En una nota anterior (18/4/17) esbozamos la idea de la imposibilidad de la democracia en un mundo de estados desiguales. Sostuvimos la colisión de intereses nacionales y que esos intereses se buscan por el poder. Que el consenso y la negociación eran el sustituto de democracia. Para no quedarnos a medio camino debemos explicitar algunas cuestiones.
Nuestros conceptos son "conceptos operativos" los mismos significan eso y solo eso en el contexto de nuestra reflexión.
Así, por "democracia" entendemos el mecanismo por el cual las decisiones que atañen a todo el orbe son tomadas por la mayoría de los estados y no le damos connotación valorativa.
Por "interés nacional" la idea definida por las élites gobernantes como objetivo de la política exterior. Es cambiante e histórica. Hay una mínima que es la supervivencia y una máxima la expansión.
Por "poder" como la herramienta para lograr el interés nacional y que está en relación con las magnitudes del estado. Es la capacidad de determinar a otro a realizar determinada conducta. Incluye principalmente el poder militar y económico.
Por "consenso" entendemos un acuerdo básico entre intereses nacionales. Implica una transacción, una cosa por otra, que se logra por la negociación diplomática. Hay acuerdo para cooperar u oponerlo al interés de un tercer estado.
Trasuntamos un "orden internacional" de determinados intereses nacionales prevalecientes y que se manifiesta en los organismos internacionales.
Por último, en este contexto, el individuo no es actor relevante en la escena internacional.
Recapitulemos. Los intereses nacionales pugnan por concretarse. El conflicto se resuelve por la violencia o el consenso (negociación). La negociación implica que los estados pueden renunciar a algunos intereses para sostener otros. Esa transacción genera diversas combinaciones de intereses para cooperar u oponerse a un tercero. Se produce un orden internacional, que puede o no formalizarse en determinados organismos internacionales. Ese estado de cosas no es estático, puede mutar, por el cambio en la relación entre los intereses. En ese contexto y con las aclaraciones hechas no hay democracia posible en relaciones internacionales.
Intentamos un análisis inductivo a partir de hechos concretos de la realidad. Presentamos un modelo, una simplificación general y elegimos unas variables en desmedro de otras que pueden ser introducidas. Desde la teoría de la RR.II puede entenderse un análisis realista.
Las opiniones vertidas en este espacio no necesariamente coinciden con la línea editorial de Los Andes.