Como cada 22 de noviembre, hoy se conmemora el Día de la Música en todo el mundo. La celebración es en honor a Santa Cecilia (patrona de la música) quien murió un día como hoy, pero del año 180 perseguida por el Imperio Romano debido a sus creencias cristianas.
Según la leyenda, cuando estaba por ser ejecutada entonó un canto como alabanza a Dios.
Han pasado 1.835 años desde que fuera condenada y 421 desde su designación como patrona (en 1594) y -como los tiempos- la música también cambió. Pero no únicamente en su composición, sino también la forma de escucharla. Porque ya no sólo los discos de pasta y de vinilo o los casetes son ‘vintage’, sino que también están empezando a serlo los CD, los MP3 y cualquier otro formato físico para almacenar música.
En la era del 2.0, el hábito de escuchar música por streaming (reproducida en tiempo real y almacenada en la ‘nube’, sin tener que descargarla en cualquier dispositivo) ha tomado un enorme protagonismo. Según un informe de Claro Música, en todo el mundo existen 41 millones de suscriptores a sitios que ofrecen esta posibilidad para escuchar música y 3 de cada 10 oyentes son “streamers”. Además, 92% usa servicios gratuitos de música y 1 de cada 5 oyentes elige además pagar por este servicio.
“Hace muchísimo que no descargo un disco, y ni hablar de comprarlo físicamente. Con el streaming, la música ni siquiera ocupa espacio en mi teléfono. Yo pago la suscripción a Spotify (45 pesos mensuales) y no me parece caro para lo que ofrece. Además, libero el espacio del teléfono”, destacó Alejandro (40), usuarios de este servicio.
Spotify, Deezer y el ya desaparecido Grooveshark son apenas algunas de las aplicaciones que ofrecen esta posibilidad, al tiempo que algunas compañías de telefonía móvil también lo disponen. En tanto, no son pocos los usuarios que recurren a sitios de videos (como Youtube) para escuchar música mientras hacen otras cosas.
Sonidos en la nube
“La ventaja de pagar en Spotify es que podés descargar listas para poder escuchar sin señal. Mi experiencia de usuario es muy buena. En casa no tengo equipo de música aunque sí parlantes. Entonces me conecto a Spotify con la tablet y conecto los auriculares”, siguió Alejandro.
“Uso la versión gratuita de Spotify y tengo la app en el celular. Si bien es un bajón que después de varios temas haya una publicidad -algo que se elimina con la versión premium-, me parece que está bueno que existan estos sitios. Porque si querés poner música en el celular, estás muy limitado por la memoria”, se explayó a su turno Gonzalo Quiroga (23), también oyente on line y quien conoció esta posibilidad hace varios años por medio de Grooveshark.
Retomando las estadísticas de Claro Música, en lo que se refiere a la industria musical en todo el mundo la rentabilidad por la venta de canciones en formato digital ya alcanzó a la de la música en formatos físicos (46% para cada una), mientras que sólo 8% corresponde a derechos sobre shows y utilización de canciones. Sin embargo, 34% de los “streamers” de música no están dispuestos a pagar por un contenido al que pueden acceder de forma gratuita.
Entre los músicos, este fenómeno también ha llamado la atención y las percepciones son bastante diferentes.
“Antes el traspaso era más lento: del disco al casete, del casete al CD, del CD al MP3 y así. Pero ahora el cambio es mes a mes, día a día”, indicó el músico mendocino Goy Ogalde, quien además tiene su propio sello discográfico (Kangrejoz Record). Sin embargo, y más allá del boom por el streaming, para el artista siempre habrá público que baje discos o temas.
“Hoy internet es tan rápido que la gente elige bajar en formato Flac (en la misma fidelidad en que se masteriza un disco). Y los músicos también optamos por subir en esa calidad. Esto ha beneficiado al músico y a sus trabajos, ya que los artistas pagan cerca de 100 dólares al año y tienen disponible su obra en todos los sistemas de streaming para que la gente la escuche en máxima calidad. Es otra herramienta para que los músicos puedan romper la cadena esclavizante con la discográfica. Y uno vuelve a tener en su celular la máxima calidad y se acostumbra al streaming, beneficiando al usuario”, indicó el ex Karamelo Santo.
Por su parte, Leandro Lacerna -músico y productor mendocino- reconoce que nunca terminó de adaptarse a la era del streaming. “Siempre he tratado de estar a la par de la tecnología, pero escuchar música con publicidad me altera. Yo soy de esos que sigue bajando un disco entero y lo lleva en el teléfono”, se sinceró.
“Quizás Spotify es el que mejor se adapta, pero Youtube no me gusta para sentarme a escuchar música. Será que tengo el oído caprichoso. Si es para una juntada con amigos, donde la música va a estar de fondo, sirven Youtube o Spotify. Pero para sentarme a disfrutar y escuchar un disco, no me adapto a este sistema en el que se pierde calidad”, agregó.
