Alberto Fernández sabrá hoy si lo que queda de su gobierno, el 90% del mandato, estará signado por el noveno default de la historia nacional o si contará con una deuda externa reestructurada que aliviará la presión externa para poder gestionar la economía.
A Fernández no le preocupa la necesidad de volver al mercado voluntario internacional para emitir deuda, su planificación macroeconómica indica que Argentina lo haría recién en 2027. Sí le preocupa la inversión extranjera directa y las posibilidades que tendrán las empresas que exportan de tomar créditos en el exterior para financiar su despegue. Por eso no quiere un default.
A las 17:00 vence el plazo que él, como jefe político, y el ministro de Economía, Martín Guzmán, impusieron a los acreedores para negociar. Algunos ya aceptaron, pero se necesitan niveles de adhesión de entre 50% y 66% por serie de bono para una operación exitosa.
Si no hay un acuerdo general, quedan tres alternativas: extender el plazo hasta el 22 de mayo; un "pacto de espera" para negociar en 2021; o cerrar el proceso con un canje parcial, dejando afuera las series de bonos en las que no se hayan alcanzado los niveles requeridos de adhesión.
Hoy hay sólo cuatro personas que conocen con precisión en qué punto está la negociación: Fernández, Guzmán y los secretarios de Hacienda, Raúl Rigo, y de Finanzas, Diego Bastourre.
El hermetismo en el Gobierno es absoluto. Pero comenzaron a verse algunos movimientos que dan indicios acerca de lo que espera Fernández. Reunirá a los gobernadores esta tarde con la cuarentena en agenda. Pero algunos mandatarios creen que allí también podría conocerse la noticia sobre lo que está ocurriendo con la deuda.
Incluso entre los acreedores hay cierta expectativa para conocer cómo está el proceso completo. Esto es porque están atomizados y el Gobierno no negocia con comités, sino con fondos y acreedores individuales.
Comprar con el rumor
Ayer, a medida que fue avanzando el día fue creciendo la expectativa. Hay un dicho trillado que dice que el mercado compra con el rumor y vende con la noticia. Y ayer el mercado compró con el rumor sobre un presunto acuerdo beneficioso para la Argentina.
El S&P Merval saltó ayer 4,95%; las acciones de empresa argentinas en Wall Street ganaron hasta 13,3%; los bonos en dólares -de los cuales algunos forman parte del canje- mejoraron 5,4%; y el riesgo país cayó 1,2%, a 3.321 puntos.
Pero hay que esperar la noticia. Solo basta con recordar lo sucedido el 9 de agosto del año pasado, cuando surgió el rumor de que Mauricio Macri le empataba en las primarias a Fernández. Y 48 horas después fue derrotado por paliza en las urnas.
Las cartas están jugadas. En las últimas dos jornadas las partes aflojaron. Algunos acreedores aceptaron la oferta y el Gobierno flexibilizó las opciones de los bonistas en el menú del canje.
Ayer, Guzmán le dijo a la agencia Bloomberg que está dispuesto a considerar cualquier combinación de reducción de intereses, reducción de capital, extensión y vencimiento del periodo de gracia que respete las limitaciones que definen lo que es sostenible.
En lenguaje coloquial: la ensalada puede tener los ingredientes que quiera el acreedor, pero siempre dentro del menú ofrecido y sin salir del plato que la Argentina puso en la mesa. Es una posibilidad técnica, pero configura también toda una decisión política que podría marcar el rumbo de lo que resta del mandato de Fernández.
El lobby de uno y otro lado continuará hasta último minuto. Ayer El FMI rompió el silencio. Sin evaluar la oferta de Argentina, dijo que espera que el canje tenga "alta adhesión".
"Tenemos la esperanza de que se pueda llegar a un acuerdo con una alta participación de los acreedores que restablezca la sustentabilidad de la deuda con una alta probabilidad", afirmó el director de Comunicaciones del FMI, Gerry Rice, en Washington.
Guzmán dijo ayer que no analiza extender el plazo. Para Joaquín Candia, analista de la sociedad de Bolsa Rava, "si bien en el día del vencimiento de la oferta oficial no se logrará llegar a un acuerdo, las negociaciones tienen todo para seguir y desde el gobierno ya marcaron la cancha sobre lo que están dispuestos a evaluar". El tiempo final es el 22 de mayo, ese día vence el plazo para pagar los bonos Globales. Sin pago y sin acuerdo, ese día se declararía el default.