Su desembarco en el noticiero central de la Televisión Pública de Argentina no pasó desapercibido. Aunque Diana Zurco lo vive con naturalidad como parte del trabajo profesional, ser la primera locutora y periodista trans que cumple un rol central en un envío de noticias es un precedente para la pantalla nacional.
Tomó la decisión de estudiar locución a los 32 años y luego de egresarse como Locutora Nacional en el ISER comenzó su camino en los medios. Radio Ciudad fue el primer medio que le abrió las puertas como locutora del Servicio de Noticias en AM 1110. En la actualidad combina su desempeño como locutora en la Once Diez del dial porteño y su tarea como periodista junto a Ariel Senosiain y Gabriela Previtera en Televisión Pública Noticias, de lunes a viernes a las 20.
Lejos de encandilarse con la popularidad que le da la televisión, Diana Zurco es una laburante, una comunicadora que sorteó barreras por su identidad de género, pero que hoy quiere ser un faro para los miles de trans, homosexuales y lgtb en buscan más y mejores oportunidades.
A sus 39 años no abandona Hurlingham, la ciudad donde creció y vive junto a su mamá y su hermano menor. Allí fue a una escuela católica, despuntó su ductilidad con la voz en el coro del colegio, grababa publicidades como un juego de niña y hasta pintó murales en lienzo como primer rebusque laboral en su etapa de crisis en la adolescencia.
Un camino individual y colectivo
Diana Zurco tiene claro que su experiencia no es la del común de chicas trans, por eso sabe del valor de tener un rol periodístico en la televisión.
"Hoy más que nunca tenemos que ser cautos con la información, en un momento de crisis mundial el periodismo tiene que colaborar con ese aspecto", enfatiza sobre el rol del periodismo en la Pandemia.
-Llegó la noticia hasta en The New York Time, ¿Cómo lo viviste?
-Por un lado con toda la humildad del mundo lo vivo como una manera natural, por el hecho que soy una profesional. Y como es mi trabajo y tengo mucha responsabilidad por la tarea, estoy acostumbrada a la responsabilidad que conlleva. Además tengo un trayecto en radio, donde se marcó un hito como la primera locutora trans en egresar del ISER.
Previamente a mis estudios en el ISER a los 32 años trabajé varios años para una cadena de belleza en Buenos Aires y Ciudad, donde comencé como asistente de peluquería, el escalafón más bajo. Ese fue mi primer trabajo y siempre me destaqué; vengo de una familia donde mi padre tenía comercio, entonces aprendes esto de la atención al cliente y la comunicación. Tal es así que me atraía otra área de trabajo de la empresa, como telefonista o cajera.
Y llegué a ser jefa de personal de la sucursal más grande de la empresa. Y ahí también marqué un hito sin saberlo, fue algo nuevo en una empresa grande, donde percibí que la gente no estaba acostumbrada a tener en un puesto de jerarquía a una persona trans. Y tuve algunos roces, con el pre concepto que la palabra de un trans, gay, homosexual tiene menos valor. Y esa es la percepción que tenía.
Como ya vengo con ese registro se transformó en un patrón interno en mi vida y se gestó un costado de mi personalidad. La lucha es colectiva e individual. Colectiva porque para muchas cosas las personas trans y lgtb del país nos conformamos como un bloque de lucha para que se reconozcan los derechos. Y el camino individual es lo que ponemos cada uno de nosotros con nuestro trabajo. Si yo no soy una persona responsable con el trabajo, el estudio más allá de las limitaciones no hubiese avanzado.
-La visibilidad que te dio la televisión es llamativa, ¿cómo lo transitás?
-Nuestra comunidad trans históricamente es postergada, vapuleada, estigmatizada y por esa triste realidad hoy se perciben estos avances como algo novedoso, porque rompemos esa excepción a la regla, cuando tendríamos que ser la regla y no la excepción. Soy consciente de eso y por eso tengo el compromiso.
Tengo una lectura positiva, pero a veces uno se pregunta porque tenés que estar bajo la lupa, como le pasa a la mujer cuando adquiere un lugar de jerarquía por el hecho de ser mujer te miran desde otro lugar. Eso de dar el examen permanente. Creo que nos tocó el trabajo de hormiga y afortunadamente las compañeras van alcanzo lugares y las pocas que estamos tenemos que tejer una red, un entramando de posibilidades. O al menos desde la palabra, desde el mensaje, un abrazo de inclusión.
Yo no me quiero quedar con el título o encabezado de cualquier diario como “La primera periodista”. Yo quiero ser la primera de muchas, porque abogo por eso y alcanzo lugares que salgan del estereotipo. Se pensó históricamente a la personas trans en determinado rol en la televisión, como el entretenimiento o el humor. Y sin ir en desmedro de lo que hacen, digo: “¿Por qué no más lugares?”.
