El 30 de junio de 1908, un asteroide de apenas 40 metros de diámetro impactó en Tunguska, Siberia, y devastó un área de 2 mil metros cuadrados, afortunadamente despoblada. La fecha fue elegida en 2015 para establecer un día con el objetivo de generar conciencia sobre el riesgo que estos objetos implican para la vida en la Tierra. La jornada fue reconocida por la ONU en diciembre pasado, por lo que ayer se conmemoró por primera vez el Día Internacional del Asteroide.
Aunque el de 1908 es el más reciente de efectos devastadores, apenas hace cuatro años, el 15 de febrero de 2013, otro asteoride se desintegró en la atmósfera, sobre la región de Chelyabinsk, también en Rusia. El astrónomo Walter García, fundador del grupo El Firmamento, resaltó que no superaba los 50 metros de diámetro y que no llegó a caer sobre la superficie, pero de todos modos produjo la liberación de una energía equivalente a la de una bomba atómica. Se oyeron diversas explosiones -a medida que se iba fracturando- y la onda expansiva causó daños en estructuras y heridos.
Ayer, Mendoza se sumó al Día Internacional con una actividad en el Microcine de la Municipalidad de Capital -organizada por la comuna y El Firmamento-.
Además de brindar información sobre estas “rocas voladoras”, se disertó sobre el riesgo de impacto y la importancia de avanzar en la investigación.
La mayoría de los asteroides más pequeños que se han descubierto, señala Walter García, han sido detectados por astrónomos aficionados, que son quienes observan constantemente el cielo. Y hasta ahora sólo se ha identificado el 1% de los que están en nuestro sistema solar. Por otra parte, se han catalogado los de tamaño importante (algunos superan el kilómetro de diámetro) pero hasta los de unos pocos metros pueden causar daños significativos.
De ahí que los creadores del Día del Asteroide -Brian May (el guitarrista de Queen y astrofísico), Danica Remy, Grigorij Richters y Rusty Schweickart- también lanzaran en 2014 la Declaración 100X, que apunta a incrementar el ritmo de descubrimiento de asteroides de más de 20 metros de diámetro. La iniciativa ya ha sido firmada por más de 22 mil personas y se encuentra en www.asteroidday.org/declaration.
Los asteroides, explica García, provienen del origen del sistema solar y son remanentes de la formación de los planetas. El cinturón principal se encuentra entre Marte y Júpiter, pero existen entre todas las órbitas. De hecho, hay un grupo que se conoce como NEO (por sus siglas en inglés), que son los objetos cercanos a la Tierra y cruzan la órbita de nuestro planeta.
Si bien estos cuerpos -la mayoría de compuestos de carbono, ferrosos o de hielo- se mantienen en sus órbitas, cuando otro objeto -como un cometa- se aproxima, puede alterar su recorrido. En ocasiones oscilan y retoman su camino, pero otras veces se precipitan sobre un planeta. Según sea su ángulo de caída, la fuerza gravitacional puede atraerlo o repelerlo.
Aunque el tasa de descubrimiento de asteroides potencialmente peligrosos es lenta, ya se ha probado tecnología para desviar su trayectoria. La sonda Deep Impact, que partió en enero de 2005, lanzó un proyectil a un asteroide cometa -que no se dirigía a la Tierra- para comprobar si era posible alterar su recorrido.
García indicó que apenas unos centímetros pueden marcar la diferencia, ya que se convierten en kilómetros cuando la distancia es suficiente.
En números
Tamaño. Hay menos de 1.000 NEOs (objetos cercanos a la Tierra en inglés) que superan el kilómetro de diámetro; entre 20 y 25 mil que exceden los 140 metros; y decenas de millones que tienen apenas unos metros de tamaño.
Frecuencia. Los grandes impactos de NEOs con la Tierra (asteroides de más de 1 kilómetro de diámetro que podrían causar extinción), ocurren cada 100 millones de años. Los impactos de objetos de un tamaño de 140 metros suceden cada 10 mil años. Pero cada día pequeños meteoritos llegan a nuestro planeta.
Objetivo. Más de 1 millón de asteroides tienen la capacidad de impactar en la Tierra y sólo se ha descubierto el 1% de ellos. La Declaración 100X busca incrementar la tasa de descubrimientos a 100 mil por año durante la próxima década.