Desintegración

El actual gobierno provincial se va retirando del poder en medio de una crisis destructiva. Y la gestión que llega deberá rearmar lo dañado para poder arrancar.

Desintegración

Por José Luis Toso - jtoso@losandes.com.ar

El lunes, cuando dio a conocer al periodismo su balance de la extensísima transición mendocina a punto de terminar, Alfredo Cornejo definió con un concepto lo que está pasando: “Está explotando todo...”, dijo sin dudar.

Es su apreciación, por supuesto, pero los hechos demuestran día a día que es la triste realidad de Mendoza en este fin de ciclo del justicialismo local, cuyo gobierno ha entrado en una suerte de desintegración. Y Cornejo también se mostró resignado a tener que asumir el pago atrasado de los sueldos estatales de noviembre como inicio de su gobierno, el 9 de diciembre.

Precisamente, a pocas horas de su regreso de Estados Unidos, donde más que nada tendió puentes para ayuda financiera e inversión a mediano plazo, por lo menos, el futuro gobernador le había dicho a Los Andes que se imaginaba un comienzo de gestión “viviendo 15 días en Buenos Aires para negociar un crédito puente para cubrir sueldos y aguinaldo”.

El reconocimiento de Cornejo de que asume la responsabilidad del pago de los sueldos que le deje pendiente la retirada de Pérez seguramente le sacó un peso de encima a la actual administración, que un día después, a través del ministro de Hacienda, Juan Gantus, dijo en reunión con diputados que resultaba sumamente difícil, por no decir imposible, conseguir ayuda nacional para afrontar la cancelación de los salarios de noviembre.

En realidad, sólo un alivio parcial para Gantus, que horas después supo que había sido imputado por un fiscal que investiga una denuncia en su contra por pagos a discreción a proveedores del Estado. En la mira judicial, en la misma línea que el intendente interino de Guaymallén, Luis Lobos, también investigado por el fiscal Carniello, pero en una causa mucho más grave: administración fraudulenta.

Denuncias de irregularidades y hechos de corrupción, lo que le faltaba al justicialismo mendocino, y en particular al gobierno de Francisco Pérez, para cerrar ocho años de gobierno complicados y en constante descenso.

El desconcierto en el Gobierno provincial ya es casi total, lo mismo que el desánimo. Por eso no sorprendió la reiteración de rumores desde hace varias semanas sobre una supuesta salida anticipada del gobierno por parte de Pérez. Una versión totalmente desmentida desde su círculo íntimo, entre el familiar y de amigos, al que las “malas lenguas” le adjudicaban la autoría de la supuesta estrategia. El ir y venir de rumores agregaba el punto de vista de los cercanos al Gobernador, con más cintura política, que de ninguna manera compartían la idea “familiar” de pegar un portazo faltando tan pocos días para dejar la función pública.

De todos modos, no se descarta que si a Cornejo y la UCR se les ocurre festejar el regreso al poder tras ocho años con un acto de buena concurrencia frente a la Casa de Gobierno, el traspaso de mando se realice antes en los salones de la Gobernación, de modo de no exponer a Pérez a ninguna situación incómoda.

Nadie sabe qué pasará en el justicialismo mendocino después del domingo 22 si el presidente electo es Mauricio Macri o directamente después que Pérez le entregue el mando a Cornejo.

Las esperanzas en el triunfo del gobernador bonaerense se mantienen, aunque en el seno del PJ local reconocen que los porcentajes favorables a Macri que marca la mayoría de las encuestas son posibles.

La vigente apuesta al triunfo de Scioli por parte del peronismo mendocino responde más que nada al anhelo de muchos de que un referente nacional con poder pueda encolumnar a la ahora caótica estructura. Es eso, porque Mendoza poco aporta a la sumatoria nacional de votos y es casi imposible para el Frente para la Victoria local revertir la serie de derrotas que ha caracterizado este largo año electoral, entre primarias y generales locales y las PASO y presidenciales nacionales.

Además, la realidad política aquí es deprimente para el justicialismo: el Ejecutivo no puede pagar sueldos ni deudas en general; no hay insumos en hospitales y otros servicios públicos; intendentes y funcionarios son investigados por la Justicia; jefes departamentales partidarios están enardecidos porque saben que en algún momento la crisis también les va a llegar a sus propios despachos; ministros y otros funcionarios de menor rango transcurren sus días finales de trabajo en medio de una gran depresión y, por otra parte, el Gobernador fracasó en la conducción partidaria.

Volviendo al balotaje del 22, los esfuerzos del peronismo para que Scioli gane están puestos, como siempre, en la enorme provincia de Buenos Aires, donde en la primera vuelta el candidato oficialista aventajó a Macri en el mano a mano entre ambos, más allá del voto castigo a Aníbal Fernández que le hizo perder la Gobernación. Para contrarrestar el gran predominio de Macri en provincias “grandes”, como Córdoba, Santa Fe y Mendoza, en Buenos Aires a Scioli no le alcanzaría con superar al porteño por 8 o 10 puntos, sino que necesitaría aventajarlo por no menos de 14 puntos porcentuales; dificilísima partida, admiten en el peronismo.

Los que se van, los que llegan... Mientras el justicialismo mendocino se prepara para una poco recordable despedida de gestión, en el radicalismo saben cada vez con más certeza que el desafío a partir de la asunción de Cornejo será muy grande en virtud de la delicada crisis financiera a afrontar. Como veíamos al comienzo de esta nota, a fin de año, pocos días después de asumir, el nuevo mandatario provincial se encontrará con una realidad de compromisos por montos mucho más elevados que los ingresos previstos por recursos nacionales, provinciales y de regalías, sin contar el pago de haberes a los empleados públicos.

Los pasos inmediatos ya los blanqueó Cornejo en sus contactos con la prensa en los últimos días. Además de las ya citadas negociaciones para afrontar el caos en las cuentas públicas, que crece como una bola de nieve en pronunciadísima pendiente, dará a conocer la nueva grilla de ministerios, que serán muchos menos que los actuales, y también los nombres de quienes estarán a cargo de los mismos, de modo que se vayan familiarizando con el complicado terreno que les tocará transitar.

El resultado de la elección presidencial le dirá a Cornejo con quién tendrá que entablar relaciones a partir de diciembre. Obviamente, si el presidente es Macri todo será mucho más fácil por lógica cercanía, pero si se impone Scioli, igualmente no imaginan en el futuro oficialismo mendocino una relación complicada, si se tiene en cuenta que en agosto el bonaerense le prometió al godoicruceño el mismo trato que pensaba otorgarle a Adolfo Bermejo si ganaba en junio aquí.

La crisis política que afecta al oficialismo y la delicadísima situación financiera, sumadas al lógico parate nacional que genera el proceso electoral, con cambio de rumbo inevitable, han colocado a nuestra provincia en una incómoda posición. El gobierno de Pérez termina de desintegrarse con los últimos tramos de su ya insoportable camino. Un final de gestión que de ninguna manera Mendoza merecía.

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