Cuatro arquitectos, tres sanrafaelinos y una cordobesa, recorren el departamento los sábados para dibujar en papel obras arquitectónicas locales. Tienen más de 300 trabajos realizados con un valor histórico poco conocido.
Este grupo de amantes del dibujo está integrado por una mujer: Marcela Ponce, cordobesa afincada en San Rafael desde hace casi tres años, y tres varones: Livio Batistón, Edgardo Baldovin y Martín Rusca, quien en esta oportunidad estaba acompañado de su hijo “León”, como le dicen, de 9 meses.
Mostraron sus dibujos -más de 300- mientras amenizaban el encuentro con relatos sobre distintas interpretaciones de una misma figura o lugar, interrumpidos de tanto en tanto por el llanto del bebé y su paso de brazo en brazo.
Un viejo vagón del siglo XIX, en la casa de Livio Batistón, sirvió de escenario para reunir a estos cuatro arquitectos, de distintas edades, visiones y formas de ver cada paisaje, edificio u obra arte, y plasmarlos en un papel para reflejar a través de estos trazos “la cultura que no se ve, no se muestra y pocos aprecian”, dicen.
Desde hace más de tres años -cerca de cuatro-, se juntan y se trasladan con el destino elegido previamente, dispuestos a dibujar algún lugar de los tantos que han recorrido. “Arrancamos en la Ciudad con la temática del paisaje urbano y pasamos al rural, porque hay poca distancia entre una y otra, y con esa modalidad fuimos buscando variantes para dibujar”, explicó Livio.
Los lugares son preferentemente en San Rafael y los plasman cada uno en sus papeles. La visión del lugar, el juego, el color, la composición y las imágenes que se posean en ese momento, las desandan con cada trazo, los estilos arquitectónicos, lo que se ve y lo que no se ve comparado con una cámara de fotos.
“A veces dibujar algo me lleva quince minutos y en otros demoro más, pero depende del lugar, lo que quiera mostrar y hasta cómo me levante”, aclara Martín, el más joven de los cuatro y el que inició esta “costumbre” de dibujar todo para incorporar luego a sus colegas después de trabajar en soledad por más de seis meses.
Un dibujo en sus distintas facetas puede dar miles de interpretaciones, significados y apreciaciones de quien lo observe y analice. “Éstas pueden ser como el arte mismo, una forma de expresión, el ojo crítico de cada uno y muchas más”, explican.
“En realidad se busca mostrar con cada línea o dibujo a quienes lo quieran apreciar, la variable que existe en San Rafael y el sur mendocino y que poco y casi nada se conoce, de las obras arquitectónicas que se desparraman por el inmenso oasis sur provincial”, destacan.
“Ese dibujar puede hacerse con la técnica de grafito, tinta, acuarela, pasteles o combinar varias formas sobre papeles que también son variables: blancos, más opacos, madera, negros, depende qué queramos dibujar, de la luz que haya y de si tenemos en ese momento. Generalmente los compramos en Buenos Aires o Chile; algunos pinceles llegan desde China y a veces hay que esperar más de 45 días”, señala Edgardo mientras hojea una de sus carpetas con los dibujos.
El objetivo es desarrollar la capacidad de dibujo que tienen y usarla, como así también divertirse dibujando y no llegar al acabado, sino que a veces son tres o cuatro dibujos de un mismo lugar.
“Cuando dibujo lo hago siempre de una sola vez; no me gusta retocar los dibujos, si no le sacás esa impronta que le diste la primera vez. Es como sacar la foto de una y que salga como salga”, agrega Marcela Ponce a la opinión de Martín.
Edgardo, en tanto, con su carpeta llena de dibujos, reconoce que hay algunos que no le gusta mostrar. “No son de mi agrado porque creo que algo les falta y pienso que cuando los vean no les van a gustar”, fundamenta.
“Cuando hicimos una exposición en noviembre del año pasado le pusimos ‘La otra belleza’, porque la gente empieza a ver muchas cosas que con el tiempo se fueron perdiendo”, coinciden los cuatro artistas.
Los sitios que quedaron plasmados para siempre
Algunos de los dibujos que han realizado reflejan el ferrocarril de Monte Comán, estaciones de varios lugares de San Rafael, bodegas como las de las calles Jensen, Sardi, la fábrica Inca en Cuadro Benegas, Bombal, Bianchi, López, en calle San Isidro y Deán Funes, el Ejército Argentino en Cuadro Nacional, las oficinas de Correo en Capitán Montoya y la ex Covisan en avenida Balloffet, entre muchas otras.
“A mí me gusta el cómic -dice Martín- y mis dibujos siempre tiran para ese lado, los de Livio o Edgardo son dibujos más artísticos y tienen otra impronta”, detalla.
Marcela apunta: “Yo voy porque me gusta aprender, la historia. Me enriquece como persona y va mucho más allá del dibujo de lo que ellos están contando y desde afuera lo veo; es algo espiritual y aprovecho las historias que surgen del ir a dibujar”.