El paso de Mauricio Macri por Mendoza tal vez haya sido para él como un espacio de remanso luego de los días más duros que debió afrontar al frente del Gobierno. Dijo en su mensaje del lunes que estos meses de crisis cambiaria, con fuerte gravitación en la ya deteriorada economía, fueron sólo equiparables con los días de su secuestro, hace 27 años.
Por otra parte, luego de la tensión tuvo aquí Macri la posibilidad de respetar una agenda de trabajo ya prevista, durante dos jornadas que le permitieron retomar algún protagonismo. La iniciativa es algo que un gobernante no debe ceder, aun ante la adversidad.
Más allá de los planteos que debió atender, fundamentalmente del sector vitivinícola, sorprendió a la dirigencia macrista que lo acompañó el ritmo de trabajo que mantuvo el Presidente en sus grandes metas: la reunión con sus ministros y con la mesa del sector turístico, en Potrerillos, y la ya mencionada con los bodegueros en el establecimiento de Walter Bressia.
La semana había comenzado con muchas complicaciones. Pocas veces un domingo tuvo tanto componente político. El Presidente no sólo debía esforzarse para que el nuevo acuerdo con el Fondo Monetario le diera el oxígeno financiero que su gobierno necesitaba asegurar para atravesar el año de gestión que resta, también debía dar una señal de austeridad en la función pública con la reducción de la cantidad de ministerios. Esta posibilidad generó una inusual filtración de información oficial sobre cómo podría estructurarse el nuevo gabinete y quiénes podrían ser los nuevos ministros. El fastidio invadió muy rápidamente no sólo al elenco presidencial, incluyó tanto a quienes podían ser llamados, o bien pretendían anotarse, como a los que se enteraron por los medios, gracias a dichas versiones, que podrían dejar la función pública o bien pasar a otro cargo quedando con menor rango y bajo el tutelaje de otro funcionario.
En medio de ese enrarecido clima se realizaron las consultas del macrismo a los socios de la coalición gobernante. Y allí estuvo la conducción del radicalismo, con Alfredo Cornejo a la cabeza. No se puede hablar de exigencias por parte de la dirigencia radical; hay que recordar que pocos días antes el gobernador mendocino había hecho público un fuerte respaldo al Presidente en el marco del cónclave del Consejo de las Américas, en una suerte de gran apuntalamiento a la estructura gubernamental nacional. Pero, sí hubo una discusión por momentos acalorada, acorde con la preocupación que se vivía en el gobierno nacional ante la necesidad de realizar correcciones que no resistían más dilaciones.
Como prácticamente no hubo cambios de nombres, sino una reestructuración del gabinete manteniendo a los mismos responsables, quedó para otro momento, si realmente la hubo, alguna expectativa del radicalismo por sumar figuras en la gran liga gubernamental.
Luego no hubo tiempo para nuevas especulaciones. El discurso de Macri y la nueva misión encabezada por Dujovne ante el FMI obligaron a acentuar el respaldo que todo el abanico de Cambiemos debe garantizar a la gestión presidencial.
Lo de la fórmula Macri-Cornejo que surgió en la conferencia de prensa del viernes en Mendoza no tiene todavía mucho sustento. El Gobernador debe aún preparar el camino hacia su sucesión y su preocupación actual pasaría por garantizar una carrera que no tenga muchos contendientes y que no llegue a crear una imagen de derrota personal si, en el caso de haber competencia en las PA SO, quien gane no sea de su propio riñón político.
Además, está más vigente que nunca el pedido del macrismo de priorizar consensos para la definición de candidaturas de Cambiemos en todos los ámbitos. A ello hay que sumarle la posibilidad de que, por pedido del propio Presidente, a nadie en el espacio oficialista se le ocurra desdoblar elecciones en los distritos que conducen, más aún teniendo en cuenta que varios gobernadores del justicialismo sí adoptarían la estrategia de adelantar el llamado a las urnas si el panorama nacional del PJ no mejora.
La respuesta que dio a la prensa el Presidente cuando se le planteó lo de la fórmula con el gobernador mendocino fue lógica para la ocasión: “Todas las posibilidades están sobre la mesa”. No negó la hipótesis, pero tampoco entusiasmó con su apreciación.
En cuanto a las prioridades de Cornejo, además de encauzar el proceso electoral de 2019 necesita consolidar la imagen de administración ordenada desde el arranque de su gestión, uno de sus signos distintivos, sin ninguna duda. En ese sentido, la participación que tuvo el ministro Kerchner buscó mandar un mensaje de solvencia basada en las decisiones fundacionales de la gestión cornejista.
Le tocó al “súper ministro” anunciar, entre otros asuntos, que la gestión provincial decidió absorber el recorte del subsidio al transporte que dispuso la Nación y no avalar por ahora ningún incremento en el pasaje de ómnibus. Una no programada aparición propicia, a pesar de la complejidad del tema, para quien sigue manteniendo firmes pretensiones de suceder a Cornejo en las próximas elecciones.
En coincidencia con conceptos del Gobernador, el ministro se encargó el mismo lunes de remarcar que los tiempos por venir en materia económica y social van a ser más “difíciles” aún, pero aclaró que “nos agarra a los mendocinos un poco mejor parados” (que la Nación). Esta apreciación forma parte del discurso cornejista en materia de manejo financiero. Tanto el titular del Ejecutivo como sus colaboradores no se cansan de reiterar que la Provincia está en condiciones de afrontar exigencias como las que generan el fin de la asistencia nacional a las empresas de transporte, la caída del llamado fondo sojero y el subsidio a la tarifa social, que también afrontará la Provincia.
Indudablemente, si otra fuese la realidad de las cuentas provinciales, el efecto cascada a partir de las decisiones nacionales sería inevitable aquí y la imagen de la gestión cornejista caería tanto como la del presidente Macri, que todos los encuestadores admiten, aunque a veces con diversos números. Y pese a ello, “la responsabilidad sigue siendo del gobierno de Macri, no de Cornejo”, señalan en el entorno del Gobernador.
El macrismo no quiere confiarse en la bonanza cambiaria de estos días, aunque anhela que lo peor de la tormenta haya pasado. Y pensando ya en el proceso electoral, necesita que Cornejo permanezca en su espacio, más allá de planteos o actitudes que a veces no gusten.