El célebre Escalón de Hillary, una pared rocosa de 12 metros de alto considerada como la última dificultad en el ascenso del Everest, quedó sustituida por una pendiente cubierta de nieve, según varios alpinistas.
Las dudas sobre el estado de este obstáculo legendario comenzaron el año pasado, cuando varios testigos aseguraron que había desaparecido. Una versión desmentida entonces por otros alpinistas y por las autoridades nepalíes, que atribuyeron la confusión a una nevada.
Pero unos montañeros que acaban de escalar el Everest, donde la primavera llega a su fin, han sido unánimes esta vez: la pared rocosa casi vertical se ha convertido en una pendiente gradual, que vuelve el ascenso más rápido y más sencillo.
"El Escalón de Hillary ya no es cómo lo hemos conocido", indica Dawa Phinjo Lama Bhote, uno de los siete alpinistas entrevistados.
"Una gran piedra de casi cinco metros ha desaparecido. La zona es ahora más fácil de sortear", explica este guía nepalí, que ha ascendido siete veces la montaña más alta del planeta, cuya cima se sitúa a 8.848 metros sobre el nivel del mar.
Situado a 8.760 metros de altitud en la ruta nepalí (sur), las más popular, el Escalón de Hillary le debe su nombre al neozelandés Edmund Hillary, que fue en 1953, con el nepalí Tenzing Norgay, uno de los dos primeros hombres en escalar el Everest.
Desde aquel primer ascenso, los alpinistas de la ruta nepalesa debían usar cuerdas para escalar la pared y pasar una pierna por una roca en su cumbre, quedando así a horcajadas sobre un precipicio.
Esta escalada, que un alpinista experimentado lograría sin problemas a baja altitud, requiere una gran cantidad de energía en esa altura tan extrema, donde el oxígeno escasea y los cuerpos están agotados por el esfuerzo.
"El Escalón de Hillary ha cambiado. Ahora lo pasamos por la derecha, a través de una pendiente cubierta de nieve", cuenta el alpinista británico Kenton Cool, que alcanzó la cima del Everest por decimotercera vez la semana pasada.
"Claramente, ya no está ese pequeño rincón entre la nieve y la roca que estaba allí. Ya no está la roca en la cima del escalón en la que había que ponerse a horcajadas para avanzar", añade.
Debido a su estrechez y su dificultad, el lugar se había convertido en un cuello de botella en la última recta del Everest, cuya frecuentación se ha disparado desde la liberalización del ascenso por Nepal en los años 1990 y la aparición de expediciones comerciales.
"La zona del Escalón de Hillary es una cresta de nieve levemente inclinada, pero no se diferencia de las demás secciones entre la cumbre sur y la cumbre principal", confirma otro alpinista, que no ha querido dar su nombre.
Los motivos de esta alteración del terreno se desconocen. Algunos alpinistas han sugerido que podría deberse al seísmo de magnitud 7,8 que mató a 9.000 personas en Nepal en 2015. Una causa poco probable, según los geólogos, que dudan que el terremoto, cuyo epicentro se situaba a 450 kilómetros al este del Everest, haya podido mover las rocas en su cima.
Otros apuntaron al calentamiento global. Algunos picos de los Alpes sufren derrumbes al derretirse el hielo que mantiene las rocas unidas.
Una hipótesis que el doctor Jeffrey Kargel, del Planetary Science Institute estadounidense, considera incierta en el caso del Everest, debido a su altitud.
"Hace demasiado frío en la cima del Everest, incluso en los días de verano soleados y a mediodía", indica este experto en el cambio climático.
Los poderes públicos nepaleses, para los que el Everest supone una importante fuente de ingresos en un país pobre, aseguran por su parte que el Escalón de Hillary sigue intacto.
"No he oído nada distinto este año", afirma Dinesh Bhattarai, director del departamento de turismo nepalés.
Varios alpinistas dijeron a la AFP que las autoridades locales les habían ordenado no hablar del Escalón de Hillary con la prensa, bajo la amenaza de no poder hacer montañismo en Nepal en el futuro.