Devaluación, camino a malograrse

Luego de una errónea política gradualista que no hizo más que ampliar la brecha entre el dólar oficial y los paralelos, el Gobierno se vio obligado a un salto devaluatorio que recayó sobre los precios para retornar al punto de partida.

Devaluación, camino a malograrse

Las devaluaciones, es decir la pérdida de valor de nuestra moneda frente a otras, especialmente el dólar, nunca son buenas. Pero hay situaciones económicas en que pueden resultar inevitables, cuando se han acumulado desajustes en la economía que es necesario corregir. De lo contrario, pueden desembocar en una grave crisis.

Desde hace al menos tres años, diversos sectores productivos, especialmente las economías regionales, han reclamado por la pérdida de competitividad generada por costos de producción que aumentaban en dólares muy por encima de la evolución del tipo de cambio. Ese atraso fue consecuencia de una inflación creciente que el Gobierno nunca aceptó y, menos aún, que era producto de un enorme desequilibrio fiscal financiado con emisión monetaria.

El resultado de la percepción del público de que el dólar estaba “barato” fue el aumento de la demanda de dicha moneda y la pérdida continua de reservas del Banco Central, que pretendió impedir la fuga aplicando el denominado “cepo al dólar”, que terminó siendo una real prohibición de acceder a dicha moneda en el mal llamado mercado libre y oficial de cambios.

Debe recordarse que, como consecuencia de estas medidas, aparecieron distintos tipos de cambio paralelos, en que el dólar denominado “blue” fue el más conocido, aunque en los últimos meses funciona un sistema de cambios múltiples, en un mercado absolutamente controlado por el Estado. Nada impidió que siguiera la caída de las reservas del Central.

Frente a la desconfianza generalizada, de expectativas de que “algo ocurriría” con el tipo de cambio, el Gobierno eligió en el segundo semestre del año pasado el camino menos aconsejable: tratar de resolver el problema con una política gradualista. Aceleró la tasa de devaluación, tratando de llevarla por encima de la inflación (bien medida). Así y todo la brecha entre el dólar oficial y los paralelos siguió en aumento, obligando a producir en enero un salto devaluatorio del orden del 23%. Posiblemente el objetivo del Gobierno sea tratar de mantener el tipo de cambio en el nivel de los $ 8, ya que los funcionarios sostienen que ése sería un precio de equilibrio.

Debe recordarse que todas las medidas adoptadas han sido con marchas y contramarchas, con enormes contradicciones de lo que dicen los funcionarios; en un clima de constantes traslados de culpas hacia otros; de acusaciones de conspiraciones sólo existentes en las afiebradas mentes kirchneristas. Las consecuencias las estamos padeciendo todos, consumidores, productores, empresarios comprobando a diario cómo el salto devaluatorio se traslada rápidamente a los precios.

El traslado ha sido violento en el caso de alimentos y bebidas, pero también en el precio de insumos industriales, como lo ha denunciado el sector vitivinícola. El resultado es sencillo: este traslado se está “comiendo” rápidamente la devaluación y estamos volviendo al punto de partida, con una moneda de peor calidad.

Desde los más diversos sectores profesionales y empresarios se ha venido reclamando un programa económico coherente, convincente, que ataque el conjunto de problemas acumulados en la economía. Se advertía al Gobierno que, sin plan, una medida aislada como la devaluación podía agravar los problemas en lugar de solucionarlos.

Al respecto vale mencionar un documento del Ieral de la Fundación Mediterránea publicado a mediados de diciembre cuyo título es elocuente “Para estabilizar la economía, la Argentina deberá recurrir a un plan inédito (por la combinación de inflación ascendente, restricción externa y distorsión de precios relativos)”.

En el tema de distorsión de precios mencionaba el atraso de tarifas públicas (su contrapartida son los cuantiosos subsidios), los precios agrícolas afectados por las retenciones y, entonces, el atraso del dólar. En materia de restricción externa hace ya bastante tiempo que el país no cuenta con la cantidad de divisas necesarias para importar. Ahora el gobierno ha decidido no vender dólares a los importadores y obligarlos a que los consigan en el exterior. A su vez, el BCRA, en total contradicción con la política fiscal, ha dispuesto una brusca suba de las tasas de interés y restricción monetaria.

Es posible que la economía haya entrado en recesión y la devaluación se haya malogrado.

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