Nadie sabe cuándo llegará al recinto del Senado el proyecto de legalización del aborto. Ni siquiera se tiene certeza de cuándo comenzará el debate en comisiones, porque tampoco se sabe a qué comisiones finalmente será girado.
Pero lejos de estar quietos, los senadores, de un bando y del otro, ya están muy activos organizando el debate, definiendo estrategias parlamentarias y hasta juntando votos.
La semana pasada el clima en la Cámara alta se recalentó anticipadamente por la decisión de Gabriela Michetti de enviar la iniciativa a cuatro comisiones y no a dos, lo que fue duramente cuestionado por el justicialista Miguel Pichetto, el kirchnerismo y hasta referentes de Cambiemos, que calificaron su decisión de maniobra dilatoria.
Pero esta semana habrá definiciones sobre cómo quedará conformado finalmente el plenario de comisiones, si serán dos, tres o cuatro, cuándo comenzará el debate y qué fecha tentativa hay para su tratamiento en el recinto.
Mientras tanto, con el escenario agitado por la media sanción y las movilizaciones callejeras, se vuelve cada vez más visible la grieta entre los que están a favor de la iniciativa y los antiabortistas; una grieta que atraviesa las banderías políticas.
Por estas horas se cuentan 27 apoyos, 23 rechazos y 22 incógnitas, sobre un total de 72 senadores.
Los Andes entrevistó a la senadora radical Inés Brizuela y Doria de Cara (La Rioja), quien argumentó su postura en contra de la legalización del aborto, y al senador kirchnerista Marcelo Fuentes (Neuquén), quien expresó su apoyo.
Es un anticipo de la discusión legislativa, que concitará la atención de toda la política, la opinión pública y los medios nacionales y extranjeros en las próximas semanas.
Inés Brizuela y Doria de Cara: “No se puede solucionar una tragedia con la misma tragedia”
-¿Por qué está en contra del proyecto?
-En primer lugar porque reconocemos la tragedia del aborto, especialmente del aborto clandestino, pero creemos que no se puede solucionar una tragedia con la misma tragedia. El problema no puede ser parte de la solución. En segundo lugar, porque toda nuestra organización jurídica y política tienen su andamiaje en el respeto al valor de la vida. Tal como está planteada la iniciativa, implica modificar todo lo construido hasta ahora en materia de organización jurídica y política. En tercer lugar, por mi formación profesional, soy abogada, y de militante, de la UCR, y por mi sentido común entiendo que no existen hasta ahora en la Argentina derechos absolutos. Con la media sanción se crea un supraderecho, que está por encima de los otros y avasalla garantías constitucionales, del niño por nacer, de los profesionales de la salud, de las instituciones y la base misma de la sociedad.
-¿Qué expectativas tiene sobre el debate?
-Tenemos una responsabilidad muy grande que es reencauzarlo porque, si bien en Diputados se dio con enorme amplitud, se cruzaron algunos límites y se violaron reglas de juego en las calles y en las redes sociales. Se generó un clima de violencia tremendo. Mi aspiración es, y lo conversé con otros senadores, que partamos de la base del respeto mutuo, una suerte de pacto de damas y caballeros: ni asesinos de un lado ni antiderechos del otro. Si partimos de los extremos, aumentará la violencia. En el Senado tenemos que elevar el nivel de debate, bajar el nivel de virulencia, debatir con respeto y generar alternativas. Porque yo, además, me resisto a pensar que no somos capaces de generar alternativas, que la única solución que tengamos sea el aborto...
-Los que se oponen, como usted, ¿presentarán una alternativa de despenalización?
-Se habla de muchas variantes y alternativas, no puedo adelantar cuáles son porque develaría nuestra estrategia. Trabajamos sobre diferentes alternativas y la idea es encontrar consensos.
-¿Por qué cree que Macri impulsó el debate?
-Es una demanda muy vieja de la sociedad, y hace años que se venía negando el debate. Lo peor que podemos hacer es meterlo debajo de la alfombra, como se hizo durante 12 años. Así nos fue. Cuando uno no atiende el problema, el problema se agrava. La decisión del Presidente es más y mejor democracia.
-¿Qué cree que pasará si se aprueba la ley?
-No me cabe duda de que pasará lo que pasó en todos los países donde se legalizó: aumentará la cantidad de abortos. Y vamos a llegar a una situación de banalización de la vida. En Francia se sometió a referéndum, la ley se fue haciendo más laxa y la realidad indica que el 90% de los embarazos con diagnósticos de síndrome de Down terminan en aborto. Es peligroso. Hablar de ampliación de derechos y crear una nueva categoría de derechos, absolutos, que no tenga en cuenta el derecho a la vida, el de otro ser... creo que sobre esto no hay discusión. Hay que trabajar sobre causas, la educación, la prevención y la verdadera inclusión.
-¿Y si no se aprueba?
