La muerte del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, el pasado martes desató toda clase de debates, desde aquellos relacionados con su sucesión hasta los que tienen que ver con el destino del vínculo entre la Argentina y aquel país.
En el medio, se habló de lo que será del cuerpo del líder venezolano. Según se anunció durante la semana, el comandante será embalsamado y luego exhibido públicamente.
A partir de esta novedad, surgieron numerosas versiones y mitos sobre esta práctica milenaria que recibe el nombre científico de tanatopraxia (del griego thanatos = muerte y praxia = práctica). En nuestra provincia casi no se sabe nada sobre el tema, y de hecho sólo se practica en un único establecimiento (de los 50 que hay en el país) llamado “De la Merced”, en Maipú, y que funciona a la vez como tanatorio, sala velatoria y cochería.
Sus propietarios, Enrique y Guillermo Mangione, padre e hijo respectivamente, dieron detalles acerca de su extraña -al menos para el común de las personas- labor cotidiana. “Somos cuatro generaciones dedicadas a esto y los únicos dos matriculados de la provincia. Acá todo lo que se hace es profesional”, dijo Enrique.
Qué es la tanatopraxia
Para comenzar a explicar de qué se trata esta práctica es importante hacer dos aclaraciones. En primer lugar, hay que hacer una diferencia con la labor del taxidermista, ya que este trabaja con los animales a quienes luego de muertos se les saca la piel, la cual posteriormente es colocada en una escultura que se asemeja al animal original.
En segundo lugar, hay que saber que el embalsamado -o la tanatopraxia, en su definición formal- sirve para conservar el cuerpo de una persona fallecida para que pueda ser exhibida por más tiempo. Luego ésta debe ser enterrada en un cementerio o bien cremada y, salvo en casos excepcionales autorizados por el Estado -como en el caso de Chávez o Eva Perón, por ejemplo- el cuerpo puede permanecer en exhibición durante un período más prolongado. Es decir, que no se puede embalsamar un cuerpo y “mostrarlo” en una casa como si fuera un adorno más.
Tal como explicó Guillermo Mangione, la tanatopraxia es la habilidad de conservar el cuerpo para que pueda demorarse su descomposición final, dándole la oportunidad a los familiares que viven lejos, por ejemplo, de rendir el último homenaje al ser querido.
Desinfección del cuerpo
La técnica, que ya era utilizada por los egipcios, parte de la desinfección del cuerpo para su preservación. Es decir, se destruyen las bacterias, los hongos y los virus que presenta el cadáver, que son generadores del proceso de descomposición y otros que son productores de muchas enfermedades.
Esto se efectúa mediante una inyección de soluciones acuosas y químicos con germicidas, antisépticos y conservantes solubles en agua preparados por los Mangione, ya que son los únicos en el país que elaboran los productos de conservación. Luego, las inyecciones son complementadas por aplicaciones superficiales o directas en los tejidos.
En síntesis, lo que se logra con esta técnica es la fijación de los tejidos, produciendo una desinfección total del cuerpo, conservándolo y coloreando las células para restaurar el color natural de la piel, retardando la descomposición y evitando malos olores y pérdida de líquidos en un cadáver. “Una tanatopraxia normal dura semanas, meses e incluso años en buenas condiciones”, argumentó Mangione.
Y agregó: “El proceso de embalsamamiento en condiciones normales dura sólo 45 minutos. Pero puede llegar a demorar hasta 10 horas”.
Beneficios post mortem
El tanatólogo mendocino indicó que en su establecimiento se realizan 30 embalsamamientos por mes, con un costo promedio de 1.500 pesos. El valor depende del tipo de trabajo que haya que realizar -y su duración- ya que esta técnica trae aparejado el arte restaurativo, que consiste en recuperar al cuerpo para darle una apariencia semejante a la que tenía en vida.
“Generalmente, no es fácil sobrellevar la muerte de un ser querido, y mucho menos si éste padeció una enfermedad de larga dolencia, por eso este proceso estético”, explicó Mangione, quien además es presidente de la Cámara Argentina de Tanatopraxia.
Por eso, el especialista explicó: “Es muy necesario (el embalsamamiento) ya que en los tiempos que corren cada vez son más las muertes violentas y estas técnicas nos permiten restaurar un rostro hasta con una pérdida del 30% de sus partes óseas y musculares. Esto significa que una familia que sufre este tipo de desgracia puede acceder a la posibilidad de asimilar y elaborar correctamente el duelo porque les permite poder ver al difunto, lo cual de no realizar este trabajo, es imposible exponer en velatorio un cuerpo en tales condiciones”.
Por otra parte, existen leyes internacionales de traslado de cadáveres reglamentadas por la I.A.T.A. (Asociación Internacional de Transportes Aéreos) para su repatriación, que exigen la realización de la tanatopraxia. “Además, permite cuidar el medio ambiente, porque evita la contaminación de la tierra y de las capas freáticas”, informó Mangione, y agregó que “no solo conserva un cuerpo sino que también conserva las causas de su fallecimiento, favoreciendo la medicina forense y a la justicia en la realización de pericias futuras”.
En Estados Unidos y otros países, al 99% de las personas que mueren se les practica la tanatopraxia, en Colombia a un 65% y en Brasil a un 55%, mientras que en la Argentina solo a un 2%. “No nos olvidemos que las empresas de servicios funerarios son empresas de servicios socio-sanitarios y en la mayoría de los casos no se cumple ni con lo social y menos con lo sanitario. El profesionalizar las funerarias como en otros países desarrollados permitirá acceder en su totalidad a este fin”, aclaró Mangione.
El especialista también trabaja ad honorem en la facultad de Medicina de la UN Cuyo para la cátedra de Anatomía y por ello subrayó un último beneficio: “Es de suma importancia para el estudio de la medicina, ya que se preservan en perfecto estado todos los tejidos y órganos internos del cadáver para su posterior disección y estudio de la anatomía, conservando su coloración, textura y forma anatómica”.