"Hace diez años, una vez que yo sufría de un dolor en las cervicales, mi sobrina -hija de mi hermana- me dijo que como su marido había estudiado educación física, me podía hacer masajes. El chico, de por entonces 20 y pico de años, fue a mi casa teóricamente a masajearme. Yo estaba con mis hijos esa mañana y pensé que no iba a pasar nada raro. Pero no, cuando en mi cuarto comenzó con los masajes, en un momento me bajó la calza. Yo, por mi hermana y mi sobrina, solo atiné a darme vuelta y a no dejarlo seguir. Le dije que se fuera sin hacer escándalos. En esa época no estaban en boga las denuncias por abuso, ni el género ni nada. Me hice la tonta".
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Quien habla es Antonia, la mujer que hace dos semanas denunció que su acosador se metió en su casa después de meses de situaciones violentas y extrañas que vivió básicamente por el acoso del hombre por redes sociales y por teléfono. Hoy el sujeto tiene 38 años, es agente penitenciario y está detenido por el delito de acoso sexual en la Penitenciaría. Y es el ex marido de su sobrina, el hombre de los masajes.
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"Dos años atrás, comienzo a recibir mensajes de Facebook que venían de cuentas evidentemente truchas. Las personas con perfiles falsos eran dos mujeres y tres varones. Los varones, de a poco, me comenzaban a enviar mensajes y fotos de tono sexual pero no violentamente; por ejemplo, uno de los personajes decía ser fotógrafo y enviaba fotos de lencería femenina. Las "chicas" de la cuenta también me mandaban ese tipo de fotos. Después esta persona comenzó a armar grupos de Facebook con mi nombre. Luego se puso el nombre del primer novio de mi sobrina y el asedio continuaba. Yo contestaba preguntando quién era. Pero de a poco me di cuenta que todos los mensajes eran escritos por la misma persona: la misma manera de escribir y los idénticos errores ortográficos me dieron la pauta".
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Para entonces Antonia ya se había dado cuenta de que los mensajes eran del ex de su sobrina. Pero al igual que antes, procuró mantener la situación al margen del conocimiento de su hermana y de su misma sobrina. Ella sabía que el penitenciario tenía problemas con el consumo de drogas. Y en febrero del año pasado fue denunciado por su mujer (la sobrina de Antonia) por un caso de violencia de género. En el juicio, el sujeto recibió una pena de un año y un mes de prisión en suspenso por lesiones dolosas en perjuicio de su ex pareja.
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"El año pasado, las amenazas pasaron también al Whatsapp. Una vez que yo estaba en Buenos Aires por cuestiones de trabajo, comenzó con los mensajes y las llamadas, todas en horario de madrugada. Me decía cosas sexuales y de pronto pasaba a amenazas de muerte. Me decía que si yo quería matar al tipo que me acosaba (o sea él), él se ofrecía para hacerlo. Modificaba su tono de voz para que no lo reconociera pero yo sabía que era él. Lo bloqueé pero después se comunicaba desde otro teléfono. ¿Dónde estás?, me preguntaba. También me dijo que había sido albañil en mi casa y que lo perdonara porque me espiaba mientras me bañaba".
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A principios de este año, el hombre hizo un Facebook falso del periodista Lucas Jerez (trabajó en Canal 9 de Mendoza y hoy vive en Buenos Aires). Las fotos -según consta en la denuncia radicada en la Oficina Fiscal 5 de Las Heras- eran del mismo Jerez con fotomontajes en el que el periodista salía -en algunos casos- en sunga. Allí, la intromisión incluyó a una hija de Antonia, una chica de 25 años, a quien el penitenciario también comenzó a hostigar
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"Como ya todo se estaba tornando demasiado complicado, fui a la Oficina Fiscal 5 e hice la denuncia. Me tomaron el caso como amenazas simples. Llevé las capturas de todo lo que me escribía a mí y a mi hija. Después, desde la fiscalía me dijeron que lo fueron a notificar pero que no lo encontraban. Un día después volvieron las llamadas por Whatsapp: "Atendeme", me escribía; fueron dos horas de acoso permanente de madrugada".
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El sábado 21 de abril a las 9 de la mañana, los perros de Antonia ladraban pero no se iban de al lado de su cama. Su padre, que es ciego, tomaba mate y escuchaba radio. La hija de Antonia se disponía a tomar una ducha. Cuando ingresó al baño notó el piso algo sucio. Y cuando abrió la cortina para echar a correr el agua de la ducha vio al penitenciario parado contra la pared. La chica gritó llena de pánico. El hombre la corrió y salió del baño y se fue por la puerta de entrada. Se subió al auto y se fue. Luego algunos vecinos que declararon dijeron ver al hombre que se trepaba por la medianera para ingresar a la casa.
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"Ese mismo día volvimos a la Oficina Fiscal 5 con mi hija. Pero le tomaron la denuncia a ella: "violación de domicilio" pusieron. Y me dijeron que volviera a casa, "que no era tan grave". Después de que el caso salió a la luz en el diario Los Andes el lunes siguiente, creo que todo se precipitó: lo fueron a buscar y esta vez lo encontraron y lo detuvieron. Ahora está preso".
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El penitenciario fue detenido el 24 de abril debido a las dos denuncias -más las veces en que no se presentó ante la fiscalía y fue considerado en rebeldía-, perdió la condición de "pena en suspenso" por la condena por amenazas dolosas y ahora deberá purgar su pena de manera efectiva.
Antonia, que durante unas noches después del suceso del baño vivió en un hotel con su familia, ahora ha vuelto a su casa y la ha enrejado toda. Pero tiembla cada vez que en su celular aparece un Whatsapp.