-Tenemos muchas deudas sociales, en uno u otro caso, la tarea es la misma: educar, educar y educar. Y educar para la vida, para que llegado el momento en que una mujer que esté en una situación de embarazo no deseado no elija el aborto, que no sea esa la salida, que tenga herramientas y acompañamiento del Estado.
-¿Es cierto que la Iglesia está presionando con fuerza para que no salga?
-Yo particularmente no veo que haya presión. Sí creo que todos los credos tienen la responsabilidad de involucrarse con el debate, y la responsabilidad de hacer llegar su opinión a los ámbitos de decisión. Con respeto. Yo he sufrido presión de la otra parte: es espantoso cómo me acosan por las redes sociales, con algunos mensajes respetuosos y otros que dejan mucho que desear. A mí no me afectan en mi convicción pero es increíble que recurran a esas herramientas. Aunque fuera atea estaría en la misma posición.
Marcelo Fuentes: “Las movilizaciones de mujeres son un fenómeno imparable”
-¿Por qué está a favor del proyecto?
-Básicamente porque estoy convencido desde siempre que el aborto no debe ser punible penalmente y que no es un asunto de incumbencia religiosa, sino de salud pública y de desigualdad: la mujer que tiene recursos puede interrumpir su embarazo y la que no los tiene, no. En ambos casos, en condiciones de inseguridad. Además, es una cuestión que hace a la autonomía y al empoderamiento de la mujer sobre su propio cuerpo. Hay que convalidarla sin cambios, tal como vino de Diputados, porque no sólo es una barbaridad la persecución penal, sino que además debe haber un acompañamiento del Estado. Es una norma de profundo contenido reivindicativo.
-¿Qué expectativas tiene sobre el debate?
-Los tres jefes de los principales bloques nos pusimos de acuerdo en que debe ser de tratamiento abreviado, en dos comisiones, que son Asuntos Penales y Salud. No hace falta repetir la cantidad de exposiciones de Diputados. Tampoco creemos que el trámite deba ser exprés, pero sí no tan extenso, con el fin de llegar al recinto con una fecha máxima, del 11 de julio, atento a que el 15 empieza el receso. La actitud de la vicepresidenta, militante antiabortista, apunta a prolongar y demorar el debate innecesariamente. El lunes nos reuniremos los jefes de bloque para replantear los giros a comisión. Si la señora vicepresidenta no los modifica, lo discutiremos en la sesión del miércoles.
-¿Por qué cree que Macri impulsó el debate?
-Hay dos cuestiones que son totalmente diferentes: una, la intención política del Gobierno y otra, el desenvolvimiento de la realidad. Pese a la intención del Gobierno, la realidad muestra una movilización sin precedentes en la historia. El debate se hace no por la voluntad de los legisladores, sino por la movilización y el reclamo de las mujeres, a lo largo y ancho del país. El sector del Gobierno votó mayoritariamente en contra, creyeron que iba a ser un elemento de distracción. Pero la realidad es más rica que las intenciones.
-¿Qué cree que pasará si se aprueba la ley?
-Habrá un escenario de mayor seguridad jurídica para las mujeres. Será una transformación grande. Con el matrimonio igualitario pasó lo mismo: decían que se acababa el mundo y no pasó absolutamente nada. Hace muchos años las minorías sexuales pedían la unión civil, que era rechazada por los sectores recalcitrantes, que después terminaron impulsándola en contra del matrimonio igualitario. Ahora, con el aborto legal, lo mismo: los que se oponen terminan impulsando la despenalización, a la que justamente se habían opuesto desde siempre. Estas son normas expresan la mutación de los valores culturales.
-¿Qué cree que pasará si no se aprueba la ley?
-Hace unos meses nadie pensaba que saliera de Diputados. La movilización es determinante. Si no se aprueba ahora, tarde o temprano se va a aprobar. Es evidente que muchos de los cambios de postura que se produjeron en el Senado fueron consecuencia del volumen de la movilización y de la militancia de los colectivos de mujeres. Es el empoderamiento de la mujer en el mundo. Violencia de género, igualdad de derechos... es un fenómeno imparable. Nunca ningún derecho surge porque un grupo de sabios se reúnen y le encuentran la racionalidad. Surge de la lucha popular.
-¿Es cierto que la Iglesia está presionando con fuerza para que no salga?
-Yo presidí la Comisión Bicameral de Reforma y Unificación del Código Civil y Comercial y, con respecto al tema de los embriones fecundados, me reuní con la Pastoral de Vida. Tuvimos una discusión franca. Ellos me decían que es vida y yo les decía que no pretendan decirnos que son personas. Si usted define con claridad qué quiere y qué piensa, no hay presión. Y no es precisamente la Iglesia un ente que tenga capacidad de presionar en este marco de cambio cultural tan grande. Sí creo que los sermones dominicales a los senadores son una barbaridad. La Iglesia debería dedicarse a otra cosa.