Dicen que emociones condicionan el aprendizaje en el aula

Con aquellas que son positivas se logran mejores condiciones para la sociabilización y la adquisición de conocimientos. Dos profesionales proponen desestructurar y apelar más al juego, al arte y prácticas alternativas, de manera de alcanzar mayor empatía

Dicen que emociones condicionan el aprendizaje en el aula
Dicen que emociones condicionan el aprendizaje en el aula

Las emociones con las que se encare el proceso de aprendizaje incidirán en los resultados, por lo cual lograr que aquellas positivas estén presentes en este contexto permitirá resolver gran parte de los problemas por los que atraviesa la escuela actual.

Es lo que aseguran dos profesionales que trabajan con lo que llaman “cognición cuántica” que interpreta los procesos biológicos y de conocimiento como campos de energía que vibran a diferentes frecuencias compatibles con las emociones.

El médico y docente Juan Antonio Mussa explica que hay 7 fundamentales: ira, disgusto, miedo, tristeza, sorpresa, amor y alegría, y que estas últimas tres son las compatibles con la vida y se encuentran presentes en la naturaleza mientras que las otras son una creación de la mente humana.

Por ello, postula que hay que apelar a su administración así como mayor presencia de la afectividad en el ámbito educativo. “A través de ciertas estrategias tratamos de transmutar unas en otras; tiene que ver con el desarrollo personal pero se transmite en el proceso pedagógico”, explica Mussa quien también es docente, lo cual lo llevó a vincular sus conocimientos en ambas áreas.

Señala que debe hacerlo primero el profesor para por ejemplo llegar al aula con otra actitud, así podrá luego trabajarlo con los alumnos. De esta manera, se logra mayor empatía y predisposición.

Ya se ha avanzado en la aplicación de esta propuesta en tres instituciones de Malargüe, de donde es oriundo, y asegura que los logros son perceptibles.

En una de ellas, luego de dos años de trabajo se ha observado un mejor desempeño académico, mayor comunicación con el docente y entre los alumnos, además de una disminución de las situaciones conflictivas.

Para ello se apela, entre otras cosas a actividades artísticas, técnicas de respiración y de equilibrio energético o la práctica de  tai chi que realizan preferentemente al aire libre.

La escuela Gendarme Argentino, de Malargüe, es una de las que lo abordaron como un proyecto institucional al cual se sumaron todos los integrantes, incluso los directivos. Reconoce que la adhesión no fue unánime en un principio lo cual cambió al verse los resultados.

Verónica Morales, profesora de Lengua y Literatura y licenciada en Creatividad Educativa, acompaña a Mussa en la cruzada. Contó que ha trabajado en un Cejba con alumnos de menos de 19 años que tenían un historial de fracasos académicos y eran muy conflictivos.

“Se entusiasmaron cuando vieron cambios en sí mismos. Venían enojados por el contexto en el que viven y dificultades en lo educativo, de esta manera lograron manejar la ira”, señaló esta docente que detalla que prepara los contenidos en función de sus intereses.

Enumeró como logros destacados mejoras en las técnicas de expresión, en la comprensión lectora y desinhibición, respecto de lo cual señaló que se trata de un grupo vulnerable que se siente inseguro por estar estigmatizado.

Estos estigmas están presentes también en los docentes, de allí la importancia de que el abordaje comience por los profesores.

Desestructura

Estos profesionales están convencidos de que estas técnicas pueden permitir dar respuestas que la escuela actual no da. “Creemos que en dos años va a ser una herramienta útil para la DGE”, afirma Mussa.

Postulan la necesidad de desestructurar la enseñanza para incluir actividades más lúdicas. Morales consideró que “por la formación académica recibida, los docentes no está preparados para los chicos del siglo XXI que son tan diferentes a los anteriores”.

Por eso, los que deben hacer primero el cambio son ellos; también sostienen que se trata de un proceso en el que se van rompiendo estructuras arraigadas.

Consideran importante que los maestros conozcan el contexto en el que viven los alumnos, “esto es llevar la sociedad a la escuela”, subraya la licenciada y en este sentido cumplir primero con su rol de sociabilizar para luego pasar al secundario que es instruir.

“Una vez adquiridas las habilidades sociales surgirá sola la necesidad de aprender  por una cuestión innata”, apunta.

Otro concepto que destacan es el de “interaprendizaje” en el cual el proceso sea un ida y vuelta entre ambos actores, y no que sea unidireccional con el profesor como poseedor único del conocimiento.

Ya han escrito dos libros sobre su propuesta que han sido presentados en congresos internacionales. Con los resultados del trabajo de campo, están trabajando en el tercero.

Consideran un gran paso para instalar el tema haber podido dictar un taller ayer y hoy en la Facultad de Filosofía y Letras mientras que avanzan en gestiones para la creación de una “escuela diamantina” que seguirá esta estrategia; sería de índole privada, pero de acceso gratuito.

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