Por Marcelo Zentil - mzentil@losandes.com.ar
¿Por qué los encargados de hacer las leyes pueden aprovecharse de su función? La pregunta no parece tener una respuesta única. Tal vez tenga que ver con que, lejos de aceptar que son “nuestros” empleados, creen que son parte de una élite que puede disponer a su antojo y beneficiarse con sus propias normas.
Mientras un millón de trabajadores en el país ven al final de cada mes cómo les descuentan el Impuesto a las Ganancias sobre el total de sus haberes remunerativos, los legisladores y concejales mendocinos se amparan en una ley de hace 20 años, dictada a su favor por el Congreso Nacional, para evitar el pago sobre un tercio de su ingreso.
Valiéndose de su poder circunstancial, ellos han transformado en legal lo que, si lo hiciera cualquier otro ciudadano, sería una burda evasión.
Los legisladores provinciales tienen un sueldo bruto de unos 85 mil pesos, pero sólo tributan Ganancias sobre 60 mil. ¿Cómo impacta esto?
En vez de aportar al fisco los 16.500 mil pesos que le descuentan a un empleado, con dos hijos a cargo, que también tiene 85 mil pesos de salario bruto, ellos terminan aportando cuando mucho 12 mil pesos.
Esto hace, por ejemplo, que terminen ganando más que el propio gobernador.
El dinero que se “ahorran” es dinero que pierde el Estado, el que ellos en sus discursos encendidos dicen defender a rajatabla, sin distinción de color político. ¡Vaya contradicción!