Amenazada de destitución, la presidenta brasileña Dilma Rousseff estudia la posibilidad de renunciar a su cargo y pedir al Congreso que convoque nuevas elecciones presidenciales el 2 de octubre, informó ayer el diario O Globo.
Expertos y sondeos estiman altamente probable que el Senado suspenda a Rousseff del cargo por hasta 180 días el próximo 11 o 12 de mayo, mientras es sometida a un juicio político por maquillaje de las cuentas públicas.
El proceso de impeachment ya fue aprobado en la Cámara de Diputados por fuerte mayoría el pasado 17 de abril, en medio de una tormenta política que conjuga intrigas y traiciones partidarias, una inmensa investigación por corrupción en la estatal Petrobras y la peor recesión económica en décadas.
Rousseff, una exguerrillera de 68 años que fue reelecta hace un año y medio, asegura que es víctima de un intento de golpe de Estado y hasta ahora ha insistido en que se aferrará a su cargo.
Pero su eventual renuncia puede ser una jugada de último minuto para forzar a renunciar también al vicepresidente Michel Temer, a quien Rousseff acusa de tramar en su contra para heredar la presidencia desde el día que sea suspendida por el Senado.
“Percibimos que el impeachment está avanzando y decidimos en el medio del camino encontrar una alternativa”, dijo el senador Paulo Paim, del oficialista Partido de los Trabajadores (PT), a O Globo.