Otra de las posibilidades que brindan estos servidores es la amplísima oferta de artistas, géneros y estilos, todo en un mismo lugar. “Nunca he sido de esos que amamos el popurrí, el mezclado de varios temas y artistas. Trato de escuchar discos enteros, aunque lo que sí disfruto es poner el celular en ‘shuffle’ y sorprenderme con que salte de un tema al otro, pero entre los que yo tengo guardados”, siguió Lacerna.
“Me gustaba la era anterior de streaming, con Bandcamp o Soundcloud. En esa época era más independiente, más alternativa y era utilizado por las propias bandas. Pero ahora Spotify, por ejemplo, te pone lo que es el mainstream. Hay una variedad de 5 o 6 artistas priorizados, los que las compañías quieren que escuches”, cerró.
Carlos Cabo es cantautor y psicólogo, y desde su visión bidisciplinaria también se refirió a esta nueva era. “Los formatos tradicionales se han roto, no existen más. Antes comprabas todo un álbum. Pero las generaciones actuales mezclan y pasan del reggaeton al rock clásico.
Creo que tiene que ver con la cultura de que hoy nadie tiene paciencia y los jóvenes quieren algo y lo quieren en el momento. La tolerancia a la frustración es cero”, indicó Cabo.
“Hay una integración en que todos escuchan todo y eso es enriquecedor, aunque todo es más volátil y con poca profundidad. Las reglas de consumo han llevado a que cualquier elemento sea de consumo y se manejan con las reglas del mercado. Desde lo personal no me gusta mucho”, sintetizó.
Yo solo quiero "pegarla" en Spotify
Roberto Stharinger, sociólogo especializado en nuevas tecnologías, destacó que esta nueva forma de escuchar música es coherente con todas las tendencias de incorporar la tecnología en el día a día. “Es lo mismo que pasa con las series o a la hora de hacer las compras: toda la cultura se va adaptando, toda la evolución de lo digital apunta hacia la individualización y personificación del sujeto. Y es bueno y malo a la vez, porque por un lado lo aísla, pero le permite personalizar”, reflexionó.
Según explicó, en este contexto surge el concepto de “prosumidor”, ya que la persona no es sólo un consumidor pasivo, sino que también produce.
“La variación de las herramientas lleva a que hoy puedas comprar por tema musical o un disco entero. Lo que se adquiere al contratar Spotify es una licencia para poder escuchar música donde quieras y de forma personalizada. Y si bien enriquece a la industria, a la vez la vuelve muy efímera. El artista termina haciendo una carrera meteórica y desaparece. Ahora todo depende de ‘pegarla’ y transformarse en moda, todo es efímero”, agregó.
La mutación de las radios
En la era del streaming, las radios también se han visto obligadas a evolucionar. Al igual que con el consumo personalizado de música, los formatos y soportes físicos de radio han comenzado a replantearse su existencia. Y las radios on line, con transmisión por streaming, asoman como parte de un futuro que llegó hace rato.
El periodista Ernesto Ramos es uno de los responsables de Sontrip, una radio digital mendocina que hoy navega por la web y prepara su aplicación. “Surge por una necesidad nuestra de tener una plataforma propia. Con las nuevas tecnologías, la clave son las radios on line. Es una forma accesible de tener un canal de comunicación, ya que necesitás una máquina que esté prendida las 24 horas, un servidor de streaming, un dominio y un hosting de internet”, indicó.
Para el comunicador, la forma de escuchar música ha cambiado y también el formato físico, aunque el CD sigue siendo un elemento de culto para los melómanos. “Hoy es raro escuchar un disco entero. La mayoría de la gente se conecta a Spotify o a TuneIn, que es la posibilidad de escuchar radios de todo el mundo -desde aquellas grandes hasta otras que no existen por otro medio-. Ahora la música se escucha en formato digital, en los teléfonos. Y ya ni siquiera tenés que bajar el tema y ocupar memoria o espacio. Hay artistas que apuestan a meter sus obras directamente en Youtube o en Spotify”, analizó Ramos.
Los servicios más usados
Grooveshark. Fue uno de los impulsores del streaming, aunque cerró este año. A diferencia de otras aplicaciones, no contaba con ningún acuerdo con discográficas y su motor era el material que subían los usuarios. Eso motivó su fin tras una disputa legal. Llegó a tener un flujo de hasta 110 millones de canciones al mes, además de 35 millones de usuarios registrados.
Deezer. Surgió antes que Grooveshark (2006) y fue uno de las primeras que desembarcó en Argentina. Es líder en Europa con más de 10 millones de usuarios.
Spotify. Permite escuchar canciones por artista, por álbum o por listas de reproducción creadas por los usuarios. Ha firmado acuerdos con la mayoría de las discográficas y en junio de 2015 tenía más de 75 millones de usuarios activos (20 millones pagan suscripción).