El 2 de noviembre no es un día más para mucha gente. En el calendario católico apostólico romano se conmemora en esta fecha el Día de los Muertos, y, como parte de la tradición, son muchos los que visitan los cementerios con motivo de rendir homenaje a sus seres queridos que ya no están.
Si bien esta tradición todavía se mantiene y sigue despertando la devoción popular, es innegable que no genera ya lo mismo que en la época de nuestros padres o abuelos. Poco queda de aquella ceremonia de hace más de un siglo, cuando familias enteras -vestidas de luto- se acercaban a las tumbas o mausoleos y rezaban junto a los curas, previo haber acomodado coronas o ramos de flores.
“Ya no vienen con coronas ni de luto como hacían nuestros abuelos. Más bien la gente se acerca a visitar y acompañar por una cuestión de respeto”, resaltó el director del Cementerio de Capital, José Curia. No obstante, destacó que cada 2 de noviembre se sigue oficiando una misa en la capilla del lugar y que no es poca la gente que se acerca para honrar a sus muertos.
“La misa se hace a las 11, pero la gente viene durante todo el día. Traen flores, acomodan un poco las cosas. Sigue siendo una cantidad importante la que viene”, siguió Curi, aunque reconoció que es menos de la que va en otras fechas especiales, como los días del Padre o de la Madre.
“Para el último Día de la Madre vinieron 1.800 personas, mientras que para el Día de Todos los Muertos suelen venir entre 500 y 600 personas, y la mayoría son mayores de 40 años”, agregó.
En contraposición con esta costumbre, Halloween (una tradición importada de EEUU) suma cada vez más seguidores en Mendoza cada 31 de octubre.
Esta fecha marca la víspera del Día de Todos los Santos: se conmemora el 1 de noviembre, después de la Noche de Brujas y antes del Día de los Muertos. De hecho, ayer se conoció un audio de WhatsApp en que un cura mendocino relaciona Halloween con Satanás.
Tradición religiosa
Rosana Aguerregaray (31) es becaria doctoral en el Instituto de Ciencias Humanas, Sociales y Ambientales (Incihusa) del Conicet, y ha estudiado lo que era la conmemoración del Día de los Muertos hace un siglo hasta hoy.
“Entre fines del siglo XIX y principios del XX, cada 2 de noviembre los familiares y deudos asistían a los cementerios para homenajear la memoria de sus difuntos. Este espacio se convertía en una verdadera romería de carruajes y peatones de todas las edades, sexos y nacionalidades.
Las mujeres asistían enlutadas con la típica ‘alfombrita’ y allí, ante la tumba de los muertos, recitaban las plegarias cristianas junto a la vacilante llama de las bujías (velas) y dejaban pruebas de cariño que consistían en ramos y coronas de diversas formas, dimensiones y materiales”, describió la investigadora.
Aguerregaray explicó que los sacerdotes también asistían al cementerio y participaban recitando responsos, que consistían en una oración compuesta de secuencias de Padre Nuestro y Ave María.
“Esto se hacía en beneficio del alma del difunto. Todo costaba centavos, y cuando el sacerdote pronunciaba las preces era rodeado por personas de diversos sectores, quienes lo acompañaban con fervorosos rezos. Además, se celebraban misas cantadas en capillas improvisadas en el establecimiento”, detalló.
Rememorando aquellas ceremonias, Aguerregaray destacó que los parientes adornaban las tumbas con coronas de mostacillas negras, lilas o blancas, y flores como pensamientos morados o rosas blancas -naturales o artificiales-. En tanto, las tumbas de “los angelitos” (niños fallecidos) se ornamentaban con guirnaldas de flores blancas, ya que eran emblema de inocencia y pureza.
En tanto, los sepulcros pertenecientes a los sectores más acomodados de la sociedad, se encontraban lujosamente adornados y presentaban el aspecto de capillas. Eran cubiertos con coronas de flores, cruces y emblemas violetas, velas y cirios colocados en candeleros de cristal, metal o cobre que alumbraban estos ‘monumentos’.
“Algunos de los panteones permanecían abiertos, y sobre los altares se colocaban blancos manteles e imágenes de Cristo”, completó la investigadora del Incihusa.
Los días posteriores a la muerte de un ser querido incluían una ajetreada rutina. El encendido de velas, oraciones, ayuno y dedicación de misas eran sólo algunas de las actividades, a las que se sumaba el luto que debían llevar los familiares o allegados del difunto, además de las privaciones a las que debían someterse durante el duelo.
“Estas prácticas, realizadas en el contexto de la celebración del Día de los Difuntos, tenían como objetivo conmemorar la memoria de aquellos que ya no estaban, pero principalmente buscaban acelerar su estadía en el Purgatorio, doctrina que aún seguía vigente en el imaginario social de la época. La población, que tenía una participación activa en el mundo de los muertos, desplegaba una parafernalia barroca para ayudar a sus muertos en el tránsito hacia el Paraíso y así otorgarles un descanso eterno”, cerró Aguerregaray.
La muerte secularizada
En sintonía con el director del cementerio capitalino, la investigadora del Incihusa destacó que algunas de estas costumbres se fueron perdiendo de a poco a lo largo del tiempo.
“Ha habido una transformación en esta práctica, acompañada por una transformación en el vínculo con la religión. Nuestros padres, de chicos, iban a cementerios o velorios. Pero hoy se busca deshacerse de todo lo más pronto posible”, indicó, y destacó que el hecho de que cada vez sea más común la práctica de la cremación, es un fiel reflejo de ello. “El vínculo con la muerte se ha secularizado”, sintetizó.
Un cura contra Halloween: "Es satánico"
La polémica ante cada 31 de octubre se revive. Esta vez, a través de un audio de WhatsApp, un sacerdote mendocino vinculó la celebración de Halloween con ritos de “satanistas, ocultistas y adoradores del diablo”.
El cura Miguel Ángel López D’Ambola se lo envió al grupo de los padres de chicos que van a catequesis en la parroquia Nuestra Señora de la Candelaria (Maipú). Sin embargo, el mensaje no tardó en propagarse.
“Observo con preocupación que aún en algunas escuelas se incentiva esta celebración. Esto me genera una pregunta: ¿Sabrán en realidad qué es lo que están celebrando? ¿Conocemos el origen de Halloween?”, se pregunta el sacerdote.
Y sigue: “Quizás les parezca una exageración, pero Halloween no es una fiesta inocente. Tiene un trasfondo de ocultismo propio de las corrientes satánicas”.
“Satanistas, ocultistas, adoradores del diablo se benefician con estas celebraciones”, advierte antes de llamar a celebrar el Día de Todos los Santos (1 de noviembre), “que todo es alegría, la virtud y son las cosas buenas las que se resaltan en las personas”.