Di Stéfano, el eterno del fútbol

Cuando llegó a España en 1953, el Real había ganado solo dos títulos de Liga. A partir de allí su nombre quedó atado a la historia de las grandes campañas.

Di Stéfano, el eterno del fútbol
Di Stéfano, el eterno del fútbol

Cuando Alfredo Di Stéfano llegó a España, nadie había visto un futbolista igual. Las defensas no podían pararlo. Le llamaban la “Saeta rubia” y durante su etapa como jugador ascendió al olimpo del fútbol mundial.

Famoso por su puntería, habilidad y versatilidad, la brillantez de Di Stéfano iluminó el fútbol argentino, colombiano y en especial el español entre 1943 y 1966, período en el que anotó 789 goles en 1.090 partidos.

Fue la mayor leyenda del Real Madrid de las cinco Copas de Europa, y hasta sus últimos días se desempeñó como presidente honorario del club. El delantero argentino, surgido en River Plate, fue elegido mejor jugador de Europa en 1957 y 1959.

Su gran asignatura pendiente fueron los mundiales. Vistió las camisetas nacionales de Argentina, España y Colombia, pero nunca disputó una Copa del Mundo.

Algo que, de todas formas, no le impidió ser considerado uno de los grandes de la historia del fútbol mundial junto con titanes como Diego Maradona o Pelé.

Afincado en Madrid desde los años 50, Di Stéfano fue un futbolista tanto o más querido en España que en su Argentina natal.

“Me van a perdonar, yo sé que ustedes los españoles quieren mucho a don Alfredo, pero déjenme decirles que don Alfredo es nuestro, es argentino”, dijo Maradona en 2009 en una gala organizada por el diario Marca en la que coincidieron el propio Maradona, Di Stéfano y Lionel Messi.

Di Stéfano nació el 4 de julio de 1926 en Buenos Aires y comenzó su carrera en River en 1943, antes de unirse a Millonarios de Colombia seis años después. Ganó seis campeonatos de liga con ambos clubes, dos con el cuadro argentino y cuatro con el colombiano.

Con la casaca blaugrana

En 1953 el Barcelona dijo haber contratado a Di Stéfano después que llegó a un acuerdo de transferencia con River, que aún tenía los derechos del jugador. Sin embargo, el canje fue puesto en duda cuando el Real Madrid también negoció su pase, pero con Millonarios.

La Federación Española de Fútbol adoptó entonces una decisión tan salomónica como imposible, autorizando a Di Stéfano a repartir sus cuatro años de contrato entre los dos equipos.

Sin embargo, bajo el argumento de que estaba siendo presionado por el gobierno dictatorial del general Francisco Franco, el Barcelona decidió retirarse y permitió al Real Madrid contratar a un jugador que cambió la historia del club merengue y lo convirtió en el mejor equipo del siglo XX, según la FIFA.

El episodio de Di Stéfano contribuyó a encender la rivalidad entre Barcelona y Madrid, que en aquella época no era tan grande como lo es en la actualidad.

Con el alma merengue

Menos de tres años después de su llegada a la capital española, el Madrid de Di Stéfano conquistó su primera Copa de Europa tras derrotar al Stade Reims de Francia, en París, por 4 a 3. El argentino marcó en las siguientes tres finales y el Madrid estableció una racha de victorias sin precedente en esa competencia.

La última final de Di Stéfano en la Copa de Europa, disputada en 1960 en el Hampden Park de Glasgow, fue probablemente su mejor partido. Ante 127.000 aficionados, firmó un hat trick en el triunfo del Madrid contra el Eintracht de Francfort (7 a 3).

“Todo lo que hice lo hice por el Real (Madrid)”, afirmó Di Stéfano. “Revolucionamos la Copa de Europa con cinco títulos seguidos”. Ese mismo año ayudó al club español a ganar la primera Copa Intercontinental entre los campeones europeos y sudamericanos, con un marcador global de 5 a 1 sobre el Peñarol de Uruguay.

En sus últimos cuatro años con el Madrid, Di Stefano ganó otros cuatro campeonatos de Liga, para un total de ocho con él en sus filas.

El delantero encabezó la tabla de goleadores en cinco de sus 11 temporadas con el club, después de meter 216 goles en 282 partidos de liga. Anotó 49 veces en 58 partidos en competencias europeas, un récord del torneo que tardó más de cuatro décadas en ser superado.

“Alfredo andaba por todo el campo, sin una posición fija y siempre buscaba la forma de recibir el balón”, relató el defensor uruguayo José Emilio Santamaría, quien formó parte de aquel Madrid histórico.

“La prueba está en la cantidad de goles que hizo, porque siempre estaba buscando un espacio libre donde poder recibir la pelota”.

“Tenía resistencia, fuerza, entusiasmo, amor, fe. Me gustaba estar en todas partes: ser todo'', explicó Di Stéfano en una entrevista al deportivo argentino Olé. “En el Madrid, a la gente no le interesa si ganás sin haber jugado bien''.

Di Stéfano dejó el Madrid tras meter 454 goles en 684 partidos y se marchó a Barcelona, para jugar en el Espanyol, donde militó durante dos temporadas antes de retirarse a los 40 años.

El camino de la leyenda

El Madrid lo consideró una leyenda. Un espejo en el que mirarse y una inspiración en el concepto más atractivo y de buen fútbol que representa. En el 2000, Florentino Pérez nombró a Di Stéfano presidente de honor del club.

La ciudad deportiva del Madrid también lleva su nombre. Mientras que en octubre de 2011, fue elegido como el primer ex futbolista en integrar el Salón de la Fama de la FIFA.

"Él (Di Stéfano) nos mostró el camino, nos enseñó el estilo y los valores imprescindibles para lograr la fortaleza que nos ha acompañado a lo largo de toda nuestra historia", confesó Florentino Pérez en una ocasión. "Di Stéfano se convirtió en el primer gran icono universal del Real Madrid".

Nadie ha pesado tanto en la historia del fútbol español como él. “Alfredo cambió la historia del club y del fútbol, ayudó a transformar al Real Madrid y lo convirtió en la institución deportiva más grande”, aseveró ayer Pérez, en un discurso desde el palco de honor del estadio Santiago Bernabéu, día en que falleció la leyenda.

“Alfredo Di Stéfano es el Real Madrid, permitió crear el mito de este equipo, fue decisivo, determinante y cambió la historia de esta institución”. El océano Atlántico partió en dos el escudo de su nacionalidad. Pero para el Madrid es el principio y el final de todas las cosas..

El Mundial. Aquella cuenta pendiente

El viejo Alfredo Di Stéfano se terminó de apagar en los tiempos definitorios del más joven de los Mundiales de la FIFA, que nunca pudo tener a la figurita difícil de la “Saeta Rubia” para su selecto álbum, la única.

Di Stéfano es para muchos un integrante del podio de los mejores jugadores de la historia del fútbol, para otros, como alguna vez afirmó Enrique Macaya Márquez, directamente fue el mejor de todos.

Al gran Di Stéfano, a quien el Real Madrid elevó a la categoría de héroe, las ausencias en los mundiales le vinieron por  varios motivos. La Saeta fue una figurita difícil porque por cuestiones de celo político Juan D. Perón impidió a la AFA a mandar un seleccionado a Brasil del ‘50 y allí Argentina desperdició la gran chance.

Pero ese Di Stéfano que perdía el porteñismo de Barracas a medida que ganaba acento español, pese a su decir cerrado, no pudo estar con la “Roja” en la sita ecuménica del ‘58 al no clasificar y cuando estaba a punto de jugar en el ‘62, convocado por otro argentino, Helenio Herrera, una lesión lo dejó fuera casi con el pitazo inicial.

Ya no había tiempo para Inglaterra ‘66 porque los 40 almanaques que se le venían le habían quitado esa velocidad que lo hizo único. Lejos de aquellos tiempos, la FIFA mira a lo lejos cómo se apagó la estrella que nunca lo tuvo en el firmamento de sus mundiales.

Alfredo, jugador de toda la cancha

Como jugador del Real Madrid, Di Stéfano era el encargado de defender, trasladar y distribuir el balón, asistir a los atacantes, y por supuesto, también llegar al gol, en una definición de su múltiple capacidad en todos los terrenos.

Durante esos años, el jugador nacionalizado español, en 1956, ayudó a ganar cinco Copas de Europa de Clubes consecutivas entre 1956 y 1960, ocho Ligas españolas, una Copa Intercontinental, una Copa de España y dos Copas Latinas, en uno de los ciclos más brillantes en la historia del popular club madrileño.

En su carrera, la “Saeta Rubia” defendió dos selecciones: la de Argentina -con la que ganó el Campeonato Sudamericano de Ecuador 1947 con un plantel de oro que arrasó con casi todos sus rivales y en el que anotó seis goles- y la de España, para la que marcó 23 goles en 31 partidos.

Tras decirle adiós a las canchas en el RCD Espanyol de Barcelona, Di Stéfano asumió el papel de entrenador, en el que también se mostró muy exitoso, a tal punto que fue campeón nacional con los argentinos Boca Juniors y River Plate, así como con el español Valencia.

Fue considerado como el cuarto mejor futbolista del milenio por la Federación Internacional de Historia y Estadística del Fútbol. En 2000 fue nombrado presidente honorario del Real Madrid.

Di Stéfano, que tuvo seis hijos, publicó en 2000 su biografía, titulada “Gracias, Vieja: Las memorias del mayor mito del fútbol”. En los últimos años, rodeado de sus nietos en su retiro madrileño, conservó la humildad y la nobleza que le caracterizaron en su época como jugador. Lo único que le sacaba de quicio era cuando se le hablaba de derrotas.

El mítico exfutbolista, que tuvo varios problemas de salud en los últimos años, anunció en mayo de 2013 en una entrevista que iba a contraer matrimonio con su secretaria, la costarricense Gina González, cincuenta años más joven que él. Sus hijos, sin embargo, evitaron la boda logrando que la justicia les concediera la custodia cautelar de su padre.

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