En lo que hace a los sistemas de protección y vigilancia de los derechos humanos a nivel mundial, esto se rige por los tratados internacionales. Hay por ejemplo un mecanismo regional de la OEA que funciona en Washington y San José de Costa Rica para el caso de la Convención Americana de Derechos Humanos o Pacto de San José de 1969, por eso conocemos bien en Mendoza la Comisión Interamericana y la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Con sede en Ginebra, Suiza, celebra su 109 Sesión en el Palais de Wilson y esta presidido por un jurista brillante Sir Nigel Rodlye. Por su parte están representados todos los sistemas jurídicos conocidos y tenemos dos latinoamericanos de fuste sentados allí; un argentino Fabián Salvioli y un costarricense Víctor Rodríguez Brescia.
Hacinamiento carcelario, niños que viven con sus padres en prisión, objeción de conciencia en materia de servicio militar, libertad de expresión, aborto, justicia indígena, corrupción, la cultura del linchamiento y el acceso a la vivienda entre otros fue parte del duro examen de Bolivia que estuvo representada por su ministra de Justicia.
Este Comité hace algunos años atrás condeno a Argentina por la ejecución extrajudicial (asesinato por fuerzas policiales en este caso) del ciudadano lasherino Roberto Castañeda (su cuerpo apareció quemado y con una bala en la cabeza en El Pastal en 1989) .
Los comisionados son personas de alto compromiso ético y de una gran estatura jurídica, para nuestra región un orgullo, que desarrollan estas tareas sin recibir salario alguno sólo viáticos y pasaje para su estadía.
En un mundo tan convulsionado y con varios frentes abiertos, en este otoño europeo, algunos países intentan dar una respuesta a tanto porqué. Es que el poder de los derechos humanos ha perforado las soberanías nacionales y el habitante por una vez, hace descender el poder del estado al llano de la ley y la palabra empeñada entonces cobra la fuerza para que la verdad y el derecho sean uno solo.
Eso aunque pase tres veces al año no es poco pero no es todo.