La vitivinicultura mundial ha experimentado cambios importantes para destacar. La superficie total de viñedos liderada, aún hoy, por Europa, ha disminuido su extensión, particularmente por los subsidios para erradicación recibidos por los países de este continente.
En el año 2000, Europa ocupaba el 62,5% de la superficie implantada y en 2012 el 56%. El balance, considerando el mismo período, para los otros continentes resulta en aumento, pero mayormente dado por el viñedo de China, cuya superficie se incrementó 90%.
Hoy la superficie total de viñedos en el planeta es de 7,5 millones de hectáreas, la cual fue casi 7,9 millones de hectáreas en el año 2000. Respecto del año 2011 el retroceso ha sido del 1%.
En relación a la producción de vinos debe tenerse presente que razones climáticas afectaron la vendimia 2012 en Europa, que, sumado a la baja de la superficie, condujo a la obtención de un menor volumen producido. El volumen mundial de producción en el 2012 fue de 242 millones de hectolitros, 6% menos que en 2011.
Australia tuvo años de condiciones climáticas muy adversas, sequías seguidas de años muy lluviosos; no obstante, en 2012 mostró una importante recuperación de su producción.
Algo similar pasó en Chile, que, si bien venía en alza su superficie y su producción, el terremoto de 2010 produjo una regresión. Sin embargo en 2012 este país tiene la mayor producción de los últimos 10 años, alcanzando un volumen de 12,6 millones de hectolitros, es decir 20% más que en 2011. Contrariamente, Argentina, con una vendimia cuantitativamente baja por incidencias de factores climáticos, aunque de muy buena calidad -la más baja de los 10 últimos años- elaboró 11,8 millones de hectolitros. Esto hizo que pasara a ser el octavo productor mundial, en tanto que desde el año 1995 ocupaba el quinto lugar.
El orden: Francia, Italia, España, Estados Unidos, China, Australia, Chile y Argentina. Estados Unidos se ha mantenido estable los últimos años y Argentina en 2013 ha recuperado su producción en un 25%, lo que podría indicar un reposicionamiento. Se debe esperar ahora la vendimia del hemisferio norte, a los fines de contar con lo acontecido en 2013.
En cuanto al consumo mundial, si bien viene disminuyendo, parecería ser que este retroceso tiende a ser menos marcado: 243 millones de hectolitros en 2012 y 244 millones de hectolitros el año anterior. Lo llamativo es la baja importante de consumo en países como Francia, Italia y España, con una disminución respecto del año 2000, de 12%, 24% y 37%, respectivamente.
En la misma década Estados Unidos incrementó su consumo de vino en un 37%, China un 67% y Argentina bajó el consumo en un 20%. No obstante, esta tendencia a la baja del consumo de vino en Argentina, marcada desde 2008 a 2011, se revierte en 2012, observándose un aumento de 9,8 millones hectolitros a algo más de 10 millones. En tanto, el consumo interno en Chile, que indicaba una tendencia al aumento en años anteriores, revierte su tendencia en 2012, con un descenso. Perú, Brasil, Australia y Canadá muestran incremento en su consumo interno.
Entre 2011 y 2012, Argentina incrementó el volumen de sus exportaciones de vino en alrededor del 18%. Es el noveno exportador mundial de vinos. En los 5 primeros meses de 2013, aumentaron el 2,51% las exportaciones de vinos varietales fraccionados. El aumento del valor FOB de las exportaciones de vinos fraccionados fue del 2%. En los vinos varietales fraccionados color el incremento fue del 5%. Subió el 9% el valor de los otros vinos que se comercializaron fraccionados.
El valor del comercio mundial de vino aumentó en el año 2012 un 8,3% (25.290 millones de euros) pero cayó 1,7% en volumen (99 millones de hectolitros), con un aumento del 10,2 % del precio medio (2,55 euros por litro).
Del análisis de los datos anteriores se puede inferir que el decrecimiento de la superficie de los viñedos podría estancarse e incluso comenzar a revertirse, si se tiene en cuenta que se ha concluido con las primas por erradicación de viñedos en Europa y que en los países emergentes las tendencias son positivas.
Los volúmenes disponibles para la comercialización han provocado una baja de los stocks y una tonificación de los precios.
Afortunadamente, la baja de consumo en los últimos años parece atenuarse, pero por el aporte de países no tradicionales. Asombrosamente los países productores y más tradicionales han disminuido el consumo en los últimos años, en tanto que el interés por la vitivinicultura que se presenta en los países emergentes viene marcando un aumento en la producción y en el consumo.
En Argentina, se observa que la oferta entiende que debe cubrir el mercado con otros productos, quizás como resultado de estudios hechos por especialistas en algunas empresas o por la observación de segmentos de consumidores que eligen otro tipo de bebidas.
Lo cierto es que hace unos pocos años se habla de esta necesidad de llegar con productos más frescos, más simples, menos alcohólicos a quienes parecen ávidos de beberlos, pero la producción no aparece, al menos, no se observa en forma impactante.
Quizás sea un tema de costo y/o de falta de debate respecto al marco normativo, pero se entiende que el momento de la elaboración de estas novedades de la industria vitivinícola está cada vez más cerca.
El vino tradicional, que resulta ser elegido con menos frecuencia, aunque más permanentemente, siempre seguirá estando y deberá mantenerse en calidad y tipicidad. Resta ahora profundizar acciones para “conquistar” a nuevos consumidores, que encuentran hoy un gran número de alternativas fuera del sector vitivinícola. El desafío es sumarlos.