Los sitios que habitualmente configuraban el espacio de recreación de los mendocinos han cambiando drásticamente su paisaje en el segundo día de la cuarentena obligatoria dictada por el gobierno nacional. Potrerillos, por ejemplo, lugar donde cientos de personas se reunían cada fin de semana -para pasar el día, comer un asado o realizar deportes acuáticos- se veía ayer desolado, casi irreconocible.
La ruta por Acceso Sur y luego por Ruta 7 se encontraba vacía a excepción de los camiones con patente chilena en viaje de regreso a su país. Por lo demás, muy pocos vehículos y ningún control policial.
Al llegar a la zona del dique el vacío era aun más intimidante, ya que la total ausencia de vehículos y gente, dejaba al descubierto inmensos playones de tierra y piedras.
El encargado de la estación de servicio que se encuentra en la rotonda -la misma que da ingreso a la villa- comentó que desde el viernes por la mañana la situación era la misma.
Sólo algunos camiones bajan de la ruta a cargar combustible para seguir su paso a Chile. El minimarket de la estación "se encuentra cerrado por orden de YPF a nivel nacional", según explicó. Los pequeños comercios de comida que se encuentran apostados a un costado de la estación de servicio -tipo foodtrucks- también tenían sus persianas bajas.
Unos metros hacia la zona del lago se encuentra la estación de Bomberos, donde un auxiliar de la Policía Vial y un auxiliar segundo de Bomberos. Ambos hicieron referencia con sorpresa a la desolación de la zona. "Esto nunca estuvo así, es raro" dijo el efectivo policial, pero reconoció que los días previos al anuncio presidencial "era como si no pasara nada".
Al parecer los mendocinos seguían concurriendo al lugar a pasar el día, mientras los efectivos debían advertirles uno por uno que no podían permanecer y debían retirarse: "nadie lo tomó a mal, la gente entendía, levantaba sus cosas y se iba. Pero a partir de las 0 del viernes, ya no volvió nadie más".
Algo similar ocurre en la Villa Potrerillos, donde los únicos comercios abiertos eran la farmacia y la despensa que se encuentran en el ingreso. Recorriendo sus calles pudimos apreciar que ni siquiera había personas en el patio o niños jugando en las veredas.
El camino de regreso fue por la ruta de Cacheuta con similares condiciones. La zona del puente colgante, donde los tradicionales kioscos de artesanías y locales de comida le daban un un colorido típico al lugar, estaban completamente cerrados.
El primer -y muy riguroso- control policial lo pasamos a la altura de la rotonda del Parque Benegas, en Godoy Cruz. Unos metros más allá, por Avenida San Martín frente al Maxi Carrefour, se veía un segundo control para una ciudad absolutamente vacía.