En la humanidad siempre hubo evoluciones sociales. Los cambios estructurales que se pueden remover desde las bases sociales, no dependen solamente de una legislación. Estos cambios sociales van acompañados por un cambio que lleva más tiempo, que es el prejuicio, el estigma, toda una concepción que aún parte de la sociedad lo tiene. Yo no me puedo desentenderme que sigue habiendo una gran parte de la sociedad que nos sigue viendo como enfermas mentales, como una amenaza de la familia ¿Por qué? Si yo también defiendo la familia. Mi lucha es contra el pensamiento anti trans no contra las personas. Eso hay que pulirlo.
-¿Creés que con las nuevas generaciones tenderá a desaparecer?
-No es lo mismo la ciudad de Buenos Aires que una ciudad de Tucumán o Salta. No voy en desmedro, si no que según en qué lugar vivas es un poco determinante como será tu vida. No es lo mismo una persona trans que vive en Buenos Aires comparándolo con un trans que vive en un pueblo de Tucumán, una sociedad más conservadora. El contexto lleva un poco el camino y lamentablemente no es casual que como se les cierran las puertas laborales, la única salida sea la prostitución. No es casual como los travesticidios, los femicidios. Todo eso es coyuntural.
-Tu convocatoria para que trabajes en la Televisión Pública, ¿lo viste como un gesto político más allá de tu capacidad como comunicadora?
-No diría gesto política. Si vos me llevas a ese terreno te diría que es una política de hechos. Que a mí me llame Daniel Migues, el Gerente General de Noticias de la Televisión Pública para comentarme la propuesta, junto con Eliseo Álvarez director del canal y Rosario Lufrano, yo estoy agradecida con ellos. Y ellos me hablaron de esto, de la idea de abrir la perspectiva de género en el canal.
Y me dijeron algo muy lindo: “Diana no te convocamos por el mero hecho que seas trans, si no porque sos una profesional y queremos que lo sepas. Queremos abrir la perspectiva pero con una profesional de los medios”. Y eso me pareció algo acertado, por eso te hablo de una política de hecho, porque al abrir el juego está reflejando hechos y no palabras. Una apertura plural, donde mi presencia interpela y refleja una oportunidad.
Me escriben chicos y chicas de todo el país, de otros países para decirme que los represento, porque sirve como un ejemplo para ese chico o chica que está deprimido y no tiene esperanzas del mundo. Porque son o se sienten distintos a la media y abandonan los estudios. Desde las primeras charlas que comencé a dar en los colegios me escriben: “Si vos pudiste yo puedo”. Es muy fuerte y me sigo emocionando, porque fui más allá de lo que esperé.
-¿Tenés algún anhelo como periodista?
-Cuando empecé la carrera de locución siempre tuve esta cuestión lúdica, me grababa de muy chica, hago voces, me gusta mucho el doblaje y tengo ese costado artístico. Y tengo esa ductilidad en las voces para hacer personajes y es algo que me gusta porque siempre fui creativa desde chica. Y eso se corporalizó en la voz. La decisión de estudiar locución fue por ese lado, para hacer publicidad, doblaje. Pero la profesión me llevó por el lado de la radio y comencé en las grandes ligas, en el servicio informativo de radio Ciudad.
El periodismo es el que me abrazó y me vino a buscar. Y me encontré con la grata sorpresa que amo todo lo que hago, me encanta hacer publicidades, amo mi profesión y hoy estoy en esa parte fuerte que el periodismo. Que tiene un lenguaje distinto. Todo esto me sorprendió y me abrazó, y hoy estoy ejerciendo este rol que me encanta, pero la cuestión artística queda ahí.
-Vivís en la misma ciudad que creciste, ¿conservas amigos de la infancia?
-No. Ahora me pasa algo particular porque me escriben chicos del secundario felicitándome. Y me llamó la atención que muchos que no sabían que viví la discriminación y que no se daban cuenta de lo que me pasaba. No conservo amistades de esa época, pero se dio de esa forma.
En cierto modo también me alejé y se dio. Porque cuando nos juntábamos con los chicos del secundario y comencé a percibirme como Diana noté un cambio en ellos. Y ya no me llamaban para las reuniones. Entonces: ¿Quién fue la que se alejó? ¿Yo o me fueron alejando? Y algunas de esas personas me escriben por las redes.
También hay otra cosa; es positivo que te llamen, que se den cuenta. Pero otra cuestión tiene que ver con el exitismo. Parece que cuando sos “visibles o triunfaste” aparecen muchas personas. Y ¿Por qué no aparecieron antes? Somos un poco eso, y no es una crítica, pero si una observación. Hay que replantearse y no ser tan exitistas, si no ser buenas personas, no hacerle mal al prójimo en los ámbitos en los que estamos. A mí no me sirve que una persona me diga que me felicita, si esa misma persona a la trans de su barrio no la saluda y la trata mal.