«La vulnerabilidad a los desastres aumenta a un ritmo mucho mayor que la capacidad de superarlos. La reducción de los riesgos de desastres debe pasar a ser, para todos nosotros, una preocupación y una causa permanentes. Invirtamos hoy en un futuro más seguro».
Mensaje del Secretario General de la ONU-13/10/2011.
El Día Internacional para la Reducción de los Desastres (Resolución 56/195- ONU- 21/12/2001) se celebra el segundo miércoles de octubre, correspondiendo este año al día de la fecha, miércoles 10. El objetivo es la concientización de los habitantes de este planeta en asumir la responsabilidad de cuidar el hábitat, mediante la prevención de posibles desastres.
Estos pueden ser clasificados como: "Desastres generados por fenómenos geofísicos (clasificación de la ONU): Deslizamientos de tierra- Movimientos Sísmicos- Huaycos- Vulcanismos- Avalanchas- Derrumbes- Aluviones- Aludes". Incluye además los generados por fenómenos: meteorológicos o hidrológicos (ej. inundaciones), de origen biológico (ej. epidemias) y los desastres tecnológicos (ej. incendios). Desastres generados por el hombre (intencionalmente, accidentalmente) o por fallas en sistemas o maquinarias producidas por él. Algunas de las acciones de su responsabilidad: las guerras- el terrorismo- el crimen- el desorden civil- los vertidos tóxicos- el incendio provocado- los accidentes nucleares.
Mendoza, por su ubicación geográfica, se caracteriza por tener un territorio vulnerable debido principalmente a dos "fenómenos geofísicos": los sismos y los aluviones.
Del historial de estos desastres naturales destaco los primeros y algunos de los más destructivos como referencia, a saber: terremotos -año 1782 se registra el primero- año 1861 el de mayor destrucción (6.000 víctimas s/una población de 18.000 habitantes)- año 1944 en San Juan (10.000 víctimas y gran destrucción) afectando a Mendoza. Aluviones -año 1716 la inundación afecta a la ciudad y edificios como Nuestra Sra. De Loreto- año 1934 en Cacheuta se desencadena un aluvión provocando cuantiosos daños. Año 1970 fuerte aluvión afectando desde Chacras de Coria hasta el centro de la ciudad Capital (provocando 24 víctimas y cuantiosos daños materiales).
"Aunque no se pueda luchar contra el desencadenamiento de las fuerzas de la naturaleza, el hombre sí puede crear instrumentos de prevención. Desde el decenio de 1960, la Unesco ha adoptado una estrategia preventiva" (ONU).
"Una actitud preventiva permanente nos hará actuar para evitar ciertos eventos o reducir sus efectos. Asimismo, permitirá una recuperación más rápida y menos costosa, en caso que sucediera. Estaremos preparados para aprovechar mejor las oportunidades de crecimiento y desarrollo, y disfrutar de mayor tranquilidad a futuro" (ONU).
Referido a esta temática, en el título siguiente de esta nota transcribo parte del contenido correspondiente al trabajo de investigación sobre: "Utilización racional de los espacios públicos y privados a cielo abierto de la Ciudad, ante las necesidades emergentes pos-Terremoto". (PIN-2010/2011-Res. Nº 06/2010 y 07/2010-Facultad de Ingeniería-UNCuyo - Director del proyecto Arq. R. M. Romano).
Prevención de desastres naturales
Hay que tener en cuenta que no sólo es difícil pronosticar un terremoto o aluvión, sino más incierta aún su magnitud. De esta última depende el grado de catástrofe, que deberá hacerse frente en la emergencia.
El conocimiento de las características del territorio provincial plasmado en papas de situación, permite tener una visión global sobre las debilidades de las conformaciones urbanas y suburbanas de nuestras ciudades.
La realidad nos muestra tanto a nivel país, región, provincia y municipios, la falta de planificación territorial. Lamentablemente nos toca vivir hoy como ciudadanos décadas de desidia urbanística, tiempo en el cual han privado decisiones puntuales de los gobiernos de turno, lógicamente planteando intervenciones en los éjidos fuera del contexto de un planeamiento integral, que tienda a mejorar las condiciones del hábitat.
Planificar significa hacer frente al reto de "proponer el hoy para el mañana". Se necesita conformar equipos multidisciplinarios de profesionales idóneos (como hace décadas los hubo; ej.: el Plan Regulador del cual sólo se rescató la idea de un Código de Edificación entre otras), que propongan un reordenamiento territorial por etapas con proyección a largo plazo (a 15 ó 20 años).
Ésta debe ser una política de Estado (aplicando el verdadero sentido de este término que conceptualmente significa instrumentar los medios para lograr un objetivo; lamentablemente desdibujado por décadas como politiquería) a cumplir por todo nuevo gobierno, o sea la obligación de continuidad con el "plan estratégico del desarrollo sustentable del territorio provincial". De haberse concebido y aplicado el mismo, de hecho se podría haber comenzado a revertir situaciones de vulnerabilidad existentes: hoy más comprometidas, lo que hubiera generado aminorar el impacto de terremotos y aluviones, como así también las pautas de emergencia a considerar.
Reflexión final
La naturaleza es sabia y perfecta en cuanto a su organización, por ende la biodiversidad que contiene se desarrolla estructurada en armonía. Vale como ejemplo el funcionamiento de su cadena alimentaria.
Lamentablemente el ser humano no la ha respetado a través de los siglos y hoy nos encontramos en una situación de estadío terminal, estando en peligro de extinción no sólo especies de la biodiversidad, sino que a corto plazo está en juego la propia sobrevivencia de la especie humana en el planeta Tierra.
El mayor destructor en el tiempo con sus intervenciones es el hombre y sus secuelas son: deforestación, desertificación, destrucción de fauna y flora, pérdida de vertientes, ríos, lagos, deterioro progresivo de los mares, depredación de montes, de montañas y una contaminación generalizada que está poniendo en riesgo todo tipo de vida en este planeta.
Ejemplo claro en el caso de Mendoza con el avance de la "desurbanización" hacia el Oeste consolidando, como hechos consumados, asentamientos precarios y otros no tanto, permitiendo (el Estado en su conjunto) la modificación de la topografía natural con total libertad.
Éste es el caso de la intervención en el pedemonte horizontalizando su perfil topográfico, transformándolo en mesetas, destruyendo la flora autóctona (que afirma el suelo), facilitando la concentración de agua de lluvia (que no tiene ningún obstáculo que la diversifique en su avance), terminando por arrasar la masa aluvional (conformada por agua, barro, piedras arrastrando todo lo que encuentra en el camino) por el pedemonte e invadir el llano.
En síntesis, la situación de Mendoza es grave. Parece que no hay conciencia, idoneidad y, por ende, responsabilidad para planificar seriamente en el tiempo".
Las opiniones vertidas en este espacio, no necesariamente coinciden con la línea editorial de Diario Los Andes.