Desde el hogar de los erks

Desde el hogar de los erks
Desde el hogar de los erks

Es toda una experiencia comenzar a conocer la zona de Capilla del Monte, en Córdoba.

El lazo con ese rincón serrano se inició con una tía, hermana de mi madre, que se mudó allí hace veintidós años, cuando todavía parecía una localidad para cruzar sin frenar el auto.

Ella siguió los pasos de muchos de los nuevos habitantes del lugar amantes de las terapias alternativas y la ovnilogía, por su cercanía al epicentro energético más tradicional de sus primeros residentes, los comechingones  y su cerro sagrado, el famoso Uritorco, que domina la vista del pueblo con sus casi dos mil metros de altura.

Ya desde la primera vez que visité a mi tía, hace dos décadas,  el pueblo mostraba rasgos particulares.

Tenía sus primeras tiendas y sus artesanías dedicadas a los ovnis, los avistamientos, los extraterrestres, así como la iconografía de los habitantes de luz que habitan ahí, los erks, también asociados a los espíritus de los muertos milenarios que emergían de sus tumbas.

Conocer las historias de Capilla del Monte es un viaje de ida. En ese itinerario uno va quedando atrapado entre rituales, leyendas, mitos y secretos. Unos los pueden ver de algún modo fascinante; otros, más escépticos, como un paseo a un lugar extraño, tan amplio e indescifrable como sus relatos fantásticos.

El verano es la mejor época para conocer el pueblo. Se llena de turistas y el ambiente de sus calles se anima con música y tiendas con una gran diversidad de temas, todos relacionados con espiritualidades diversas. Los visitantes también suelen estar asociados a la temática que prevalece.

Por ejemplo, una vez viajó hasta allí una tal Margarita, una chamana mexicana reconocida en todo el continente y para verla llegó gente de todas partes del país. No caben dudas de que el lugar tiene algo espiritual. Se siente una paz absoluta si uno se permite abrirse a su energía.

Al Uritorco se sube en un día. Se parte a las 8 de la mañana y a las 13, aproximadamente, se puede llegar a la cima. En el medio de esa escalada, hay un descanso llamado "El valle de los cobardes", donde el excursionista tiene que decidir si continuar subiendo o se pega la vuelta. Pero la vista panorámica desde la cumbre vale la pena cada esfuerzo.

Otra experiencia inolvidable que viví, en uno de los tantos viajes anuales, fue presenciar una obra de teatro muy experimental dedicada a la luna llena.

Era de una compañía amateur que se reunía para hacer una especie de ritual en la oscuridad en un rincón del cerro donde sólo había iluminación con velas. En un momento parecíamos todos perdidos en la negrura, rodeados de cánticos y poesías alusivas e improvisadas.

Era una mezcla de algo pagano y cristiano. Esto fue hace diez años. Esta compañía ya desapareció del mapa o se perdieron en el cerro y nadie salió a buscarlos...

Entre las localidades de Capilla y Charbonier hay un lugar llamado las "Cuevas de Ongamira", una serie de aleros o grutas, ahora reconocidas como la  Quinta Maravilla Natural de Córdoba.

No sólo hay que recorrerlas con tiempo sino aprenderse los relatos originales de los comechingones; cuentos de indígenas que prefirieron suicidarse antes de quedar sometidos a los españoles. Por éstas y otras historias, Capilla del Monte es único.

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