Jorge Sosa - especial para Los Andes
Un paradigma es, de alguna manera, un ejemplo. La palabra tiene su origen como tantas cosas en el acervo cultural griego: vendría de la unión de dos palabras, “juntos” y ejemplo, originariamente significaba patrón, modelo.
Cabe destacar que existen diversos tipos de paradigmas de acuerdo al ámbito en el cual nos desarrollemos, es así como surgen los paradigmas de educación, paradigmas científicos, paradigmas históricos, paradigmas y laborales, ya que en todo grupo social existen modelos a seguir y de esta manera podemos obtener una larga lista de ellos.
Hay innumerables ejemplos de paradigmas. Cito a dos para ejercer la ejemplificación: los productos que tienen precios altos son de buena calidad, cosa que no siempre se da, no por nada fábricas famosas de automóviles han retirado miles de unidades de sus marcas por fallas estructurales y la mujer bonita debe de ser muy delgada, en todo caso más que delgada bien rellena, sería más ajustado a la realidad.
El paradigma de la educación fue siempre que los grandes enseñan a los chicos, los que han vivido más, los que acumulan más experiencia son los encargados de adiestrar en la vida a los que vienen, de alguna manera, a reemplazarlos.
El hogar fue originariamente un centro de educación. Los padres enseñaban a sus hijos cuestiones prácticas de la convivencia para que supieran ellos cómo debían moverse y cuál eran los límites. El hogar fue siempre lugar de enseñanza, el niño aprendía a hablar, a caminar, a armarse de sus primeros conocimientos al lado de aquellos que le habían dado la vida.
Después la escuela tomó la posta y entonces se inició el camino hacia la sapiencia. Los maestros, preparados en la enseñanza, adiestrados en las formas y los contenidos, guiaban a los párvulos hacia el inmenso territorio del conocimiento. En todo caso los grandes enseñaban a los pequeños.
Pues está cambiando ese paradigma, ahora, en aspectos fundamentales de la vida, son los niños los que enseñan a los padres. El territorio de la tecnología es el lugar propicio. Los pibes saben mucho más que los adultos de cómo manejarse con un teléfono celular o con una computadora. Con tan corta edad ya son expertos los guachitos. La tecnología evoluciona continuamente. Es uno de sus propósitos crear nuevas necesidades o tentaciones para aumentar las ventas, ese es su fin. Pues los pibes desculan estos adelantos antes de que se produzcan y se mueven en el medio como merluza en el mar. Son expertos en redes y en sistemas de comunicación. Ellos están alertas sobre lo que va a ocurrir para advertirlos, entenderlos y aplicarlos.
En cambio los adultos no tenemos esa predisposición. Hay adultos que jamás van a entender lo que está ocurriendo con la tecnología, hay otros que se asoman a lo que está pasando pero no van más allá del umbral, y hay otros que están predispuestos a entender y aplicar, pero son los menos.
Entonces como los adultos no saben son los niños los encargados de enseñar. Se dio vuelta el paradigma. Hay un sector muy importante de la comunidad que ahora tiene nuevos alumnos y nuevos profesores. Los adultos se asoman a sistemas pero no entienden mucho lo que ven con asomarse, en cambio los pibes se tutean con las propuestas más difíciles con una destreza digna de asombro.
El mundo está cambiando, rápidamente, y los roles comienzan a darse vuelta. Va a llegar el día en que el pibe entre a la casa y le diga a su padre: ¿Ya hiciste los deberes, viejo?