Por Jorge Sosa - Especial para Los Andes
El troglodita Peter Cantropus Cuasi Erectus vio que a su vecino de caverna, Máximo Estalactita le sobraba una punta de espalda de mamut y le dijo: “Ug amonorog, acusi menudi”, que en su lengua significaba: “Te cambio ese pedazo de mamut por un cuchillo de piedra inoxidable”.
Fue ese el primer acto de comercio de la historia (pre). A partir de allí el comercio creció como los hongos después de la lluvia y se apoderó de las actividades de todo el planeta. La invención de la moneda facilitó las cosas, y en nuestro país crecieron los comercios desde el patacón al yaguareté. En todo pueblo, en toda pequeña aldea, hay comercios. En nuestro ámbito 4200 negocios tiene registrado el Centro de Empleado de Comercio.
Ahora el comercio se practica en absolutamente todos los lugares del mundo y es una actividad que influye, directamente, en el bienestar de las naciones. Mañana es el día del empleado público y, por gestión del su gremio, es día feriado para ellos, una conquista que pelearon durante años.
Me metí con su gente, hablé con muchos empleados y con el Secretario General del Gremio, Guillermo Pereyra y encontré buena onda, conformidad, aceptación, muchas veces, agradecimiento. Un gremio está para atender a sus afiliados, pero no solo en la defensa de sus derechos, sino en el perfeccionamiento, la protección, el crecimiento de cada uno.
Costó mucho rescatarlo de un pasado de desorden, adecentarlo, hacerlo refugio. Se partió de una deuda varias veces millonaria. Ahora los empleados de Comercio del Gran Mendoza, Luján y Maipú, tienen atención en la salud, en la recreación y en el estudio. El deporte y la cultura están presentes y dan sus frutos. Hacer turismo es una posibilidad cierta para los trabajadores. Los jubilados sienten una mano cercana a la que aferrarse. Hasta la vivienda está atendida en acuerdos con cooperativas formadas al respecto.
La palabra “gremio” proviene del latín “gremiun” que significa, seno, regazo, lugar en que naturalmente se recogen o sujetan varias cosas agrupadas. En definitiva, un lugar que protege, que da sustento a quienes tienen la misma ocupación en la vida. Muchas veces ese seno estuvo seco, mordido, sin leche o con mala leche, otras veces fueron varios los que se colgaron de una teta escuálida.
Cuando el país se pone espeso y no alcanza a todos, cuando la injusticia se mete por las rendijas de las humildes casas de los que ponen el lomo, son los gremios los que deben ponerse al frente de los reclamos. Pero no hace falta una injusticia para que el gremio funcione, debe hacerlo todo el tiempo, porque de la acción en conjunto, de la unión, ha de encontrar sustento la protesta, y porque, en definitiva, se trata de la vida y en el arqueo del tiempo valen todos los segundos.
Lo que hizo el troglodita aquel del que hablaba en el comienzo se fue extendiendo hasta hacerse un asunto de todos, todos los días: el comercio. No me preocupa el “cio” final, me alienta que sirva para “comer”. Comen de él decenas de laburantes que mañana festejarán su día, sin ofertas, sin facturas, sin vuelto y sin envoltorios. Como debe ser.
Todos los días confrontamos con alguno de ellos. Nos gusta que nos atiendan bien, que nos informen, inclusive que nos seduzcan. No es cierta aquella frase que dice “el cliente siempre tiene razón”, porque hay clientes tan engrupidos que hasta la razón pierden y eso no se recupera ni con la tarjeta de crédito.
Feliz día, menducos ligados a una de las actividades más antiguas del planeta, y que vuestro sueldo les dé para que ustedes no solamente vendan, también puedan comprar algo.