La final del Mundial de Fútbol entre las selecciones de la Argentina y Alemania en Brasil es una buena razón para traer a la memoria una polémica investigación histórica que involucró a los tres países hace más de 180 años.
La investigación la llevó a cabo Sérgio Correia da Costa, un diplomático brasileño fallecido en 2005 y que poco antes de morir publicó el libro “Brasil, segredo de Estado” en el que, entre muchas otras cosas, describió la participación de mercenarios alemanes en las fuerzas del Imperio durante la guerra librada contras las Provincias Unidas del Río de la Plata entre 1825 y 1828. En ese contexto, Correia da Costa sostuvo en su investigación que dos de esos teutones fueron en realidad dobles agentes y propusieron al gobernador bonaerense Manuel Dorrego nada menos que el secuestro del emperador Pedro I.
Para relatar la supuesta conspiración hay que remontarse a junio de 1828, cuando el conflicto bélico llegaba a su fin y los mercenarios alemanes comenzaban a hacer público su descontento con el gobierno brasileño por atrasos en los pagos.
Un soldado alemán fue castigado por un oficial imperial con cincuenta azotes por haber cometido una infracción menor y eso desencadenó una rebelión conocida como “La revuelta de los mercenarios”, en la que los europeos no sólo liberaron al soldado torturado sino que mataron al oficial brasileño y saquearon tiendas y viviendas en Río de Janeiro, por entonces capital imperial.
La "revuelta" duró tres días y sólo pudo ser sofocada con la ayuda de otros extranjeros, como fueron los marineros británicos y franceses cuyos buques estaban anclados en las costas. El saldo fue de 120 alemanes y 40 brasileños muertos.
Pero Correia da Costa sostuvo en su libro que Dorrego, por entonces gobernador de Buenos Aires y a cargo de las relaciones exteriores de una Argentina sin gobierno nacional, fue el instigador de esa revuelta, con el concurso de los alemanes Federico Bauer y Antonio Martín Thym.
Según el historiador brasileño, el plan no se quedaba en la rebelión, sino que apuntaba a aprovechar la presencia de una importante colonia de alemanes en Santa Catarina, en el sur del Brasil, para crear una república independiente, más próxima a los intereses rioplatenses que a los imperiales. Para ello, Bauer y Thym propusieron el secuestro y, si había demasiada resistencia, el fusilamiento del emperador. En un reportaje que concedió diez años atrás a la revista “Veja”, Correia da Costa precisó: “Federico Bauer era un intrigante internacional, hombre de negocios, interesado en ganar dinero. La presencia de colonos alemanes en Santa Catarina, anterior a la conspiración teuto-argentina de 1828, habría sido solo un elemento favorable más, enteramente independiente”.
La investigación va más allá y asegura que los dos alemanes ya habían presentado su truculenta oferta a Bernardino Rivadavia, en el breve lapso que ejerció la Presidencia, pero que curiosamente fue desechada por “deshonrosa”. Para Correia da Costa, “con la captura de don Pedro I y la consiguiente victoria militar de Buenos Aires, Santa Catarina habría sido desligada del Imperio y proclamada República, bajo el protectorado argentino. El paso siguiente sería la incorporación plena de la provincia a la Argentina, dejando a Río Grande do Sul peligrosamente vulnerable”.
El final de la historia fue absolutamente diferente. Pedro I continuó con vida seis años más, el fusilado fue Dorrego, la república que se creó fue la Oriental del Uruguay y si hubo una deshonra, fue la de la misión de Manuel García, ministro de Rivadavia. Además, el estado de Santa Catarina sigue siendo brasileño y para ir a Florianópolis hay que hacer trámites de aduana y migraciones.