"Los primeros cuatro meses del año fueron muy buenos. Pero tenemos un freno en el consumo entre mayo y junio. Ahora, estamos a la par en ventas que en 2017 y esperamos cerrar este año en los mismos niveles que el año pasado". Franck Salmon es francés, habla perfecto español y es vicepresidente de Marketing de Coca-Cola para el Sur de América Latina. La filial local de la multinacional estadounidense suele funcionar como un espejo de la situación del consumo masivo.
El grueso de las ventas de Coca-Cola está en las bebidas gaseosas, pero sus opciones de agua y jugos ya representan entre un 25% y 30% de lo que despachan, según Salmon. Los indicadores mundiales muestran que el crecimiento del consumo pasará por ese segmento.
"Empujamos retornables y otros productos que cobran mayor relevancia en un contexto de repliegue y erosión del consumo", explica Salmon, que no vacila en contestar sobre la retracción en las ventas. En cambio, prefiere trasladar la respuesta hacia una ejecutivo local frente a la controvertida reforma tributaria propuesta por el Gobierno el año pasado. En esa modificación, se iban a subir tributos a las bebidas azucaradas, lo que llevó a Coca-Cola a analizar si continuaría con sus niveles de inversión. Nada cambió y la empresa sigue con su desembolso previsto de U$S 1.200 millones en tres años, desde 2019.
"Está pasando una vez más el país por cierta erosión en el consumo y en el humor del consumidor, con cierto pesimismo", define Salmon como el estado de situación. Sin embargo, dice que Coca-Cola lleva 75 años de presencia en el país y que ya atravesó otras "crisis" similares. "Nuestra apuesta es a mediano y largo plazo. Estamos acostumbrados a surfear situaciones difíciles", destacó el empresario.