En 2013, el padre de Michael Hickey murió de un doloroso cáncer de riñón a los 68 años. Entonces, Hickey convirtió en su misión el descubrir por qué tanta gente enferma en su localidad, Hoosic River.
Dos años más tarde, la Agencia de Protección Medioambiental estadounidense (EPA) ha advertido a los residentes de Hoosick Falls que no beban agua de los pozos municipales, y una planta de plásticos ha aceptado proporcionar agua embotellada y pagar dos millones de dólares para un nuevo sistema de filtrado en la planta de tratamiento de agua del pueblo.
La campaña de Hickey comenzó por sus sospechas sobre la polución en este pueblo industrial del estado de Nueva York, cerca de Vermont. Su padre había trabajado durante 35 años en una planta que fabrica plásticos de alto rendimiento similares al Teflon, así que Hickey hizo una búsqueda en internet sobre la relación entre el cáncer y el Teflon.
Lo que encontró fue PFOA.
El ácido perfluoroocatnoico, una sustancia que repele al agua y el aceite, se utiliza desde la década de 1940 en productos como material de cocina antiadherente, alfombras resistentes a las manchas y bolsas de palomitas para microondas
. Los fabricantes acordaron retirarlo de forma progresiva para finales de 2015, poco después de que DuPont alcanzara un acuerdo de 16,5 millones de dólares con la EPA porque la empresa no había informado de los posibles riesgos para la salud relacionados con el PFOA.
Un comité científico que hizo estudios de salud como parte del acuerdo extrajudicial de DuPont ante una demanda colectiva en West Virginia concluyó que había ``lazos probables'' entre la exposición al PFOA y el cáncer de riñón, testicular y de tiroides, colesterol alto, colitis ulcerosa e hipertensión producida durante el embarazo.
En Hoosick Falls, nadie había documentado nunca de forma científico que el pueblo tiene una tasa poco habitual de cáncer, pero Hickey y un médico local sabían de suficientes casos concretos como para pensar que habría que abordar el tema.
``Siempre se ha hablado en el pueblo sobre que hay mucho cáncer'', dijo Hickey. ``Cuando a mi padre, que no bebía ni fumaba, le diagnosticaron un cáncer de riñón, eso lo hizo más personal''.
El doctor Marcus Martínez, el médico de familia para muchos de los 3.500 habitantes del pueblo, añadió que en efecto parecía haber una tasa de cáncer mayor en la zona, en especial de formas agresivas y poco comunes. El propio Martínez, de 44 años, está en remisión de un agresivo cáncer de próstata.
Cuando los dos propusieron analizar el agua del pueblo, el alcalde a tiempo parcial David Borge lo rechazó en un principio citando las recomendaciones del estado. El estado de Nueva York clasifica el PFOA como un ``contaminante orgánico no específico'' y no requiere que se hagan pruebas.
La EPA tiene una recomendación no vinculante de que la concentración de esta sustancia no supere las 400 partes por trillón, lo que equivale a unas 4 cucharaditas en agua suficiente como para llenar una fila de 10 millas de vagones cisterna.
Hickey utilizó su propio dinero en el verano de 2014 para analizar el agua del grifo de su cocina y otras fuentes. Los resultados mostraron una concentración de PFOA de 540 partes por trillón en la casa de Hickey, por encima de las recomendaciones de la EPA. Las autoridades municipales analizaron entonces el suministro local y encontraron niveles similares.
La empresa Saint-Gobain Performance Plastics, que forma parte de un conglomerado global con sede en París, se convirtió en 1999 en la quinta propietaria de una fábrica de plástico en Hoosick Falls. En el verano de 2015 hizo análisis y registró niveles de PFOA de 18.000 partes por trillón en el agua subterránea bajo su planta, a 500 yardas (metros) de los principales pozos de agua del pueblo.
``Sainy-Gobain Performance Plastics está comprometida con ayudar al pueblo de Hoosick Falls con esta situación'', indicó Carmen Ferrigno, portavoz de la empresa. Aunque no se ha identificado la fuente de la contaminación de PFOA, Saint-Gobain lleva desde noviembre pagando agua embotellada para los residentes y ha aceptado pagar filtros que retiren la sustancia del suministro de agua, señaló.
Hickey y Martinez, junto con el abogado medioambiental de Albany David Engel, no se conformaron. Querían que se advirtiera a la gente de que no bebiera agua del grifo, así como una plena investigación e indemnización.
Engel se puso en contacto con Judith Enck, que dirige la sección de la EPA que incluye Nueva York. Ella emitió un comunicado en diciembre advirtiendo a la gente que no bebiera o cocinara con el agua del pueblo. Hasta entonces, el estado y las autoridades locales habían dicho a los vecinos que era improbable que el agua causara problemas de salud.
El 14 de enero, Enck y un comité de destacados científicos de la EPA hablaron ante una sala abarrotada en el auditorio de la escuela secundaria de Hoosick Falls. El departamento de estado también anunció hace poco sus planes de estudiar la tasa de cáncer en el pueblo y sus alrededores.
``Damos una gran prioridad a este problema de contaminación'', dijo Enck. ``Hace falta un estudio muy detallado sobre el agua subterránea en Hoosick Falls para saber con qué tratamos y cómo abordarlo''.
El plan de la localidad de instalar filtros en la planta de agua es un buen primer paso, dijo Engel, pero la solución a largo plazo debe ser establecer nuevos pozos para reemplazar a los contaminados.
Kevin Allard, de 58 años y que trabajó en la planta de plásticos en la década de 1980, dijo que su madre murió de cáncer de páncreas a los 54 años y su padre murió de cáncer de tiroides a los 81. En 2006. Un amigo del hijo de Allard, de 25 años, murió de cáncer de páncreas. Ahora teme por la salud de sus hijos, que están al comienzo de la treintena.
``Crecieron con esa agua'', dijo. ``Eso es lo que me preocupa''.