Las bolsas mundiales se desplomaban este lunes debido a la preocupación que suscita la situación de China, la segunda economía mundial.
Las principales plazas bursátiles europeas cerraron con fuertes caídas. La bolsa de Londres perdió un 4,67%, un dato similar al de Fráncfort (-4,70%), y la de París registró una bajada del 5,35%.
En Madrid, el IBEX 35 se dejó un 5,01% y, en Milán, el índice FTSE Mib cayó en un 5,96%.
En Wall Street, el Dow Jones caía en un 4,75% en la apertura y el Nasdaq perdía 5,50%.
Las materias primas no se quedaron atrás: el petróleo cayó por debajo de los 40 dólares, su nivel más bajo en seis años.
Ante el desplome de los mercados bursátiles mundiales, en el de la deuda los inversores penalizaban a los países del sur de la zona euro, que veían incrementarse los intereses que pagan en el mercado secundario para endeudarse.
Shanghai lideró el desplome general de las bolsas, con una caída del 8,49%, después de haber llegado a perder el 9% durante la sesión. La semana pasada se había dejado más del 11%.
En medio de la debacle bursátil mundial, el Merval (Argentina) lograba recuperarse parcialmente a mitad de la jornada de operaciones y bajaba 3,19 por ciento colocándose en 10.160,62 puntos
En Tokio, el índice Nikkei cerró la jornada con una pérdida del 4,61%, cayendo a su nivel más bajo en seis meses, tras cinco sesiones consecutivas en rojo.
El contagio llegó hasta la Bolsa de Taiwán, que cerró con una caída del 4,84% tras llegar a ceder un 7,46%, y Hong Kong que perdió más del 5%.
En la estela de las asiáticas, la Bolsa de Sídney se dejó un 4,09% y cayó a su nivel más bajo en dos años, y Seúl un 2,47%.
A los inversores les preocupa la coyuntura mundial en general, al inicio de una semana rica en publicaciones de indicadores en Estados Unidos y Europa, y en particular China.
Los indicadores decepcionantes se suceden y crece la desconfianza general: el índice PMI sobre la actividad industrial de referencia en la segunda economía mundial, publicado el viernes, señala una drástica contracción de la actividad manufacturera en agosto.
"Hoy tenemos todos los ingredientes para presenciar en los mercados la peor jornada en cinco años", comentó Evan Lucas, corredor de IG Markets.
"La reacción de los mercados asiáticos refleja el sentimiento de los inversores y su convicción de que un desplome brutal (de la economía china) es inevitable", añadió.
Pekín no convence
La sorpresiva devaluación del yuan el 11 de agosto -- percibida como un intento desesperado de las autoridades chinas para impulsar sus exportaciones y su actividad económica -- no hizo más que aumentar la inquietud general, causando una oleada de impactos en los mercados.
Desde entonces, se han esfumado al menos el equivalente a 5 billones de dólares en valor de lasBolsas mundiales.
Con un espíritu tranquilizador, China anunció ayer -en una directiva recogida por los medios estatales- que el gigantesco fondo de pensiones nacional invertirá en las bolsas.
El fondo de pensiones podrá invertir hasta un 30% de sus activos netos en acciones. Con anterioridad, sólo podía invertir en bonos del Tesoro y depósitos bancarios.
La medida, que puede llevar a compras masivas de títulos por el fondo de pensiones, no parecía tranquilizar a los inversores chinos, en su inmensa mayoría particulares y pequeños portadores.
"Pasará mucho antes de que lleguen las intervenciones del fondo de pensiones, y las valorizaciones siguen siendo demasiado altas, ni siquiera el fondo hubiera podido hacer nada en este momento", comentó Qian Qimin, analista del corredor Shenwan Hongyuan.
De hecho, persisten los temores de una "burbuja": antes de hundirse a mediados de junio, la Bolsa de Shanghai había ganado un 150% en el lapso de un año, impulsada por el endeudamiento y de manera totalmente desconectada de la economía real.
"El mercado todavía se va a hundir más. Sería lo lógico, ya que los mercados bursátiles de todo el mundo caen al mismo tiempo", agregaba Qian Qimin.
"La economía está muy mal, ciertos sectores están sobrevalorados y las presiones a la venta en todos los mercados mundiales contribuyen a bajarle la moral a las plazas chinas", resumía Wu Kan, gerente del fondo JK Life Insurance en Shanghai, citado por la agencia Bloomberg.
Menos materias primas
Esta transición significa que China importará menos materias primas, como el cobre chileno, el petróleo nigeriano y el mineral de hierro brasileño.
Esto contribuye a explicar por qué la desaceleración en China ha repercutido en una baja en los precios de las materias primas a nivel mundial: el índice de materias primas GSCI de The Standard & Poor's ha descendido casi 20% este año.
Los mercados emergentes sintieron la semana pasada la presión cuando China devaluó su moneda, el yuan. Esa medida suscitó un estado de semipánico.
Sin embargo, la mayoría de los países no pueden culpar de todos sus problemas a China ni al vaivén del mercado global de las materias primas.
Sudáfrica enfrenta una lucha laboral. Brasil arrastra un escándalo de corrupción en la petrolera estatal Petrobras. Turquía tiene dificultades para formar un gobierno mientras el ejército combate al grupo extremista Estado Islámico y a los separatistas curdos.
En un aspecto que aumenta la presión, la Reserva Federal de Estados Unidos quizá eleve su tasa de interés de corto plazo durante su reunión de septiembre, según las diversas conjeturas.
La posible reacción de los inversionistas sería sacar más dinero de los mercados emergentes y colocarlo en Estados Unidos en busca de las tasas de interés más altas.
Esta situación aumentaría más el valor del dólar al tiempo que perderían más terreno las monedas de los mercados emergentes.
Un alza de las tasas que disponga la Fed también podría causar problemas a las compañías de los mercados emergentes que tienen créditos en dólares estadounidenses.
Esas empresas podrían tener dificultades para acumular suficiente moneda local para pagar sus deudas denominadas en dólares que ahora se les han vuelto más caras.
El alza del dólar y los numerosos créditos en dólares recuerdan la crisis financiera asiática de 1997-1998.
En ese entonces, una enorme venta de monedas desató una crisis de deuda en los mercados emergentes que se convirtió en un desastre para países como Indonesia y Corea del Sur.
Sin embargo, el panorama es menos alarmante ahora, dicen los analistas.
En primer lugar, los países en desarrollo han acumulado reservas extranjeras que pueden aprovechar para comprar sus propias monedas y parar una crisis.