Deuda pública y déficit fiscal

Endeudarse no es ni bueno ni malo en sí mismo, lo importante es por qué y para qué se endeuda. Si un país se endeuda para construir carreteras, vías férreas, puertos, puede que sea muy beneficioso, incluidos aquellos que en el futuro deban pagar las deudas con sus impuestos. Bien distinta es la situación si la deuda se origina por la reiteración del déficit fiscal y los fondos se toman para pagar gastos corrientes, para pagar sueldos del sector público.

Otros aspectos importantes del endeudamiento público tienen relación con los plazos, la capacidad de pago de la deuda, si los acreedores son los propios habitantes del país o son extranjeros. No menos importante en nuestro caso, por lo ocurrido en más de una oportunidad, es saber si la deuda pública se originó por que el Estado asumió deuda de empresas que no pagaban y que el Estado había garantizado de algún modo. Todo esto ha ocurrido en las últimas décadas.

Durante la segunda parte de los años '90 el gobierno nacional fue aumentando el endeudamiento, en la medida que creció el gasto público y reapareció el déficit fiscal. Parte importante del aumento del gasto provino del pago de antiguas deudas con las provincias como las regalías mal liquidadas, oportunidad en que Mendoza recibió unos 600 millones de dólares. El hecho fue que la deuda creció y durante el breve gobierno de la Alianza lo hizo más aun; y a pesar de los intentos de renegociación -los denominados "megacanjes", "blindajes"-, el problema se tornó muy difícil de manejar y fue uno de los factores claves de la crisis y caída del gobierno de Fernando de la Rúa.

Veamos los números: en 2001 la deuda pública ascendía a 144.000 millones de dólares, equivalente al 38% del PIB de entonces. Sabido es que el default implicó el no pago de intereses por algunos años y una importante quita de capital en la renegociación de la misma en el 2005. Esa deuda estaba en su totalidad en manos privadas y de organismos internacionales de crédito; entre los privados eran acreedores inversores argentinos, muy especialmente las AFJP.

Desde entonces hasta ahora, el hecho cierto es que la deuda pública nacional ha crecido en forma más que llamativa. Al fin del año pasado alcanzaba los 178.000 millones de dólares, pero si a esa cifra se suma la deuda pendiente con el denominado Club de París y los famosos bonos que no entraron en el canje -los denominados "fondos buitres"-, la deuda total ronda a la fecha los 200.000 millones dólares, equivalentes aproximadamente al 45% del PIB. Es decir que, hablando claro, hoy debemos, tanto en términos absolutos como relativos, más que al final de 2001.

¿Qué cambió? Que ahora la mayor parte de la deuda, tanto en pesos como moneda extranjera, es deuda pública interna. El Gobierno nacional financió el gasto público, que ha crecido sideralmente, apoderándose de los fondos de la Anses, de las reservas del Banco Central, de recursos del Banco de la Nación y de cuanto organismo del Estado tenía algo disponible. Una de las últimas curiosidades es la colocación de un Bono del Tesoro en el Instituto Nacional de Reaseguros, organismo en liquidación desde hace 20 años y que registra deudas enormes con las compañías de seguros.

En síntesis, con un déficit fiscal que al final de año rondará los 50.000 millones de pesos, el Gobierno nacional se ha financiado y se financia colocando bonos en pesos o dólares en organismos públicos y tomando las reservas en divisas del Banco Central. Como ocurrió muchas veces en la historia, el Gobierno que esté cuando llegue la hora de pagar los bonos no lo hará. Fiesta hoy, llanto mañana.