El desarme iraní debería ayudar a la pacificación

En un mundo tan convulsionado por la violencia y la degradación humana como el que nos toca vivir, la suspensión por parte de Irán de su plan de enriquecimiento de uranio con fines militares y la destrucción de sus reservas, alienta la esperanza de un ava

El desarme iraní debería ayudar a la pacificación

El gobierno de Teherán respondió así al acuerdo logrado en noviembre en Ginebra con las grandes potencias occidentales. A cambio, la comunidad internacional irá levantando gradualmente las sanciones económicas que aplicó contra Irán ante el empecinamiento de ese país, durante los tensos años de gestión de Mahmud Ahmadineyad, donde existía la certeza de que la fabricación de armamento letal era el principal fin de sus autoridades.

Es justo destacar que hubo un notorio cambio de actitud de Irán hacia el mundo a partir de la asunción de Hassan Rohani como presidente, con una política mucho más moderada y contemplativa por parte de la hasta ahora tradicionalmente reactiva República Islámica.

Producto de la implementación de una radical política exterior y militar durante décadas, Irán viene soportando una inflación anual del 40% y una tasa de desempleo que supera el 20%. De ahí que el nuevo rumbo adoptado a partir de este acuerdo con las grandes potencias económicas le puede significar un desahogo económico importante.
 
El acuerdo logrado a fines de 2013 y el reciente cumplimiento del mismo por parte de las autoridades iraníes, pone punto final a la confrontativa y delirante estrategia de Ahmadineyad, basada en un plan militar pensado para dominar por la fuerza la región y amenazar a las potencias mundiales.

Superado este obstáculo, las naciones dominantes no deberán perder de vista los restantes focos de conflicto que se viven en la misma región. La crisis de Siria, una verdadera guerra civil que provoca miles de víctimas mensualmente, es una herida muy grande a curar.

Ya se avanzó el año pasado con la aceptación, por parte del gobierno de Damasco, de la destrucción de su armamento químico, de carácter letal, pero mucho falta aún para evitar que los enfrentamientos entre fuerzas militares del gobierno de Bashar al-Asad y tropas rebeldes, sigan destruyendo a esa hermosa nación árabe y minando la resistencia de una sociedad cada vez más angustiada y humillada.
 
Urgen para Siria negociaciones políticas que acerquen posiciones por sobre el uso de las armas y hasta puedan lograr una transición pacífica y consensuada hacia un recambio de conducción.

Otra cuenta pendiente en Oriente Medio para la dirigencia internacional es el eterno conflicto entre Palestina e Israel, objeto de negociaciones permanentes con resultados no siempre efectivos.
 
Recientemente, la administración estadounidense de Barack Obama no logró generar confianza entre las autoridades israelíes, en parte por una serie de sospechas que despertó la oposición republicana, siempre más cercana políticamente al actual gobierno israelí.

El esperado alivio por el acatamiento iraní del acuerdo para no seguir enriqueciendo uranio con fines bélicos, debería ayudar a descomprimir los demás conflictos y conducir hacia la pacificación de esa convulsionada región.

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