El fallo del juez Thomas Griesa tiene un punto débil sobre el que el Gobierno debería poner el acento en la apelación que, según anunció el ministro Hernán Lorenzino, presentará el lunes ante la Cámara de Apelaciones de Nueva York.
El juez ordenó que la Argentina deposite en una cuenta de garantía US$ 1.330 millones el 15 de diciembre para cancelar parte de la deuda que el país mantiene con los bonistas que se quedaron afuera de los dos canjes que realizó el Gobierno.
Así, el juez estaría disponiendo que se otorgue un tratamiento diferencial y ventajoso a los denominados fondos buitre frente al resto de los acreedores que sí aceptaron canjear sus bonos por otros de largo plazo.
Pero al Gobierno no le faltan puntos débiles y uno de los más pronunciados es que después de diez años de litigar, nunca puso sobre la mesa una propuesta que permitiera una solución definitiva de la cuestión. Cerró con el 93% de los acreedores, proclamó que el problema de la deuda estaba resuelto y ahora enfrenta una realidad que lo desmiente en forma categórica.
La Argentina ya habría realizado una presentación ante la Cámara de Apelaciones de Nueva york (la que ahora deberá refrendar el fallo de Griesa) solicitando que sean sus 13 miembros y no sólo los 3 que respaldaron el fallo de Griesa. Seguramente, insistirá con el pedido pero existen pocos precedentes de haber accedido a ese tipo de pedidos por parte de esa Cámara.
Un tema a considerar es qué pasará el 2 de diciembre cuando la Argentina debe pagar servicios del bono Global 17 si no hay una prórroga de la medida cautelar que Griesa levantó y el Gobierno intentará que sea restablecida. Aun a riesgo de errar, cabe esperar que el Gobierno pagará los U$S 41 millones que corresponde para evitar cualquier problema.
Una pregunta inevitable es ¿qué hará el Gobierno si el 15 de diciembre no hay respuesta de la Cámara y, según el fallo de Griesa, debería desembolsar US$ 1.330 millones, adicionales a los casi U$S 3.000 millones que deberá pagar por el cupón de crecimiento?
Un problema es que hoy no hay una única respuesta posible y eso es lo que leyeron ayer los mercados al asistir a un derrumbe del precio de los bonos.
En este escenario reflota un viejo concepto que parecía superado.
Los operadores financieros estiman que, a diferencia de lo que se creía hace dos meses, la chance de que una parte de la deuda entre en default técnico no es cero. Desde el punto de vista económico, pagar U$S 1.330 millones más en diciembre no es un problema serio y menos para una gestión que hace alarde del uso de las reservas del Banco Central para cumplir con la deuda de los bonistas.
El problema es político y la encerrona en que se encuentra el Gobierno es grande pese al apoyo de la oposición en este punto.
Los fondos buitre son despreciados en todo el mundo, pero los países que no pagan la deuda tampoco son vistos con buenos ojos a nivel internacional.
La Presidenta fue enfática hace dos semanas cuando ante una tribuna adicta dijo: "Vamos a pagar, vamos a pagar y en dólares", pero no fue suficiente.
El fallo del juez neoyorquino se detuvo mucho en los conceptos de Cristina referidos a que no se realizará ningún pago a los fondos buitre y en la desconfianza financiera que despierta el Gobierno.
En un párrafo, llega a decir que el tribunal considera que la orden de pago (de los U$S 1.330 millones) debe aplicarse rápido ya que "cuanto menos tiempo se dé a Argentina para idear medios de evasión, más seguridad hay de que no se realizará la evasión". Una verdadera extralimitación de Griesa.
Según los cálculos de los bonistas que aceptó el juez, la deuda con los que se quedaron afuera de los canjes podría superar los U$S 10.000 millones, equivalente al superávit comercial de un año.
La cifra también es similar a la que el país debe pagar anualmente para importar la energía que compense la fuerte caída de la producción de gas y petróleo de los últimos años.
Y siempre están ahí los US$ 6.000 millones que se le deben al Club de París, que esperan refinanciación. Postergar soluciones no resuelve los problemas y además, en este caso, puede terminar resultando carísimo.