Carlos Sacchetto - csacchetto@losandes.com.ar - Corresponsalía Buenos Aires
Una fuente confiable con despacho en la Casa Rosada deslizó que entre los problemas a resolver, están las recompensas que piden los intendentes de la provincia de Buenos Aires que abandonaron a Sergio Massa y volvieron al Frente para la Victoria.
No se trata, esta vez, de dinero. La mayoría de esos dirigentes territoriales pidieron para su gente candidaturas legislativas y cuando negociaron sus pases, desde el oficialismo les aseguraron que las tendrían. Ahora Cristina, con la lapicera en la mano le da absoluta prioridad a La Cámpora en la distribución de cargos y las listas no alcanzan para todos los demás. Se le adjudica a Cristina haber dicho que "quienes se fueron con el traidor de Tigre (por Massa) y ahora volvieron como corderitos, deberían estar agradecidos en lugar de pedir candidaturas".
El secretario general de la Presidencia, Eduardo de Pedro, y el de Legal y Técnica, Carlos Zannini, fueron los principales funcionarios que "pusieron la cara" para debilitar a Massa y recuperar a los que se habían ido, pero ahora sólo les darán las gracias.
Los nombres
Los dirigentes de ida y vuelta, como se los llama en los ámbitos políticos, no se enterarán del bochazo presidencial hasta el domingo que viene, cuando las listas estén cerradas y ya nada puedan hacer.
Tampoco tienen opciones, porque aunque se disgusten ya no podrán antes de las elecciones volver a alejarse. La lógica indica que el kirchnerismo debía afrontar un costo por desmenuzar al Frente Renovador, pero en estas cuestiones de poder, para la Presidenta no hay costo que valga.
En una semana, entonces, se conocerá oficialmente si Cristina va a ser candidata a diputada nacional por la provincia de Buenos Aires o al Parlasur, que sigue siendo una de las posibilidades.
Y también sabremos si Máximo Kirchner agregará su nombre a la boleta acompañando como candidato a vicepresidente a Daniel Scioli. Que ambas cosas ocurran dependerá de otra negociación que está fuera del oficialismo y que también tiene siete días para definirse.
Aunque no hubo acuerdo entre el Pro y el Frente Renovador para conformar una alianza de fuerzas políticas, y Sergio Massa anunció que será candidato presidencial, no está dicha la última palabra.
Emisarios de Massa y Macri siguen en contacto para intentar en la provincia de Buenos Aires que los candidatos legislativos del massismo se integren a la lista que llevará a Macri como candidato a presidente. Eso implica, necesariamente, que Massa deba resignar su postulación, lo que hace más difícil el entendimiento.
Pero si esa negociación alcanza su objetivo, el cuadro electoral será diferente al actual. Aumentarán las chances de Macri y el oficialismo deberá apostar fuerte en territorio bonaerense para hacer una buena diferencia y así compensar las casi seguras derrotas en otros grandes distritos como Capital Federal, Santa Fe, Córdoba y Mendoza.
En ese caso, no son pocos los kirchneristas con alguna jerarquía dentro de esa estructura que querrían ver el nombre de Cristina Kirchner, y también el de Máximo, en las boletas.
Votos esquivos
En el macrismo sigue privando el optimismo, aunque han surgido algunas dudas. Este domingo el Pro juega su chance en Santa Fe y de cierta seguridad de triunfo en los últimos días se ha pasado a la cautela. No es lo mismo, por cierto, una elección provincial que una presidencial, pero Macri podrá evaluar mañana si esa provincia le otorgará en agosto la diferencia que espera.
Otro tanto ocurre con Córdoba, donde la alianza del Pro con la UCR y Luis Juez no remonta en las encuestas y la elección provincial es el 5 de julio. Esos sondeos abren inclusive la posibilidad de que ocupe el tercer lugar detrás del peronismo delasotista y del kirchnerismo. Es temprano para decir que en la presidencial Macri tendrá la misma performance que la alianza que lo representa en esa provincia, pero la luz de alerta está encendida.
Los cálculos electorales han incorporado ya un nuevo razonamiento planteado por la Presidenta. Aunque pocos le creyeron, ella afirmó que en el país hay menos de un 5 por ciento de pobres. Desde el relato oficialista y con acento irónico se dice que quienes dejaron de ser pobres votarán al kirchnerismo que los sacó de la pobreza y así ganaría por paliza. Hay quienes lo creen.