Deuda pública: verdades y falacias

Si hay un asunto político y económico capaz de generar polémicas interminables es el de la deuda pública. Recordemos que el asunto se inició en los albores de la independencia con la contratación de empréstito con la banca inglesa Baring Brothers.

Deuda pública: verdades y falacias

Últimamente el Ministerio de Economía ha dado a conocer los datos de la situación de la deuda pública a diciembre de 2012, con obvios comentarios elogiosos para la política de desendeudamiento seguida por el gobierno nacional desde la presidencia de Néstor Kirchner. En el comentario difundido hay verdades, pero interpretaciones que son falacias.

Para comprender la situación es indispensable aclarar un concepto sobre el que existe una generalizada confusión en la opinión pública. Nos referimos a la asimilación habitual de deuda pública y deuda externa, asimilación incorrecta. La deuda pública es la deuda del Estado. Puede ser interna o externa, según los acreedores sean residentes en el país o en el extranjero.

Aclarados estos conceptos vayamos a ver qué dicen los datos. Estos son presentados habitualmente en cifras absolutas y como relaciones con el Producto Bruto Interno (PBI). Aquí también cabe la salvedad de las dudas que existen sobre los datos del PBI, en razón de las manipulaciones de las estadísticas realizadas por el Indec desde su intervención en 2007.

En cifras absolutas la deuda pública al 31 de diciembre pasado era de 197.464 millones de dólares y se incrementó en 18.501 millones durante 2012. En relación al PBI la deuda representa el 44,9%, mientras había sido del 41,8% en 2011. Es decir que la deuda pública el año pasado aumentó en cifras absolutas y en relación al PBI.

El gobierno enfatiza aspectos positivos de la evolución de la deuda, tal como que sólo el 18,8% está en manos privadas y organismos multilaterales.

Otro que se destaca es que ahora una parte importante de la deuda, en el orden del 40%, está nominada en pesos, cuando antes de la crisis de 2001 prácticamente la totalidad estaba en moneda extranjera. Se señala también que ha mejorado el perfil de vencimientos, estirando el plazo en el tiempo y aliviando la carga anual. Todo esto es verdad.

Aquí cabe hacer varias consideraciones sobre la deuda pública para saber si efectivamente estamos mejor que al momento que se produjo el default, a fines de 2001. Suele compararse la deuda actual con la situación en 2002, luego de la enorme devaluación del peso.

Ese año el PBI medido en dólares disminuyó notablemente, por lo tanto la relación deuda/PBI se transformó en astronómica, a más del 160%. Pero si en lugar de ese año irregular se comparan la situación de 2000 con 2012, la sorpresa es grande.

Los porcentajes son 45,7% y 44,9%, es decir, que ahora la proporción de deuda sobre el PBI es similar a la de fines de los ´90, luego del default, y la fuerte quita efectuada en el canje de 2005. En definitiva el remanido desendeudamiento no ha sido tal, es parte del "relato".

Pero lo más grave es que el gobierno, para realizar este falso desendeudamiento, ha recurrido a un verdadero saqueo de cuanta "caja" tuvo a su mano. En primer lugar a los fondos de las AFJP transferidos a la Anses y luego a los dividendos que producían las inversiones de esos fondos.

Modificada la carta orgánica del Banco Central se ha apoderado de una parte sustancial de las reservas, colocando en su lugar bonos del Tesoro sin valor alguno. Baste mencionar que casi el 60% del activo del Central está constituido por esos bonos que no tienen cotización y que, como ha ocurrido a lo largo de la historia, el Tesoro nunca pagará.

El mismo día que dieron a conocer los datos de la deuda, se colocaban 900 millones de pesos en esos bonos en la Anses y 300 millones en el Instituto de Ayuda Financiera de las Fuerzas Armadas.

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