Las demoras en las obras públicas

Ya es habitual el hecho de que las obras encaradas desde el nivel oficial, provincial o nacional, se cumplan con plazos mucho más amplios que los previstos. Un ejemplo concreto es lo que sucede con la doble vía a Tunuyán

Las demoras en las obras públicas

Es un tema que, por lo reiterativo, ha pasado a ser algo natural. Se trata de las demoras que se producen en las obras licitadas por el Estado -ya sea provincial o nacional- las que, como consecuencia de las necesarias actualizaciones presupuestarias -a raíz de la inflación-, terminan generando un costo dos o tres veces superior al que se había considerado durante el llamado a licitación.

En obras de gas natural, cloacas o agua la situación es más que preocupante. Porque existen proyectos que fueron licitados en agosto o setiembre de 2011, que no pudieron concretarse por la carencia de fondos y se trasladaron para 2012 pero, como tampoco alcanzó el dinero para la terminación, continúan en 2013.

Mientras tanto, las actualizaciones del presupuesto original incrementan los costos, en tanto los vecinos que en definitiva deberían resultar favorecidos mantienen desesperantes esperas.
En lo referente a Mendoza, la obra nacional que generó las mayores críticas fue el tiempo que demandó la doble vía a Desaguadero y, a nivel provincial, la que está marcando un récord negativo es la doble vía entre Luján y Tunuyán, que lleva hasta el momento nada más y nada menos que 11 años desde su inicio, para realizar un trabajo de 60 kilómetros.

Los mendocinos, que por razones de distancia solemos ser habituales visitantes del territorio chileno, podemos observar la celeridad con la que en el vecino país se realizan las obras. Que son de envergadura por los problemas que demanda su geografía y sin embargo se construyen túneles, puentes y obras adyacentes en tiempos que para nosotros resultan incomprensibles.

La diferencia puede llegar a radicar que en Chile esas obras se construyen a través del sistema de peajes, lo que obliga a las empresas a acelerar la marcha para poder obtener el recupero. Ese tipo de modalidad intentó ser implementada por el entonces gobernador Arturo Lafalla para la construcción de la doble vía a Tunuyán, pero la idea fue archivada durante la gestión de Roberto Iglesias, que prefirió la construcción con dineros del Estado, a través de distintos tramos.

La primera parte de la obra, de escasos kilómetros entre Luján y el empalme con la ruta internacional, constituyó el primer llamado de atención, en razón de que tuvo una demora de dos años. La segunda etapa, entre Anchoris y El Carrizal demandó dos gestiones gubernamentales y la tercera, para unir definitivamente con Tunuyán, fue licitada y otorgada por el gobierno de Celso Jaque. De todos modos, las obras se iniciaron en 2001 y la terminación está prevista para diciembre del año en curso, aunque si nos atenemos a lo sucedido hasta el momento, resulta muy difícil que ese plazo se cumpla realmente en los hechos, más aún cuando se señala oficialmente que se ha cumplimentado hasta el momento sólo el 46 por ciento de lo previsto en la última etapa.

Se trata de una obra fundamental para la provincia. Que tiene incidencia tanto en el plano agrícola, debido al crecimiento exponencial que se viene dando en el Valle de Uco durante los últimos años, cuanto en el turístico, por la gran cantidad de emprendimientos que han surgido en esa zona de la provincia. Esa situación ha determinado paralelamente una mayor cantidad de vehículos circulando por la ruta, la que prácticamente está colapsada, lo que provoca numerosos accidentes, aunque en esto último no deben desdeñarse nunca la irresponsabilidad y la imprudencia de los conductores.

Es de esperar entonces que en esta oportunidad los plazos se cumplan, pero no sólo en el caso de la doble vía a Tunuyán, sino en todas las obras públicas que se inician pero que terminan concretándose en plazos muy superiores a los previstos, con los consiguientes mayores costos generados por la inflación.

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