpetas”, relata Cintia.
Mariela, quien tiene 4 hijos, observa que sólo tienen ganas de jugar y se quedan dormidos en un sillón, pero prefiere evitar enfermarse y si no puede cumplir con algo del colegio a esta altura no se preocupa tanto.
Para Pablo (45), que tiene tres hijos, “la plata nunca alcanza y estamos todos locos. A eso se suman todas las actividades que tienen los chicos, a lo que hay que responder y genera angustia si no se puede”.
Todo es una cuestión de actitud, por eso Caballero destaca que el estrés tiene más que ver con algo interno, sobre cómo se toman las cosas, que por lo que ocurre en el entorno. Desde su punto de vista es importante no dejar de aprovechar los aspectos positivos que ofrece esta época del año y que ayudan a descomprimir. Una buena opción es aprovechar para pasar tiempo al aire libre y hacer ejercicio o trasladar la comida que se tenía pensada al patio o un parque.
La psicóloga concluye que “si bien hay más exigencias también hay situaciones que permiten desestresar: si me meto a un centro de compras en esta época es obvio que me voy a estresar”.
En cuanto a los niños, reconoce que les quedan los últimos trimestrales pero luego tienen tiempo bastante lúdico, incluso en la escuela, y eso es lo que hay que hacerles ver, que es el último esfuerzo pero también se pueden sumar otras actividades.
En cuanto a los adultos, dice que si bien es mucho lo que hay que hacer, “puedo ordenarme y descansar en una lista para no acostarme con todas esas cosas en la cabeza” y poder tener un sueño reparador.
Para salir airoso
La psiquiatra Mónica Cornejo, del equipo de profesionales de Hémera, una institución dedicada al tratamiento de los problemas que provocan la ansiedad y el estrés, dio algunos consejos.
- Planificar gastos. La falta de dinero es una de las mayores causas de estrés durante la temporada de las fiestas, por ello, lo ideal es fijar un presupuesto y no gastar más de lo planeado. A los niños se les puede explicar que algo que quieren es demasiado costoso y hay que evitar endeudarse para el resto del año.
- Elegir eventos. No es necesario acudir a cuanta reunión se organice, por eso es mejor ver las propias necesidades y acudir a aquellos que preferimos para poder disfrutarlos.
- Momentos de distensión. Pasar algo de tiempo solo, haciendo actividades relajantes como caminar, leer o escuchar música.
- Mantener un orden. Tener un horario regular de sueño, comidas y ejercicio. Limitar la cantidad de alcohol que se consume.
- Ayuda. Buscar asesoramiento profesional cuando la situación sobrepasa las propias capacidades.