El malbec argentino es una “marca registrada” a nivel internacional y se ha convertido en el vino emblemático del país y, como tal, se sigue consolidando en el mercado mundial. Con el aporte de la ciencia y la tecnología es posible mejorar aún más sus atributos de calidad enológica y convertirse en un factor estratégico para el crecimiento y desarrollo sustentable de nuestra vitivinicultura.
Mi mejor homenaje en su día es renovar el compromiso de aportar a su mejor conocimiento intrínseco para lograr de él su máximo potencial enológico.
Mi gran sueño es dejar como legado a nuestra vitivinicultura un mapa sensorial de malbec, con base científica, que incluya cada rincón del país donde se lo implante.
Es parte de este compromiso encomendar a mis hijos que sigan trabajando con el mismo entusiasmo y amor a la tierra que sus bisabuelos quienes, fieles a su tradición de viticultores, plantaron cepas de malbec (uva francesa) que actualmente nos igualan en años y permanecen erguidas como testigos fieles de aquel desafío. A ellos les pido:
Leonardo: sin descuidar al resto de los cepajes nobles que albergan nuestros viñedos, continúa jugando con los clones del malbec, a los que como agrónomo cultivarás con una sólida base científica pero, a la vez, con un trato cuidadoso y personalizado para lograr su máxima expresión varietal en los más diversos terruños del país. Tu recompensa será el agradecimiento de una gran cantidad de taninos y antocianos que sólo así podrán ver la luz y que, de otra manera, permanecerían en el anonimato.
Mariano: utiliza tus armas de ingeniero para convertir la rigidez del cemento y del acero inoxidable en una estructura flexible y acogedora, dispuesta siempre a alojar la enorme variabilidad genética de este generoso cepaje y la diversidad de los suelos argentinos. Con la vendimia de cada año, nuestra bodega explotará en aromas, sabores y colores que tu fina percepción sabrá diferenciar y potenciar en cada uno de los vinos elaborados.
Alejandro: estudia en profundidad los hábitos del consumidor, sus gustos y preferencias, para que lo único que limite el deleite de tanta exquisitez sea la capacidad sensorial de cada persona, sin distinción de jerarquía alguna. Te resultará mucho más fácil después, idear el canal adecuado para llegar al consumidor y seducirlo al extremo de lograr un verdadero enamoramiento y, por qué no, un apareamiento entre la diversidad genética del malbec hecha vino y el refinamiento de cada paladar para apreciarlo y disfrutarlo.
Nuestra identificación con el vino viene de antaño y continuará en las generaciones por venir, por lo que la empresa familiar tendrá que ser sustentable en el tiempo. La misma pasión que impulsó a nuestros mayores a comenzar, es la que hoy nos moviliza a seguir sus huellas.
Aldo Biondolillo - DNI 8.140.626