Resulta inexplicable la demora en la obra de extensión de la calle Godoy Cruz para unirla con Roque Sáenz Peña, en la Sexta Sección.
Con esa sencilla obra de infraestructura se podría mejorar en mucho la circulación vehicular de la ciudad, ya que daría una opción más a la vinculación oeste-este, descongestionando otras arterias de las inmediaciones, fuertemente complicadas por la intensidad del tránsito.
Al menos desde 2008 que la Municipalidad de la Capital viene bregando para conseguir esta esperada apertura. Desde ese año se desarrolló un sinnúmero de conversaciones entre el municipio, la Nación y la Unión Ferroviaria.
La situación pareció destrabarse y se iniciaron los trabajos de ejecución que en este momento llega hasta las vías del viejo sistema ferroviario, y de ahí no avanzó más. Los gremios del riel siguen oponiéndose al avance del pavimento porque interpretan que se comprometería el destino de los talleres allí ubicados y se pondría en riesgo la fuente laboral de cientos de familias ferroviarias.
En un determinado momento los gremios involucrados parecieron acordar con el extinto jefe comunal Víctor Fayad, contando inclusive con la mediación del propio ex ministro de Transporte de la Nación, Florencio Randazzo. Fue sólo un espejismo porque rápidamente la situación varió, y locomotoras y vagones fueron cruzados en el terreno para impedir el avance de la obra vial que, según los dirigentes ferroviario,s es incompatible con la actividad ferroviaria que se desarrolla en ese punto. Allí trabajan alrededor de 200 personas en la reparación de los trenes que utiliza el sistema Belgrano Cargas. “No nos oponemos a la apertura de la calle pero, como está planteada, se estará siempre cortando el tránsito. Si cada vez que llegue una máquina del tren a reparaciones se tendrá que cortar el paso de los autos, no va a servir para lo que desde el municipio dicen: aliviar el tránsito en esa zona. Más aún con el impulso que tiene el transporte de trenes de carga”, explicó en más de una oportunidad Carlos Sosa, titular de la Unión Ferroviaria de Mendoza.
La pretensión era construir un viaducto para hacer compatible las tareas de los talleres con el desplazamiento vial, pero fue descartada por los altos costos que hubiera implicado.
En tanto, las obras están paradas y ni la Municipalidad ni la unión de empresas Ceosa-Cartellone, que tiene adjudicada la licitación de la apertura, pueden avanzar. La comuna sigue con el intento de destrabar el problema y en vista de los cambios operados en el Gobierno central tras las últimas elecciones, trata de lograr el visto bueno de la Administración Nacional de Infraestructura Ferroviaria (ANIF), verdadera “dueña” de los talleres y del predio. Así lo planteó el intendente Rodolfo Suárez en una reciente reunión celebrada con el presidente de la Nación.
Lo que se quiere es impedir la judicialización del caso, situación que probablemente extendería más los plazos para conseguir un progreso urbano muy necesario. Hay soluciones de ingeniería que se podrían aplicar y que permitirían cortar el tránsito y posibilitar las maniobras de ingreso de las máquinas al complejo ferroviario, pero tampoco esa opción ha podido destrabar la férrea negativa de los sindicatos del ramo.
Es de esperar que los diálogos propiciados por el gobierno permitan zanjar esta dificultad que, de manera concreta, atrasa el crecimiento y el mejor desarrollo de la ciudad.
