Deuda pública y activos externos

Es conveniente seguir con atención la situación de la deuda pública de nuestro país. El pasivo es la consecuencia de una situación crónica.

Deuda pública y activos externos
Deuda pública y activos externos

En esta columna analizamos haces unos días el problema de un asunto que puede ser complejo o extraño a muchas personas, pero que las afecta de una manera u otra. Se trata del denominado riesgo país, un indicador elaborado por empresas internacionales especializadas y que mide la probabilidad de que una nación, por diversas razones económicas y políticas, deje de pagar la deuda del Estado. Se trata del conocido y temido default, en el cual incurrió por última vez, no la primera, nuestro país a fines de 2001, con el irresponsable aplauso  del Congreso Nacional puesto de pie.

Es por estos antecedentes, y por las implicancias económicas de todo tipo, que resulta conveniente seguir con atención la situación de la deuda pública de la República.

El pasivo es la consecuencia de una situación crónica de las finanzas públicas de nuestro país: se gasta más de lo que ingresa. Esta situación se repite a lo largo de la historia.

Constituimos un país incapaz de equilibrar las cuentas públicas, porque el gasto público crece irresponsablemente y no hay forma de financiarlo genuinamente, a pesar de la excesiva presión fiscal existente.

Incurrimos en forma persistente en déficits fiscales. Estos déficits en algunos gobiernos, como en el kirchnerismo, se cubrieron recurriendo a los excedentes de cuantas cajas estatales había, especialmente los fondos de la Anses, que pertenecen a los jubilados. Pero además, al sencillo recurso de la emisión monetaria.

La inflación que generaba la emisión era reprimida mediante una batería de controles de precios, prohibiciones de exportar y especialmente de una temida política autoritaria, como denunciar públicamente a empresarios y empresas, impulsando boicots  a las mismas.

Economistas que analizan con atención estos temas, y con buenos números, estimaron que al comienzo del gobierno de Cambiemos, la inflación reprimida rondaba el 80%, que obviamente se fue expresando a medida que las ataduras represivas se fueron liberando.

Pero es evidente que el gobierno de Cambiemos no pudo o no quiso cerrar en forma drástica y rápida la sangría del déficit, disminuyendo un gasto público que había desbordado todo límite de racionalidad. Creyó que tal cierre se podía hacer gradualmente, más por crecimiento de la economía, y mientras tanto en un contexto internacional de alta liquidez y bajas tasas de interés resultaba fácil endeudarse. Dado que el país había estado más de una década en default y el gobierno de Cambiemos había arreglado rápida y eficientemente la deuda, Argentina se había tornado muy atractiva para los inversores financieros internacionales.

Puestos en esta situación, lo que ha ocurrido es que en los tres últimos años del gobierno la deuda pública ha crecido de manera preocupante.

Los economistas usan diversos indicadores para medir el endeudamiento de un país. El más habitual es relacionar el monto de la deuda con el PBI; este indicador tiene el inconveniente de que cuando hay una fuerte devaluación del peso, como la ocurrida en los últimos meses, achica el PBI medido en pesos y aumenta la deuda denominada en dólares. Por lo tanto, debe ser tomado con cuidado.  Un reciente informe del Banco Mundial expresa la preocupación por el creciente endeudamiento de América Latina. En el caso de nuestro país, señala que la relación deuda/PBI ha pasado del 52% al 80% en tres años.

Otros analistas distinguen entre deuda pública bruta (toda la deuda) y la deuda relevante, la que el país tiene con el sector privado y los organismos multilaterales de crédito. La primera estaría en los 330 mil millones de dólares y la segunda en 190 mil millones. Sea como fuera, la deuda ha crecido fuertemente y el país enfrentará fuertes vencimientos en los años venideros.

Frente ello vale recordar la paradoja argentina: mientras crece la deuda crecen los activos en el exterior de los argentinos (depósitos, acciones, propiedades, dólares en el colchón). Se trata de una suma que ronda los 300 millones de dólares, que siguen aumentando mes a mes.

La economía argentina se desangra por la deuda y la salida de capitales. Algo no funciona desde hace ya muchos años.

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