Despedida a un renovador de la política

José Manuel de la Sota formó parte de esa generación que en los años 80 renovó profundamente la política argentina.

Despedida a un renovador de la política
Despedida a un renovador de la política

La fatalidad, tan frecuente en las rutas argentinas, acabó este fin de semana con la vida de un político de ley, el dirigente peronista cordobés José Manuel de la Sota. Pérdida lamentable desde todo punto de vista, como lo simboliza el sincero dolor que frente a la tragedia expresaron prácticamente la totalidad de las variantes partidarias argentinas.

Fue un  actor principal de los orígenes de la democracia que surgió en 1983 y que desde entonces mantenemos, aún con todas las dificultades conocidas. Formó parte de la llamada generación renovadora, esa que se inició con un radicalismo que accedió al poder democráticamente ganándole al peronismo por primera vez desde su aparición en 1945, sin ningún tipo de proscripciones.

Frente a ese singular desafío que nunca antes había vivido el movimiento creado por Perón, su sector más lúcido tuvo la inteligencia de apostar a una renovación interior profundísima de formas y contenidos para volver a disputar el poder, en vez de conformarse con la mera crítica al oficialismo circunstancial. Casi lo opuesto de lo que está ocurriendo hoy en que todos parecen apostar a crecer políticamente desde los defectos ajenos y no desde las virtudes propias.

Que el radicalismo y el peronismo se hubieran renovado en conjunto en esos inicios democráticos, le permitió al sistema republicano constitucional adquirir sólidas bases desde el principio. Tanto que hoy, de algún modo podríamos decir que ese es el principal mérito de una democracia bastante consolidada pero a la que le sigue costando ayudar a resolver los problemas más prioritarios de la sociedad en general, en particular de los más humildes, a los  que no puede brindarles el acceso a su debida promoción social.

José Manuel de la Sota fue uno de los pocos políticos que pudo atravesar todas las etapas de esta democracia manteniendo en lo esencial, la fidelidad a sus orígenes y principios. Tuvo apogeos y ocasos. Así como fue una figura clave de esa renovación peronista de los 80; luego su figura se desvaneció un tanto como casi toda su generación durante la época menemista que de alguna manera significó un retorno a viejos y perjudiciales usos y costumbres de la política que se suponía los renovadores vinieron a cambiar.

Pero De la Sota supo adaptarse a los cambios de época y trasladó su proyección nacional a su provincia de Córdoba donde luego de sufrir un par de derrotas, terminó siendo gobernador de ella durante tres períodos, manteniendo aún en vísperas de su muerte una considerable influencia y respeto de los ciudadanos  de su comunidad de origen.

Pudo en 2003 haber sido el presidente de los argentinos, pero diversas circunstancias lo impidieron, lo cual no le hizo bajar los brazos y pensaba intentarlo nuevamente en 2019. Sin embargo, más allá de eso lo interesante e importante fue la actitud con la cual aspiraba a intentar de nuevo su deseo inconcluso: el de apostar a la mayor unidad posible no sólo entre los miembros de su partido sino entre todos los argentinos, a ver si se podía presentar como quien hubiera logrado superar la dura grieta que nos divide políticamente como sociedad.

En un tiempo y un país donde las crisis políticas se han llevado consigo a cantidades significativas de dirigentes políticos que no supieron o no pudieron estar a la altura de su misión, aquellos que lograron atravesar los vendavales y salir medianamente ilesos merecen nuestro respeto, no sólo por sí mismos sino por el ejemplo que puedan brindar a las futuras generaciones.

En ese sentido José Manuel de la Sota podría considerarse como uno de los líderes políticos que en un país tan dramáticamente complejo como es la Argentina, pudo efectuar -en la suma final- más aportes positivos que negativos.

Hoy todos pujan por apropiarse de las banderas renovadoras para apostar al poder, pero a la vez casi nadie está dispuesto a cambiar en serio para hacerle honor a esas banderas. Como sí lo hizo De la Sota,  político que trabajó en serio por la unidad de los argentinos. En consecuencia, su aporte histórica no se irá con él, sino que sin dudas ayudará a las futuras generaciones a cumplir la misión de construir la Nación que aún nos debemos.

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA