Han pasado diez años desde que el rey del pop, Michael Jackson, dejó la vida. Fue en el 2009 cuando el cantante pensaba regresar a los escenarios con su gira This Is It y cuando una combinación de calmantes le generó un paro cardiorespiratorio.
Hoy detalles macabros de su autopsia salieron a la luz. En el momento de su muerte Jackson estaba calvo, usaba una peluca pegada a su cuero cabelludo para disimular su ausencia de pelo. Además tenía muchas cicatrices en su cuerpo producto de las diferentes cirugías a las que se había sometido. Para finalizar su cuerpo presentaba muchos rastros de inyecciones de analgésicos.
El diario The Sun informó incluso que las cejas y los labios del cantante estaban en realidad tatuados. El artista sufría también de una anorexia. En su estómago sólo se encontraron pastillas y algo de alimento.
“Era piel y hueso, se le había caído el pelo y no había estado comiendo más que pastillas cuando murió”, informó alguien que estuvo en la autopsia. Los detectives Orlando Martínez, Dan Myers y Scott Smith, informaron que el astro tenía cicatrices en su nariz, la base del cuello, sus muñecas, los brazos y detrás de sus orejas.