Con poco en juego, se esperaba un partido más abierto y dinámico. Eso se podía imaginar de dos equipos sin demasiadas responsabilidades sobre sus espaldas y arrancó bien. Gutiérrez era el primero en tomar la posta.
Se hacía dueño de la pelota, Díaz tenía a su alcance varias opciones de pase porque la movilidad de los delanteros así lo permitía. Orué su sumaba e iba hasta el fondo con determinación.
El Celeste se erigía como el principal protagonista de las acciones aunque no terminaba esas jugadas de la mejor manera. Se equivocaba en el último pase, en el centro al área o cuando tuvo la oportunidad de definir, sus atacantes no estuvieron finos.
Este escenario claramente favorable al local no se iba a prolongar mucho más allá del minuto 15 de la etapa inicial. Desamparados
comenzaría a cuestionarle la posesión del balón más lejos de su arco y gozaría de alguna que otra situación de riesgo que llegaría por medio de la pelota parada, principalmente.
Un centro de Lodeiro que Martínez Gullota le tapó con los pies, a puro reflejo, a Sáez, iba a ser lo mejor de los primeros cuarenta y cinco minutos.
El complemento fue un montón de nada. Ingresaba Chavarría para dar velocidad a la ofensiva del Cele en lugar de un pobre Valenti, pero el delantero no pudo casi nunca conectar con un compañero por lo que sus corridas terminaban en la intrascendencia. ¿La visita? Bien, gracias.
Ni con un hombre más (echaron a Orué a los 29 minutos) se animó a atacar con más gente. Lo tuvo en la última del partido, en un tiro libre que se fue cerca del arco de Silva (entró por el lesionado Martínez Gullota). Pobre.
