Desde la ilusión de la casa propia hasta el sueño de ocupar ese espacio, ganado con sacrificio y esfuerzo, sólo pasaron algunos meses. Pero ráfagas de viento Zonda derrumbaron al menos siete viviendas prefabricadas y sus dueños ahora denuncian a la empresa constructora por estafa. Las pérdidas totales rondan los dos millones de pesos.
Las denuncias se han ido acumulando en la Unidad Fiscal de Delitos Económicos contra una empresa constructora y son el reflejo de la angustia y la desilusión de, al menos, siete familias mendocinas.
De acuerdo a los datos aportados por algunas de las víctimas, ya hay siete presentaciones en distintas oficinas fiscales contra la empresa Viviendas Manantiales, aunque se sospecha que el número de damnificados es mayor.
Esa constructora, hasta no hace mucho, ofrecía sus servicios en calle Avellaneda al 4200 de Guaymallén. Sin embargo, ya no hay cartel que la identifique como antes y los llamados a los teléfonos fijos y celulares que realizó Los Andes no tuvieron respuesta.
El Zonda “la tiró”
Entre los denunciantes (Nancy G., Pedro G., Sergio A., Erica A., Federico R., Daniel son sólo algunos) fue José Ignacio Dalla la cara visible en la denuncia a este diario.
Es que para "Nacho", de 30 años, a la casa prefabricada Manantiales que estaba terminada, el fuerte viento Zonda que sopló 24 horas antes del último Día de la Primavera la tiró. Como un mazo de naipes, la vivienda se desparramó por el piso. "No pude salvar nada", confió Dalla con las fotos que grafican lo ocurrido.
"El viento Zonda ese día sopló fuerte y mi casa (levantada en la zona turística de Potrerillos) sin tener los soportes necesarios, prácticamente se cayó", contó a este diario el damnificado. Y se lamentó: "Por eso es el reclamo, pero hasta ahora no tengo respuesta, y tampoco casa".
Ese fue el comentario más grave, pero no el único. Otros tuvieron que terminar lo que Manantiales dejó "sin hacer", mientras que para algunos el proyecto, junto al sueño, terminó siendo un fiasco.
“Pagamos la inscripción y los planos pero de las prefabricadas no hay nada”, confiaron con tristeza.
Los reclamos
“Así, el tiempo fue pasando y de las casas no había novedades”, fue el comentario coincidente de cada uno de los damnificados.
Por eso, primero hubo "visitas" al local de la calle Avellaneda pero las charlas terminaban siempre en "promesas" a futuro.
Más adelante se sumaron las llamadas telefónicas con respuestas confusas. Así llegaron las cartas documento, que tampoco tuvieron respuestas o a veces rechazaban las imputaciones. Hasta que, finalmente, se llegó al desconocimiento del domicilio donde funcionaba el emprendimiento y las cartas volvían al remitente.
Ahora los reclamos son coincidentes contra la empresa. Unos por la destrucción de la vivienda, otros por la no terminación de las obras y algunos por sentirse estafados al haber pagado cierta cantidad de dinero y no tener ni la plata que reclaman, y lo más triste es que ninguno tiene la vivienda prometida.
La casas prefabricadas en cuestión tenían -antes de que la empresa se llamara a silencio- un valor de mercado de unos 300.000 pesos, por lo que se especula que, hasta ahora, las estafas (de ser aceptada esta figura penal) rondarían los dos millones de pesos.
Cada uno de los damnificados en forma personal denunció lo ocurrido en distintas fiscalías, mientras que en grupo buscaron el respaldo legal del abogado Carlos De Casas, profesional que por estas horas busca unificar las denuncias en una sola oficina judicial.