"Vivimos en una época peligrosa. El ser humano ha aprendido a dominar la naturaleza mucho antes de haber aprendido a dominarse a sí mismo". Albert Schweitzer Filósofo, médico y escritor alemán (1875-1965)
El 17 de junio de 1994 se firmó la Convención de las Naciones Unidas, de Lucha contra la Desertificación y la Sequía (Unccd). El 19 de diciembre de ese año, la Asamblea General de la ONU proclamó el 17 de junio como el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía (Resolución 49/115) e invitó a los Estados a que dedicaran ese día a la sensibilización de la opinión pública y el impulso de la cooperación internacional para combatir sus efectos.
Transcribo contenidos del documento “La Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (Cnuld) y su dimensión política”.
Este enfoque general fue preparado por expertos encabezados por el profesor Dr. Uwe Holtz (imparte enseñanzas de ciencias políticas en la Universidad de Bonn; es consultor en desarrollo y miembro del Grupo de expertos de personalidades eminentes de la Cnuld).
“El presente documento fue elaborado para la quinta Mesa Redonda de Parlamentarios en el contexto de la aplicación de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (Cnuld).
La reunión, organizada por la Unión Interparlamentaria (UIP) (www.ipu.org) y por la Secretaría de la Cnuld (www.unccd.int) con la asistencia del gobierno de Cuba, tendrá lugar en La Habana desde el 3 al 4 de setiembre de 2003, en paralelo con el sexto período de sesiones de la Conferencia de las Partes de la Cnuld, cuya celebración está prevista desde el 25 de agosto al 5 de setiembre de 2003” (Bonn, 26 de mayo de 2003)”.
Extraigo de este documento el punto de vista sobre la situación real que estamos viviendo, ante el impacto que la desertificación genera en nuestro hábitat:
“La capacidad de nuestro planeta para sostenernos está disminuyendo. Los problemas son sobradamente conocidos: la degradación de los suelos y de las tierras agrícolas, la disminución de la cubierta vegetal y de los bosques, la disminución del abastecimiento de agua limpia, la reducción de las pesquerías, y la consiguiente amenaza de una mayor vulnerabilidad social y ecológica. Estos peligros son de orden mundial; sus repercusiones, sin embargo, se hacen sentir más en el mundo en desarrollo, y especialmente entre los pueblos que viven en la pobreza”.
“La desertificación es un fenómeno realmente mundial que afecta a 40% aproximadamente de la masa terrestre de nuestro planeta, incluidas partes de Europa. 70% de todas las tierras secas están afectadas por la desertificación, con una superficie de 36 millones de km2; los países menos adelantados son los más afectados por ese fenómeno. Más de 1.000 millones de personas en 100 países están afectados directamente por la desertificación o corren peligro de estarlo”.
“¿Es inevitable ese deterioro del medio ambiente para que la pobreza disminuya y, finalmente, desaparezca? A pesar de la compleja relación existente entre la protección del medio ambiente y el desarrollo económico, muchos afirman lo contrario. Si no se consigue detener e invertir el proceso de erosión de los recursos naturales, el mundo no podrá alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), y particularmente el objetivo de reducir a la mitad la pobreza extrema y el hambre de aquí a 2015”.
Rescatar este informe nos pone frente a la falta de concreción de los objetivos propuestos, simplemente reconocido por el tiempo transcurrido (2003 a 2015) nada más ni nada menos que 12 años. La complejidad del mundo que habitamos parece no permitir que temas de esta magnitud no se concreten en el tiempo programado.
La realidad nos demuestra que hay más interés en el consumismo (fomentado), que en la búsqueda de un equilibrio en el uso y abuso de los ecosistemas.
El contenido de estos últimos conforman una comunidad (conjunto de plantas, animales, hongos y microorganismos), así como por el medioambiente inerte que les rodea y sus interacciones como unidad ecológica. De hecho, nuestro hábitat (conjunto de condiciones geofísicas, en que se desarrolla la vida de una especie o de una comunidad animal o vegetal), se deteriora cada día más.
La migración es ya una realidad: “En el mundo aproximadamente 100 millones de personas sufren la amenaza del éxodo debido a la inseguridad alimentaria. A estos añaden 25 millones que se han visto obligados a emigrar”.
“La desertización conlleva hambre, pobreza, guerras. Pese a ello, es un tema que no ha pasado a estar en la primera línea de la agenda política internacional”.