Ramuelfo Salinas (70), protegido con un poncho y con atuendo de gaucho, no para aparentar sino porque él viste así, llegó temprano a la propiedad de Arturo Anaya (57) quien celebró su cumpleaños ayer en coincidencia con el Día de Campo en General Alvear, presentación oficial de la 35° Fiesta Nacional de la Ganadería de Zonas Áridas que se realizará en ese departamento del sur mendocino desde el 4 de mayo próximo.
Hombre de campo, Ramuelfo aprovecha cualquier oportunidad para volver, aunque sea en día de fiesta, a un lugar que le enseñó de esfuerzos, madrugadas heladas y sacrificios personales pero que también le dio satisfacciones.
“Originariamente este campo era de Metro, los dueños del supermercado. Yo vine cuando tenía cerca de 30 años, creo que por el 83 y hasta el 99 a trabajar como encargado de las 60 mil hectáreas originales con unas 2.500 vacas”, señala.
“Mi trabajo era controlar las carga y descargas de animales, cuando se “señalaba” al ganado (marcaba) y de todo el movimiento de hacienda. Después de la quiebra de la firma se vendieron divididas en tres campos y uno lo compró Anaya”, recuerda. “Yo me fui a mi pueblo natal de La Pampa, Santa Isabel, antes de la quiebra, pero me hice muy amigo de él (señala a Anaya) y de Alberto Sáenz, el otro comprador”, agrega mientras lo saluda porque se incorpora a la charla.
También recuerda anécdotas de su paso, muchos años, por el lugar y, entre ellas, resalta cuando le tocó salvar hacienda de los incendios, un flagelo que siempre azota estas zonas del secano.
“Recuerdo que ayudé a salvar muchas vacas que ya habían dado por perdidas. Yo dije: si me dejan las llevamos junto al alambrado y las sacamos. Perdimos algunos animales pero la mayoría se salvó. Ése es uno de los trabajos que realicé acá”, dice con evidente añoranza.
“La firma Metro -dice- en esa época era de avanzada. Ya se trabajaba como hoy se hace. Era uno de los pocos campos que en esos tiempos tenía severos controles de calidad. Por ejemplo -citó- era obligatorio lavar los camiones cuando se descargaban y volvían a cargar con animales. Eso no lo hacía nadie pero aquí sí”, dice con orgullo porque él era también encargado de esas supervisiones.
“Después se comenzó a avanzar en vacunación, controles de sanidad y otras cosas que no se hacían en otros campos”.
“Los obreros que trabajaban propiamente con los animales eran 8 pero hay que contar a los alambradores, molineros, albañiles y otras personas”, recuerda.
Pero ahora está jubilado y disfruta de la amistad que todos le demuestran.
Ramuelfo se casó con Alicia Benítez con la que tuvo tres varones y tres mujeres que ya le han dado 8 nietos.
Otra de las personas que fueron centro de atención ayer, fue el mismo propietario del campo, dirigente rural y también considerado un importante baluarte en la modernización de los campos y aprovechamiento del secano para la cría y engorde de ganado. A él se sumó también Alberto, que ya en su propiedad ha comenzado a explorar los beneficios del riego con pivot. Esto le permite sembrar granos como maíz y sorgo, que son guardados en silobolsas para alimentar al ganado.
Ambos empresarios coinciden en señalar los beneficios de estos sistemas para avanzar en la crianza de ganado de calidad para poder competir con la Pampa Húmeda y lo señalaron a Ramuelfo como un experto pionero en la cría de ganado. También hablaron de sus orígenes y de la actualidad.
Alberto señala al consultársele sobre las problemáticas, al igual que “el negro” Anaya como se lo conoce a Arturo en Alvear y San Rafael, que en la actualidad tienen una verdadera “invasión” de jabalíes. “Imaginémonos, (dice con una sonrisa), que estamos plantando maíz y sorgo. Ellos se alimentan de eso y hacen mucho daño”, acota con lo que coincide Salinas.
Ambos ganaderos, que no han ahorrado esfuerzos personales tanto monetarios como físicos (ellos y sus hijos), destacan que no están acostumbrados a pedir ayuda, aunque se han beneficiado con algunos créditos como los que otorgaba el Fondo para la Transformación (entre otros) pero que realmente lo que debería hacerse es actuar en los caminos ganaderos y en la electrificación del campo.
“Aquí empezamos al revés. Ahora ya tenemos los campos y los animales, así que habrá que completar la tarea con esas dos cosas. Es esencial”, concluyen mientras beben un yerbeado con Ramuelfo, a quien no dejan de elogiar y de presentar a “los jóvenes hijos” que recién empiezan en esas tareas. Salinas sólo sonríe y extiende su mano a modo de reverencia, para saludarlos.