Dispuestos uno al lado del otro, una escalera, un sol, una luna y una cruz hechos de pan rozan el techo. Un escalón y, por debajo, cinco figuras con sus respectivos nombres, elaborados en el mismo material, parecen querer alcanzarlos; mientras que cinco portarretratos con sus respectivas fotos completan el cuadro.
Todo, rodeado de calaveras, guirnaldas negras y violetas, así como por distintas comidas y bebidas. Así es el altar que la familia Vidal armó para su celebración anual del Día de los santos y del Día de los muertos, que finalizó ayer.
Se trata de una tradición muy arraigada en Bolivia, así como en otros países como México y Perú, que se conmemora en la provincia de la mano de sus inmigrantes. Para ellos, 1 y 2 de noviembre son fechas especiales que aprovechan para recordar a sus difuntos.
Todo comienza días antes, cuando las familias se reúnen para preparar las figuras de pan conocidas como turcu wawas. "Las preparamos haciendo unas masitas, son muñecos que representan a los fallecidos, por eso tienen su nombre", explicó Benedicta Herrera, parte de la familia Vidal y la señalada por todos como la "vocera oficial".
Con estas masas también se diseñan el sol, la luna, la cruz y las escaleras que representan la subida la cielo. "Nuestros abuelos nos contaban que durante estos días ellos vienen del cielo para ver cómo está la familia en la Tierra,por eso nos gusta recibirlos de la mejor manera", aseguró la mujer nacida en Bolivia pero hace 28 años vive en Mendoza.
Para el ritual, durante el 1 de noviembre a la tarde arman el altar en el hogar en el que además de los turcu wawas colocan guirnaldas, imágenes de calaveras y como alimentos. "Tenemos que recibirlos con agua, vino o la bebida que les gustaba tomar, así como sus comidas preferidas", detalló. En su mesa con mantel negro decidieron colocar, además cerveza, bizcochuelo, masitas, frutas, entre otros. "Nosotros con todo amor preparamos cada una de las cosas que les ofrecemos", remarcó la mujer.
Frente al altar la familia se reúne hasta el 1 a la noche y se vuelve a juntar el 2 desde temprano hasta aproximadamente las 14, cuando comienzan a "destumbar", tal como nombran al desarme de la mesa. "La costumbre es que a la hora de destumbar se reparte la comida entre todos los presentes", señaló Benedicta.
En su caso este año recordaron a cinco difuntos, entre los que se encuentra Lili Carmen Gutiérrez, su cuñada, quien falleció el 1 de enero de 2017 por una bala perdida. "Aunque su muerte fue trágica intentamos que no sea un día triste, sino que se celebra con mucha alegría y mucho amor. Estamos contentos porque creemos que ellos están presentes", dijo convencida. A su vez recalcó que el festejo es una excelente oportunidad para reunir a sus seres queridos.
"Por suerte somos una familia unida. Entre todos hacemos las cosas y compartimos, también este motivo para juntarnos", añadió.
David Anze, amigo de la familia Vidal, brindó más detalles sobre la celebración."En Bolivia se hace de distintas maneras de acuerdo con la provincia. Como lo hacemos nosotros es una forma de armarlo de la parte de Oruro, muy parecido al de La Paz, pero otros lo hacen de otra forma", precisó, a la vez que señaló que en Bolivia esos dos días son feriados, por lo que la gente puede dedicarse de lleno al homenaje a los difuntos.
"Acá tratamos de tomarnos los días para poder hacerlo", contó.El hombre llamó la atención sobre las hojas de palmera que se encontraban dispuestas tanto en la puerta de la casa, como en el interior, formando una especie de portal. "Simbolizan la entrada a las puertas del cielo", explicó.
A lo que aspiran tanto Benedicta como David es a que la tradición no se pierda. "Por eso se la enseñamos a nuestros hijos y nietos. La idea es transmitírsela como lo hicieron nuestros abuelitos y que siga de generación en generación", coincidieron.
Antes de destumbar, toda la familia Vidal y sus amigos se reunieron en un círculo frente al altar para elevar sus oraciones, no sólo para pedir por los cinco difuntos, sino por todos aquellos que los presentes desearan recordar.
Último adiós
Una vez finalizada la celebración en el hogar, las familias suelen aprovechar para visitar el cementerio donde descansan sus seres queridos. Por esa razón la necrópolis de Rodeo del Medio ayer lució más concurrida que de costumbre.
Hasta allí llegó Delia Barrientos, junto con toda su familia. Con coronas y banderines violetas y negros, así como flores y agua, se dispusieron a decorar la tumba del padre de la mujer. "En la casa realizamos un altar para homenajear a nuestros seres queridos que han partido y ahora que lo terminamos vinimos a visitarlos", relató la mujer. Previamente ellos cocinaron en su honor y rezaron por sus almas.
Para Delia se trata de un día especial, en el que por momentos se mezclan los sentimientos. "Es difícil de olvidar el dolor por la pérdida de un ser querido, pero también es muy importante recordarlos", aseguró.
En su caso además de este cementerio también aprovecharon para visitar el de Maipú donde tienen enterrado a otro ser querido. "Tratamos de tenerlos presentes siempre, pero este día es especial para hacerlo", destacó.
Sentada junto a varios ramos de flores en la puerta del cementerio de Rodeo del Medio, Argentina Andrada remarcó que se trata de un día de mucha concurrencia. "La gente viene a ver a sus difuntos porque lo tienen como una tradición. Hay mucha diferencia con la concurrencia de cualquier día de semana, pero igualmente cada vez vienen menos", deslizó.
Similar a la de “Coco”
Si bien se han realizado gran cantidad de largometrajes recordando el Día de los Muertos, una de las más recientes y recordadas es la película "Coco" de Disney Pixar.
Ambientada en México, el film animado detalla los rituales que se realizan para la celebración y cuenta una entrañable historia. En la misma su protagonista, Miguel, ingresa por accidente en la Tierra de los Muertos y sólo puede salir si un familiar difunto le concede su bendición.
Tres años de fallecidos
Tal como relataron los miembros de la familia Vidal, el Día de los Santos y Día de los Muertos se celebra hasta los tres años luego de fallecida la persona. "El primer año se hace un festejo mucho más grande, el segundo un poco menor y el tercero es más sencillo", precisó Benedicta Herrera. Pasados los años se los siguen recordando pero con mucho menor despliegue.