El arquero y referente de River Plate, Franco Armani, apareció en el momento más caliente del partido para asegurar el triunfo ante Boca.
River Plate - Boca Juniors, por Liga Profesional
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EFE / Juan Ignacio Roncoroni Pasan los años, y con ellos los jugadores que visten la camiseta de River Plate, que se suceden entre buenos y malos rendimientos. Sin embargo, uno de ellos es inamovible: Franco Armani. A sus 38 años, el arquero sigue demostrando su vigencia absoluta, y fue una de las figuras en el triunfo ante Boca.
La tarde del arquero venía siendo tranquila. Sin demasiada responsabilidad en el gol de Miguel Merentiel, debido a la exquisita definición del delantero, su presencia se redujo a descolgar algunos centros, y ordenar defensivamente a sus compañeros. Pero cuando parecía que el clásico terminaba sin grandes momentos de su parte, el deber lo llamó.
Con Boca Juniors tirado al ataque en busca de la agónica igualdad, Armani fue exigido en dos oportunidades. Primero a los 44', cuando Carlos Palacios ejecutó cerrado un tiro de esquina, y en un mar de piernas Lautaro Di Lollo la empujó con dificultad. Allí, el Pulpo voló para sacar el balón, que iba bien esquinado y rasante hacia el gol.
En la última aproximación del Xeneize del partido, tras el defectuoso despeje de la defensa de River, Saracchi la cambió para Zenón, y este encontró a Ayton Costa dentro del área chica, que cabeceó a corta distancia y exigió nuevamente al capitán Millonario. Ante la peligrosidad de la situación, y la excelente respuesta del guardapalos, todo el estadio reventó en aplausos.
En conferencia de prensa luego del triunfo, el DT Marcelo Gallardo habló sobre la actuación del arquero. "Franco siempre está", contó. Luego, agregó que "aparece en los momentos en los que se lo necesita. No es algo que desconozcamos. Junto con Enzo Pérez son jugadores que claramente tienen experiencia en este tipo de partidos y clásicos, y el equipo lo valora mucho".
De esta forma, Franco Armani volvió a demostrar su valía, revalidando las razones que lo llevan a ser el dueño de uno de los arcos más importantes del fútbol de Sudamérica. Con 38 años, y múltiples títulos debajo del brazo, el Pulpo no se conforma y sigue dando cátedra.