Descubierta en 2004, en la zona rural de General Roca –Río Negro–, por el equipo de Sanidad Vegetal del INTA Alto Valle, la avispa –Goniozus legneri– ataca a los principales insectos que afectan la calidad y sanidad de la fruticultura de la Norpatagonia. Luego de años de observación, el equipo del INTA determinó que podría ser usada para el control biológico de las principales plagas de la región.
Liliana Cichón, especialista en control biológico de plagas en fruticultura del INTA, destacó que esta nueva práctica es una herramienta sustentable en lo económico, ambiental y social dentro de una estrategia de manejo integrado de bajo impacto ambiental.
“La liberación de estas avispas permite reducir sustancialmente el número de aplicaciones de insecticidas, emplear sólo aquellos de baja toxicidad (banda verde) y obtener la misma eficacia que en las estrategias de control convencional”, señaló Cichón, quien agregó: “En esto se basa su potencial”.
La innovación radica en la especie, el cultivo y el método de liberación. “La avispa tiene la capacidad de parasitar a las larvas de lepidópteros, es decir, a polillas o mariposas”, expresó Cichón, quien describió: “Para esto, se sujetan a los árboles pequeñas bolsas de papel que contienen pupas en un estado avanzado de desarrollo, de las cuales emergen los adultos que parasitarán a las larvas de las plagas presentes”.
De acuerdo con la especialista, “se están evaluando con mayor precisión los momentos más adecuados para realizar liberaciones más eficaces para el control de carpocapsa (plaga clave de los frutales de pepita), grafolita, polilla del algarrobo, enruladores de hoja y otras isocas”.
“La principal ventaja de Goniozus legneri es su carácter autóctono, ya que está presente en el Norte de la Patagonia, en diversos cultivos como perales, manzanos y nogales y es inofensiva para el ser humano”, indicó Cichón, quien agregó: “Además, puede hallarse en las zonas nogaleras de La Rioja y Catamarca y en Chile y Uruguay”.
Cichón: “La avispa tiene la capacidad de parasitar a las larvas de lepidópteros, es decir, a polillas o mariposas”.
En la naturaleza, la avispa se encuentra en una baja densidad poblacional y parasita como máximo hasta un 20% de las larvas. Por esto, “es necesario aumentar el número de individuos en los montes frutales, a través de la cría artificial y una serie de liberaciones inundativas”, analizó Cichón.
Durante la investigación se compararon los beneficios de la estrategia Mibia con liberación de estas avispas, con otra de manejo integrado de plagas (MIP) en un cultivo demostrativo de peral.
“En ambos casos se utilizó la técnica de confusión sexual como herramienta básica para el control de carpocapsa (Cydia pomonella L.)”, señaló Cichón y agregó: “Los resultados obtenidos demostraron que ambas estrategias resultaron exitosas para el control de la plaga y, a futuro, se evaluará su impacto ambiental”.
A futuro
En 11 años de investigación, el equipo integrado por Liliana Cichón, Silvina Garrido y Jonatan Lago también ideó un método de cría artificial, a fin de obtener un gran número de avispas para ser liberadas en forma inundativa y periódica en el campo, y provocar un efecto depresor sobre plagas como la carpocapsa.
Las primeras pruebas a campo se realizaron en enero y febrero de 2016, en un establecimiento de producción orgánica de manzanos del Valle Medio de Río Negro. Allí, en una superficie de 16 hectáreas, se liberaron 64 mil avispas. El mismo método se está probando en un monte de nogales de esa región.
Según Cichón, “las dosis y frecuencia de liberación dependen del número de plagas a controlar, de sus densidades poblacionales, del cultivar y del programa sanitario que se implemente en el establecimiento”. Se sujetan a los árboles pequeñas bolsas de papel que contienen pupas en un estado avanzado de desarrollo; de allí, salen los adultos que parasitarán a las larvas de las plagas presentes.